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Asamblea y gol es gol

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Y arrrrranca el partido. La baja el capitán, ¡qué capitán!, ¡qué orgullo!, ¡qué temple! Cooorta limpiamente el otro capitán, ¡qué presencia!, ¡qué liderazgo!, ¡qué honor para este país tener a estos dos veteranos capitanes domando aún nuestras canchas!

El carrilero por la derecha le pide al capitán que le pase el balón. Pero el capitán continúa inalterable, aferrado a la redonda. No hay que olvidar, amigos, que este gran capitán, hace unos años, hizo mucho por esta camiseta. Todavía no es hora de largarla. Además, el técnico le dijo: “Tenela vos”. Él sólo está cumpliendo órdenes.

Ahora son los delanteros los que levantan la mano para exigir que los asista:

-¡Pasala, capitán! –le vocifera el 9.

-¡Soltala, que no jugás solo! –le advierte el 21.

Pero el capitán replica que una vez la pasó por allá contra la Olímpica, y que nadie la agarró.

La tribuna salta que te salta, alienta y alienta, sin saber bien qué pasa; mientras ruede la reina no hay de qué preocuparse.

Atención, amigos: el marcador de punta izquierdo se arrima, decidido, a la línea de cal para llamar la atención de su técnico. Claramente le está reprochando que ellos también tienen derecho a tener la pelota. Inmediatamente se acercan el preparador físico y su ayudante, empujan al futbolista para arriba de la camilla, lo transportan hasta la ambulancia estacionada sobre la platea, lo tiran para adentro, y a toda sirena hacia afuera del estadio. Esperemos que no sea nada.

Se reanuda el partido.

¡Cuánta emoción, queridos espectadores! ¡Qué bien le hace esto a nuestro mayor evento popular!

En este momento algunos futbolistas se arriman a los carteles publicitarios de la Ámsterdam, dan vuelta uno de una conocida marca de refrescos cola, y están escribiendo con spray una consigna: “#Pasenlapelota”, se lee. Arden las redes sociales, mis amigos, y arden también las patitas de los que van con el cartel corriendo atrás de los capitanes para que lo lean. Pero los capitanes continúan entretenidos quitándose la guinda uno a otro, sin distribuirla, pero con gran determinación, digna de los capitanes de antes.

15 minutos de juego, cero a cero.

En estos momentos, una gran cantidad de jugadores de los dos equipos se reúnen en el área de la Colombes y comienzan a realizar una asamblea. ¡Cuánta moción, señores! En este partido realmente puede pasar cualquier cosa.

¿Por la afirmativa de cambiar al capitán?: 20 manos levantadas.

¿Por la afirmativa de que deje el campo de juego el otro capitán?: 20 manos también.

¿Por la negativa?: 0.

¿Abstenciones?: 0. ¡No, rectifico! Un maduro guardametas está levantando la mano.

Una abstención y 19 por la afirmativa de que los capitanes salgan del campo, ya que los técnicos parecen no estar prestando atención al juego porque se encuentran intercambiando anécdotas picantes sobre los tiempos en que la Libertadores se ganaba a amenazas y escupitajos.

Uno de los futbolistas sublevados, el más ilustre, aparentemente, le hace saber a los capitanes lo decidido por la asamblea reunida en el área de la Colombes. Uno de los capitanes toma la pelota, se la pone abajo de la camiseta al estilo embarazada, y arranca hacia la manga con el otro capitán, que les hace señas al juez y a los líneas de que los sigan. Final del partido, señoressss. Cero a cero.

Hemos vivido otro sensacional evento futbolero, mis queridos oyentes, en este pletórico recinto del deporte mundial. Atención: ahora estamos viendo que en la mitad de la cancha se mantienen en asamblea los sediciosos… están indicando que pasan al tercer punto del orden del día.

¿Por la afirmativa sobre la moción de elegir otros capitanes?: 19 manos y una abstención.

Se pide ahora un aplauso para los que cargaron con el cartel para arriba y para abajo de la cancha (gran aplauso, mientras el público se va retirando del estadio sin saber bien qué hacen esos ahí). Ahora uno de los futbolistas está trayendo del cuello al cuarto árbitro, que había sido interceptado saliendo del baño, para que exhiba el informe que elevará a la Asociación sobre lo sucedido en el encuentro. El cuaternario magistrado notifica que desde el baño no se ve bien. Los jugadores lo increpan para que dé a conocer el documento legal. El tembloroso juez saca de su bolsillo un pedazo de papel higiénico escrito con tinta roja, y comienza a leer en voz alta:

“El juego del día de la fecha se desarrolla con total normalidad. En las postrimerías se solicita, por parte de los jugadores que llevaban el cartel de Coca-Cola, que pasen la pelota, a lo que los capitanes dan por finalizado el encuentro con el aval de los tres árbitros principales, y culmina así la jornada labrándose el presente informe y.

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