“¡Firmes y dignos! ¡Siempre firmes y dignos!”, exclamó el coronel retirado Hebert Fígoli en la explanada de la Piedra Alta, en Florida, ante más de 1.000 personas que se reunieron en el quinto encuentro nacional de retirados militares. La exhortación parafraseaba el lema del propio encuentro, cuya recepción tuvo discursos poblados de enfáticos enunciados, enérgicas menciones a la patria, mayestáticas referencias a José Gervasio Artigas, y algunos apuntes sobre lo perenne de la actividad militar “más allá de nuestra situación de revista”. También sirvió para enviar un saludo a “los camaradas retirados que, por el fatalismo agrio de mezquinas circunstancias en que les tocó servir, hoy se encuentran privados de su libertad”, tal como lo hizo el coronel Ruben Hartmann, uno de los anfitriones. Hartmann, que con ese saludo, dijo, buscaba “cierto paralelismo” con un acto de desprendimiento que Artigas tuvo para con los “orientales prisioneros en la isla de Cobras, en Río de Janeiro”, cerró su discurso con un misterioso agregado: “Muchas gracias y, por ahora, empezamos a volver”.
En voz alta
Aunque oficialmente el encuentro se produjo para reunir a retirados militares “sin distinción de fuerzas, jerarquías ni generaciones” y para homenajear a Artigas en el mes de “su paso a la inmortalidad”, en los hechos, el discurso central -el de Fígoli- se enfocó en la eventual reforma del Servicio de Retiros y Pensiones de las Fuerzas Armadas (FFAA), “la una y mil veces mal llamada Caja Militar”. El énfasis fue puesto sobre la eventualidad de un nuevo impuesto a los retiros y pensiones, que sería progresivo y con un mínimo imponible cercano a los 30.000 pesos.
Fígoli explicó que él “lidera” un equipo de retirados de las Fuerzas Armadas, conformado “en acuerdo con el comandante en jefe del Ejército para el análisis de la seguridad social militar”. El equipo, que “ha mantenido fluida comunicación con el jefe del Estado Mayor de Defensa y los comandantes en jefe de las tres fuerzas, enterándolos de lo actuado”, entiende que la cristalización de la que “eufemísticamente, como nos tienen acostumbrados, llamarían prestación pecuniaria coactiva de asistencia al servicio de retiros y pensiones de las FFAA” significaría “un doble impuesto, de carácter confiscatorio, ya que en algunos casos puede significar 50% del haber de retiro o pensión”. “Nuestros asesores jurídicos nos han explicado que viola el principio de igualdad contemplado en la Constitución de la República. Afecta claramente derechos adquiridos y resulta discriminatorio, ya que el servicio de retiros no es el único sistema que recibe asistencia financiera del Estado. Que quede claro lo que digo: recibe asistencia financiera, pero el servicio de retiros no es deficitario, como algunos insistentemente expresan. ¿Por qué sólo a nosotros nos quieren poner un doble impuesto, si todo el sistema de seguridad social tiene asistencia financiera del Estado?”.
Fígoli convocó a los retirados militares a “defender sus justos, legítimos y merecidos derechos”, a que “sean voceros en cada barrio o localidad”, y “rectifiquen conceptos erróneos que maliciosamente se tratan de imponer. No es momento de quedarnos callados”. “En forma clara y contundente, unidos nos haremos escuchar. ¡Firmes y dignos! ¡Siempre firmes y dignos!”. Aseguró además que “si los futuros cambios se orientan a contar con fuerzas armadas altamente entrenadas, equipadas y con dignas remuneraciones, bienvenido sea. Pero si los futuros cambios pretenden erosionar nuestras fuerzas armadas y dañar nuestros derechos, no permaneceremos impasibles”.
Luego dijo a los medios locales que, “en caso de que este nuevo impuesto se materialice”, los retirados realizarán “jurídicamente todas las acciones que corresponda desde el punto de vista de nuestra responsabilidad, de nuestros derechos y nuestra cultura cívica”, acudiendo a la Suprema Corte de Justicia, por entender que sería un impuesto inconstitucional.
Las diferencias
“Eso es para estudiarlo profundamente”, dijo Fígoli ante la consulta de la diaria sobre los montos que perciben los altos mandos retirados. Según publicó Brecha en junio de este año, “cientos de coroneles del Ejército y la Fuerza Aérea y capitanes de navío de la Armada cobran alrededor de 100.000 pesos de jubilación desde su retiro antes de los 55 años de edad”, y sin estar obligados “a cumplir un mínimo de 30 años de aportes ni tener 60 años de edad para retirarse: con 20 años de servicio pueden jubilarse y continuar trabajando en la actividad privada. Al jubilarse, la gran mayoría pasa a cobrar según el grado inmediato superior y el 100% del sueldo correspondiente”.
Según Fígoli, “cuando se habla de ese desfasaje [de esas jubilaciones militares frente a las demás] los invitaría a que vean lo que son no sólo las jubilaciones civiles, sino también los salarios de quienes están en actividad en organismos públicos, respecto de las Fuerzas Armadas. La base fundamental de nuestros activos, más del 80%, no llega a cobrar más de 15.000 pesos”. “Cuando se dice que altas jerarquías tienen haberes de retiro que son altos, tenemos que llevarlo a nuestra realidad, y es que hemos aportado religiosamente durante 40 o 45 años nuestro montepío”.
Política e ideológica
Según el equipo de trabajo de los retirados por el Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social, los militares “apoyamos a las finanzas del Banco de Previsión Social” con 28 millones de dólares anuales. “Hace nueve años que estamos pagando con dinero de nuestros propios retiros”, dijo. En el entendido de que “el servicio de retiros no es el único sistema que recibe asistencia”, y de que la creación del nuevo impuesto no reduciría esa asistencia mucho más allá de 10%, no se trata “de una medida financiera sino de una medida netamente política y de alto contenido ideológico”. Esto último, enfatizó, lo entiende así “el equipo de trabajo y es de aceptación por parte de nuestros camaradas”.