En el Paraninfo de la Universidad de la República había una pantalla blanca. Un proyector lanzaba sobre ella imágenes de grandes aglomeraciones de uruguayos. La película, a punto de estrenarse en el circuito comercial de Montevideo, es Multitudes, de los directores Mónica Talamás y Emiliano Mazza, y fue el punto de partida para que el antropólogo Nicolás Guigou, el sociólogo Rafael Bayce y el comunicador Federico Beltramelli reflexionaran sobre el comportamiento de los uruguayos cuando somos muchos, muchos más que dos. Cuando somos muchedumbre, multitud.
Yo soy inmenso: contengo multitudes
Personas, umbandistas o no, que dejan ofrendas para Iemanjá en la playa Ramírez cada 2 de febrero. Sidra que chorrea sobre la ropa y botellas que se acumulan en el piso o que vuelan hacia los osados que se trepan al quiosco del Mercado del Puerto un 31 de diciembre. La peregrinación hasta Florida un 3 de junio para tocarle la mano o la túnica a la estatua de san Cono, y puestos que venden estampitas, collares, velas y otras ofrendas en las veredas de la calle, como si dibujaran un terreno compartido entre la religión y el capitalismo. Una marcha ruralista con relinchos de caballos que cruzan barro y pasto, y el rumor solitario de los zapatos sobre la avenida18 de Julio cada 20 de mayo en la Marcha del Silencio. El furor competitivo del Gran Premio Ramírez en el Hipódromo de Maroñas y de un clásico de fútbol en el estadio Centenario entre Peñarol y Nacional. El tamborileode chicos, pianos y repiques que acompaña a hombres y mujeres (de nacimiento o por opción) que desfilan en las Llamadas cada febrero en Carnaval.
Bayce valoró la edición de Multitudes: “Es muy significativo, en el film, que no hay ningún corte. Me gustó mucho, porque hay una sola cosa, que es ese fenómeno humano de acciones, sentimientos y rituales variopintos, variados, de reclamos, festejos, celebraciones, tristezas, rememoraciones, que generan comunidad”. También agradeció un elemento extra (o su ausencia): “Otra virtud es no tener periodistas que entrevistan. ¡Por Dios, qué maravilla!”.
Seis ojos académicos
Guigou fue el primero en hablar, desde un doble lugar de asesor de la película y de antropólogo: “Hay algunos aspectos que a veces vemos y otras veces no los percibimos con tanta claridad, en el sentido de lo orgiástico y lo festivo que a veces se contraponen con la concepción que tenemos de Uruguay”, dijo. Puso énfasis en las multitudes religiosas como la de Iemanjá y la de san Cono, en un país “aparentemente desencantado como el nuestro”, y las diferenció de la más “invocativa” Marcha del Silencio, alejada de las creencias pero con elementos en común: “Son contingentes poblacionales que van a ocupar el espacio público, que van a producir ese espacio público, lo van a gestar. La modernidad, o la tardomodernidad, tiene que ver con la construcción de los espacios públicos, que pueden ser dados o construidos políticamente, pacíficamente, violentamente”.
Luego ingresó en dos de las ideas sobre las que giró su discurso. Primero, la multitud como contracara de la construcción del individuo, “dos dimensiones que son tan opuestas aparecen como interpenetradas”, y que representan una dialéctica relevante para las ciencias sociales. Segundo, el lugar de los rituales en nuestra sociedad: “Muchas veces también la modernidad, inclusive la nuestra, tan racional, tiene la idea de que conjuró el ritual y lo hizo desaparecer, y en realidad lo que viene haciendo es constituir nuevos rituales que son necesarios en términos simbólicos, materiales, económicos, políticos”.
“Los animales conocen solamente un mundo: aquel que reciben por su experiencia interna o externa. Sólo los humanos tienen la facultad de concebir lo ideal y de agregarle algo a lo real. ¿Qué diferencia esencial hay entre una asamblea de cristianos celebrando las principales fechas de la vida de Cristo, o de judíos recordando el éxodo de Egipto o la promulgación del decálogo, con una reunión de ciudadanos conmemorando la institución de una nueva constitución moral o algún gran acontecimiento de la vida nacional?”, fue la frase del sociólogo Émile Durkheim que Bayce eligió para abrir su exposición. Y su respuesta: “¿Qué tienen en común? Emociones, sentimientos, y rituales colectivos, parte fundamental de la humanidad. Son políticos, deportivos, de fiesta carnavalera, de celebración de tradiciones rurales, pero son distintos sentimientos, que unen. Son religiones; formas de re-ligar a la gente”. Esas “religiones cívicas” tienen, según Bayce, elementos que pueden ser sagrados o cuasisagrados, como “los brazos cruzados de Artigas en la Ciudadela, que inventó Blanes, el poncho de Aparicio [Saravia], el sobretodo de [José] Batlle [y Ordóñez]”. Pero otros rituales, que tienen orígenes lejanos, estarían uruguayizados, como las Llamadas -“eso no era lo que hacían en África”, sentenció Bayce- y el culto a san Cono, que es distinto al tratamiento que se le da al santo en países como España y México.
“Me quedé pensando si las multitudes se pueden sustraer de los rituales”, se preguntó Beltramelli, y Bayce, sentado al lado, cabeceó en señal de negación. “Las personas que participan en esas multitudes también participan en un espectáculo siendo espectadores [...] generando no aquello del anonimato que aparentemente las masas sí tienen, sino que alguien se siente espectáculo y espectador”, dijo. Como sus compañeros de mesa, resaltó el componente emotivo de la multitud, que mira y se mira al mismo tiempo.
No tan maravilla
Luego de las tres exposiciones se abrió el micrófono para las preguntas del público. Para disgusto de Bayce, había un periodista en las gradas.
¿Las multitudes uruguayas tienen rasgos diferenciales de otras multitudes?
Nicolás Guigou (NG): Hay una característica que trasciende a la multitud uruguaya pero que la incluye, que tiene que ver con esa cuestión un poco ambigua, porque la multitud no logra totalmente romper esa idea judeocristiana que después es secularizada. En todo caso, la multitud en su reiteración, en su fecha, en su reiteración de su temporalidad produce más que una conclusión cíclica que, si bien no logra romper con esa linealidad racional, de alguna manera la interpreta. Yo no entiendo muy bien por qué nuestra sociedad se manifiesta como un pueblo racional; ya desde la publicidad hay una serie de elementos para pensar exactamente lo contrario. Una sociedad no podría existir en términos de multitud; sería imposible y peligroso, según las experiencias históricas en relación a la multitud como algo cotidiano. La multitud muestra otro espejo, o incluso otra racionalidad. Muchas veces pensamos que la multitud es un comportamiento irracional, como si el comportamiento de la vida cotidiana, laboral, fuera racional.
¿Cuáles serían esos ejemplos de multitudes unidas a lo cotidiano?
NG: Como ejemplos del siglo XX, como se dice, el siglo corto (que, por suerte, fue corto, si no hubiese sido mucho peor) hay un ejemplo de multitud permanente -hay más- que es la revolución cultural china, que tuvo resultados bastante conocidos. Es un ejemplo en el que la sociedad y la multitud se imbrican permanentemente. Es un proceso de regeneración social, pero vía la cuasidestrucción de la sociedad. Sobre una comunidad emotiva y afectiva no se puede reproducir una sociedad.
Un after
La mesa terminó. Algunos minutos más tarde, y a unas cuantas cuadras de distancia, un grupo de alrededor de 50 adolescentes se dedicaba a cazar pokemones en la Plaza del Entrevero, en la avenida 18 de Julio y Julio Herrera y Obes. Qué multitud se perdieron de registrar los directores de la película.