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Plantación de arroz en Artigas. Foto: Sandro Pereyra (archivo, enero de 2008)

MGAP apunta a que mayor rendimiento del cultivo de arroz en próxima zafra interrumpa tendencia decreciente

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La baja de los aranceles en Perú -el segundo mercado de exportación de arroces uruguayos- dio un respiro a un sector cuya rentabilidad viene en bajada desde hace una década. Si bien la dilución de la dependencia con Brasil y la apertura de la cartera otorgaron mayor flexibilidad, las hectáreas cultivadas descienden año a año debido a los precios desfavorables, que minan las oportunidades del sector. “Tenemos uno de los mejores arroces del mundo en calidad y una de las más altas productividades por hectárea, pero al pasar raya, tenemos pérdidas”, dijo el vicepresidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, Waldir Lago, a la diaria. Desde el gobierno se reconoce la “delicada situación” y se apuesta a “ayudar”, por medio de la creación de un Fondo Arrocero.

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De acuerdo con el anuario de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), en los últimos diez años el área sembrada de arroz ha presentado un descenso, en promedio, de 1% anual, lo que ha sido compensado con un incremento del rendimiento promedio de 1,6% anual.

Uruguay cuenta con unas 200.000 hectáreas, en potencia, para el cultivo de arroz, pero en la zafra 2015-2016 se sembraron 166.000 hectáreas, con un rendimiento promedio 6% inferior al de la zafra anterior, debido a excesos de agua, todo lo cual determinó un descenso de la producción de 3,4%.

Para el 28 de febrero, cuando termina un nuevo año comercial para el sector arrocero, el MGAP pronostica una siembra que se habrá extendido por unas 165.000 hectáreas y que, a un rendimiento promedio de 8,2 toneladas por hectárea, alcanzaría una producción de 1,3 millones de toneladas de arroz con cáscara.

Según Lago, la caída del área cultivada responde a una baja en la rentabilidad. El empresario estima que, más allá de que “somos uno de los países que tienen mayor producción por hectárea en el mundo, el arroz de grano fino de mejor calidad y la mejor colocación en cuanto a los valores de exportación de estos granos”, los costos alcanzan los 1.800 dólares por hectárea en promedio, lo que arroja una pérdida de 100 dólares.

A pesar de esto, dijo considerarse “satisfecho” porque se llega al fin del ciclo con “toda la producción de la zafra vendida”. “Los cultivos están bien, el clima ha sido beneficioso para el buen desarrollo de los cultivos, aunque con una diferencia geográfica”, explicó: mientras en la zona este la productividad fue “excelente”, en el norte, como consecuencia de una mayor cantidad de lluvias y menos horas de sol, el rendimiento está “en un segundo escalón”.

Recuperación de destinos

Hace unos días, Perú anunció que reduciría los aranceles de importación del arroz uruguayo, una buena noticia para los productores locales, ya que “hace que el negocio sea más adaptativo para los compradores y, por tanto, seguramente van a decidir incrementar las compras, lo que termina siendo un beneficio económico para los valores de exportación uruguayos”, explicó el empresario del sector.

El mercado peruano es uno de los de mayor importancia para Uruguay; se ubica en el segundo lugar de los destinos de las exportaciones locales (24%), luego de Brasil (27%), que este año volvió a recuperar el primer puesto después de una importante merma.

Se ubican detrás, con intercambios más reducidos pero también significativos, Irak (8%), México (6%) Venezuela (6%), Colombia (4%) y otros países de Centroamérica.

El vicepresidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz estableció una comparación entre la situación actual y la que se vivía diez años atrás -cuando la dependencia de Brasil era “muy grande”-, y celebró la “gran cantidad de destinos”, que, actualmente, “da sostenibilidad al comercio en sí mismo”.

Un nuevo fondo

Para el ciclo que comienza en abril, la gremial espera “un buen año en el sentido comercial”, aunque, para lo que “necesita el productor”, los precios alcanzados aún “no son suficientes”, según remarcó Lago. Dado que los productores son tomadores de precios del mercado internacional, que siguen cayendo -según la OPYPA, 8% en la última zafra-, la variable de ajuste para la producción local terminan siendo los costos de producción, que, según el empresario, se configuran como “los más altos de la región y de los más elevados del mundo”.

El vicepresidente de la asociación señaló que la producción tiene “gran dependencia” del combustible y la energía eléctrica, a lo que se le suma que en uno de los mayores competidores en la región, Argentina, los precios son la mitad de los locales. Más allá, reconoció que “los costos en Uruguay siempre han sido altos” y que “la diferencia es que hoy los precios no nos favorecen en absoluto”.

En un comunicado difundido la semana pasada, los arroceros solicitaron a las autoridades la “libre importación de combustible”, algo a lo que el MGAP se negó. Según manifestó a la prensa el ministro interino, Enzo Benech, el gobierno es consciente de que “17% de su producción es consumo de gasoil” y que “en Uruguay el gasoil es más caro que en la región”; sin embargo, también sostuvo que estos problemas “no son tan sencillos de resolver”, porque “la agropecuaria nuestra ha tenido un ajuste de costos”.

Anunció que el MGAP trabaja en la creación de un nuevo Fondo de Financiamiento y Recomposición de la Actividad Arrocera -“recientemente aprobado”-, una herramienta para aportar liquidez al sector, que se paga con la cesión de la retención de 3% sobre las exportaciones. El monto sería de 60 millones de dólares, la tasa de interés del fideicomiso sería de alrededor de 5,3% y su cancelación está prevista para entre siete y nueve años, dependiendo de la producción y de los precios de las exportaciones del grano. Del anterior fondo, abierto tras la emergencia agropecuaria del año pasado, resta pagar unos 20 millones de dólares en un plazo de dos o tres años.

Más allá de esto, para la zafra 2016-2017 la OPYPA estima un descenso del costo del orden de 7% y un rendimiento promedio de 8,2 toneladas por hectárea, lo que, con un precio al productor similar al de la zafra 2015-2016, redundaría en un incremento del margen de ganancia, “interrumpiendo la tendencia decreciente de los últimos años”.

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