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Aguijones

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Apicultores acusan al modelo de agro “sustentado en el uso agresivo de agroquímicos” por contaminación de la miel con glifosato.

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La miel uruguaya tiene problemas en los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea porque está contaminada con glifosato. La normativa europea permite el ingreso de mieles con 50 miligramos de glifosato por kilogramo, pero hay mieles uruguayas que han llegado a 300 miligramos por kilogramo, lo que “es inaceptable”, según contó a la diaria el presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU), Ruben Riera. Esta situación motivó que el 26 de agosto la Dirección General de la Granja (Digegra) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) emitiera un comunicado exhortando a los apicultores a no utilizar glifosato en sus establecimientos, lo que fue rechazado tanto por la SAU, el 1º de setiembre, como también, ayer, por la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR). “La Digegra parte de un supuesto que no tiene documentado. Si así lo fuese, nunca lo advirtió previamente al sector, lo que, a nuestro juicio, correspondería, dado que este hecho no es compatible con las prácticas de buen manejo”, dice la SAU en su contestación.

Riera calificó el comunicado de la Digegra como “ridículo” y “fuera de lugar”, porque “no hay pruebas de que eso es así”. “Hemos tenido información de que algún apicultor” ha usado glifosato, “pero son contados con los dedos de una mano. Hablamos de un país que tiene unos 2.000 apiarios; el área que pudiera recibir glifosato por parte de algunos agricultores es ínfima al lado de las toneladas y toneladas que se vuelcan sólo en un millón y medio de hectáreas sembradas con soja. Nos hubiera parecido bien si el MGAP, junto con ese mensaje a los apicultores, hubiese hecho exactamente lo mismo con el resto de los productores que utilizan el glifosato”, manifestó Riera. El apicultor explicó que la preocupación “es que mieles en las que teóricamente no tendría que estar presente el glifosato, como la producida en los montes de eucalipto, lamentablemente está con niveles altísimos. Ya ni siquiera las distancias de los cultivos donde se aplica masivamente este herbicida nos protegen. Es decir, que los herbicidas están en el entorno de las colmenas”, indicó, en referencia a que también se están aplicando esos productos en la forestación.

El comunicado de la SAU deja en claro la discrepancia de la gremial con el Decreto Nº 371/013 sobre “la trazabilidad de los productos apícolas”, que indica que esta “se iniciaba en las colmenas, responsabilizando al apicultor de una eventual contaminación de su miel con agroquímicos”. “El MGAP negó nuestro planteo, aduciendo que la redacción del decreto, de acuerdo a los abogados involucrados, implicaba que la trazabilidad se iniciara en las zonas de pecoreo de las abejas, siendo también responsables los agentes vinculados a los cultivos donde se originó la contaminación. Hasta el día de hoy, el que paga las consecuencias es el apicultor afectado. Ni los responsables de los cultivos, ni la industria agroquímica ni el MGAP se han hecho responsables de ninguna indemnización a los apicultores afectados por pérdidas de colonias de abejas y [por] la miel que podrían haber comercializado, pero que debieron descartar por el riesgo de contener residuos”, agrega la SAU. Expresan además que el MGAP no ha “comprendido aún que el pillaje activo y el pasivo por parte de las abejas pueden diseminar los agroquímicos a kilómetros de distancia de donde fueron aplicados, tornando cuestionable el responsabilizar a los apicultores de una mala praxis”. La SAU no apoya “el modelo agropecuario imperante en los últimos 15 años: intensivo, extensivo y sustentado en el uso agresivo de agroquímicos que progresivamente destruyen las fuentes de trabajo de apicultores y empresas anexas” y que genera pérdida de diversidad de las fuentes florales, de la productividad de las colonias y expulsión de los apicultores de sus campos. Por esta razón, solicitan “erradicar el uso de glifosato” y “la no renovación de los registros vigentes de productos cuyo principio activo sea el glifosato”.

En el mismo sentido, la CNFR expresó que “la principal causa de contaminación de las mieles es la aplicación irracional de agroquímicos por parte de emprendimientos agrícolas, en el marco de un modelo productivo concentrador y contaminante”, y exhorta a las autoridades a tomar “medidas de fondo para revertir esta insostenible situación -que no sólo afecta la productividad de los apicultores, sino que también está generando graves problemas de contaminación en nuestros recursos hídricos- como forma de salvaguardar la salud de nuestra población y los recursos naturales”.

Riera dijo que junto con otras organizaciones rurales están trabajando para organizar una manifestación pública simultánea con gremiales de “los países que están viviendo la misma problemática”, principalmente de Argentina, en donde la miel alcanza también los niveles de contaminación que tiene la de Uruguay.

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