El secretario general de la OEA, Luis Almagro, accedió a contestar por correo electrónico un cuestionario enviado por la diaria. Dijo que las sanciones son “el último recurso cuando un régimen, una dictadura decide insistentemente burlarse de la comunidad interamericana”. Afirmó que le propuso a la ex presidenta de Brasil Dilma Rousseff aplicar la Carta Democrática de la OEA a raíz de su destitución, pero Rousseff prefirió que no se tomara ese camino. Dijo que la alerta sobre una eventual intervención de Estados Unidos forma parte del “mundo de la fantasía”, sustentada en información falsa y utilizada como una “estrategia” para “ocultar la grave alteración del orden constitucional de Venezuela”
¿Por qué promoviste la aplicación de la Carta Democrática de la OEA en el caso de Venezuela? ¿No te parece que es un mecanismo que corta la posibilidad de diálogo con el gobierno venezolano?
Al contrario, la Carta Democrática Interamericana (CDI) es un mecanismo esencialmente constructivo, basado en mediación y buenos oficios. Cualquier diálogo que se respetara como tal debió de haber sido hecho en el marco de la CDI, como quedó demostrado con el fracaso de la otra opción. La promoción de acciones en el marco de la CDI no quiere decir aplicar sanciones, quiere decir construir democracia, y la construcción de democracia es siempre la construcción de diálogo, de instituciones fuertes y de Estado de Derecho. Así se utilizó en 2002 cuando la solicitó el ex presidente [venezolano Hugo] Chávez. Por esas razones he impulsado la aplicación de la CDI.
Ingresaste a la OEA con planes de lograr que Cuba regresara al organismo. ¿Una sanción a Venezuela no la excluiría de la OEA? ¿Por qué promover esta medida si el año pasado ya no tuvo apoyo de los países miembros?
Las sanciones son el último recurso cuando un régimen, una dictadura decide insistentemente burlarse de la comunidad interamericana. El camino que recorre la aplicación de la CDI es de acercamiento y de respeto a valores que todos los países miembros han apoyado formalmente y en los que todos debemos creer: respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, separación de poderes, libertad de expresión, transparencia, probidad republicana, respeto a los derechos sociales, acceso al poder y ejercicio de este conforme al Estado de Derecho.
¿Qué beneficio puede tener para el diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela que aparezcas constantemente en reuniones con opositores venezolanos (no así con el gobierno)? ¿Esto no erosiona el carácter imparcial que debe tener la institucionalidad de la secretaría general?
He escuchado siempre a todas las partes. Me he documentado sobre cada hecho que he informado. Y los hechos son como los hemos presentado. Soy absolutamente objetivo e imparcial. Hice dos informes, uno de 132 páginas y otro de 75, y ni una línea, ni una frase de estos fue rebatida. Los informes estaban basados en hechos y en la certeza que estos dan. El régimen que gobierna Venezuela está en todas las reuniones de la OEA, la canciller venezolana ha venido más que ningún otro canciller, ha estado sentada a mi lado en sesiones del Consejo Permanente; ha explicado lo que tenía para explicar y ha dicho lo que tenía para decir. Y mañana puede volver también. Y para mí está bien. Hasta ahora, ni una línea de los informes referidos ha sido rebatida.
¿Cómo surgió la idea de postularte a la secretaría general de la OEA, y cuánto te parece que influyó en tu designación haber sido canciller de José Mujica?
Fue idea de algunos países que fueron cercanos a mi gestión como ministro. Y procesé esa idea durante dos o tres semanas. Si no hubiera sido canciller de Mujica, nunca hubiera sido secretario general de la OEA. Ahí hay méritos del gobierno de Mujica, y quizá algún que otro mérito personal.
Dentro del Frente Amplio son muchos los que te consideran un traidor.
Siempre defendí las ideas de Mujica y del FA. Creo en la democracia, creo en los derechos civiles y políticos de la gente, creo en la justicia, creo en la justicia social, creo en la separación de poderes, creo que la soberanía de una nación radica en la gente, creo en la libertad, creo en la probidad republicana, creo que los pueblos son dueños de su propio destino, y el sufrimiento del pueblo venezolano me enseñó la dimensión humana que tiene cada uno de esos conceptos.
¿Por qué la OEA no tuvo un pronunciamiento contundente tras la destitución de Dilma Rousseff? ¿Considerás que no fue un golpe de Estado?
Sacamos un comunicado fuerte antes de la destitución de Dilma Rousseff y también hicimos varias declaraciones. Fuimos dos veces a Brasilia, antes de cada votación. Abrimos ante ella las opciones que ofrecía el sistema interamericano, abriéndole las puertas de los procedimientos de la CDI. Pero la presidenta Rousseff decidió que no. Y esa, creo, fue una actitud responsable y de respeto a las instituciones.
¿Qué responderías a los dirigentes del FA que piensan que estás coordinando tu posición en la OEA con Estados Unidos?
Que es una difamación, parte del relato defensivo del régimen venezolano.Mis informes, que marcan mi posición en el tema Venezuela, no fueron coordinados más que con el equipo de la OEA, aquellos más cercanos. Los lineamientos generales del último informe y -muy parcialmente- sus conclusiones los presentamos verbalmente a un grupo de 20 países. Esa fue la única coordinación con países que se hizo.
¿Qué pensás de la afirmación del presidente boliviano, Evo Morales, de que vas a ser responsable de una eventual intervención en Venezuela?
Solamente vi información de prensa sobre esa afirmación, por lo tanto no me referiré a ella. Pero sí me interesa analizar un poco el concepto de intervención. Lo que he visto de una eventual intervención forma parte del absoluto mundo de la fantasía, y está más bien fundamentado en una campaña propia o de afines al régimen. Los fundamentos para hablar de una intervención que he visto en redes son un documento falso del Comando Sur que se repite irresponsablemente, sin hacer un chequeo mínimo de la información, y un video falso, de un falso almirante Tidd, que la gente repite o circula también irresponsablemente. Obviamente, forma parte de una estrategia vender esa situación para tratar de ocultar la grave alteración del orden constitucional de Venezuela.
En el FA hay quienes explican tu insistencia en la situación venezolana por el hecho de que tenés un carácter “obsesivo” y por la importancia que le das a la democracia como valor. ¿Te parece una buena explicación? ¿Cómo se relaciona la posición que estás tomando sobre la situación venezolana con tu concepción de la importancia de la integración regional?
Mi trabajo no tiene nada de personal, son solamente posiciones institucionales, y en esa dimensión institucional le damos absoluta importancia a la protección de la democracia y a los derechos humanos. La integración regional solamente se puede basar en la democracia. La integración regional se debe basar en que la soberanía radica en el pueblo, y se debe basar en las libertades fundamentales. Yo no quiero vivir en un modelo de integración como el Comecon [Consejo de Ayuda Mutua Económica, organización de países creado en torno a la Unión Soviética]. Nunca quise y nunca voy a quererlo para ningún pueblo.
¿Qué nivel de diálogo tenés con tus ex compañeros del Movimiento de Participación Popular, y con Mujica?
Bastante con algunos, poco con otros, nada con algunos. Como en todo grupo humano. Con Mujica, la última vez que nos encontramos en Cartagena fue un placer, como es siempre, escucharlo. Yo me he mantenido firme en los principios que todos decían defender. Debería ser fácil de comprender. No entiendo a algunos, a otros sí, pero no me gustan las razones por las que los entiendo.