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Concentración animalista, ayer, en la Rural del Prado. Foto: Andrés Cuenca

Grupos en defensa de los caballos protestaron contra las jineteadas

5 minutos de lectura
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Ayer, la Coordinadora para la Abolición de las Jineteadas en Uruguay (CAJU) organizó una protesta en la puerta de la Rural del Prado, que se frustró cuando otro grupo animalista cortó la calle. Antes de la protesta, CAJU recibió una serie de amenazas que ya fueron denunciadas a la Policía.

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Defensores de los animales convocaron a una concentración contra las jineteadas ayer a las 15.30. En la entrada de la Rural del Prado, en la calle Lucas Obes y Hermanos Ruiz, alrededor de 100 personas protestaban por los caballos. La consigna era clara: reclamar a la Intendencia de Montevideo (IM) que retire el apoyo y la financiación a las jineteadas. Los integrantes de CAJU se instalaron en la acera frente a la entrada de la Rural. Rita Rodríguez, vocera de CAJU, dijo a la diaria que la idea era manifestar de forma pacífica sin alterar la circulación de vehículos ni de personas. “No queremos confrontar, por eso tratamos de no estar en el predio de la rural. No vamos a cruzar la calle, la idea es hacer un llamado a la reflexión, a la paz y a la no violencia, tratando de pensar cómo sería una sociedad donde nos respetemos entre todos, donde la empatía sea la clave. La consigna es ponerse en el lugar del otro, sin importar la especie”. Mientras Rodríguez comentaba la característica de la convocatoria, se largó un chaparrón que hizo que muchos de los manifestantes de CAJU, en busca de protegerse de la lluvia, cruzaran la calle, sumándose a los integrantes de la organización Liberación Animal, que también manifestaban contra las jineteadas. Rodríguez terminó de conversar con la diaria e inmediatamente empezó a hablar con sus compañeros para que volvieran a cruzar la calle, porque, decía, “nos vamos a poner a la gente en contra”. En medio del caos, cerca de las 16.00, un hombre con pelo y barba largos se sentó en medio de la calle, en posición de loto y con los ojos cerrados. La iniciativa de ese único hombre fue suficiente para alentar a los integrantes de Liberación Animal a instalase en la calle con una pancarta y cortar el tránsito. “Yo no estoy de acuerdo con que corten”, decía una de las mujeres, mientras los organizadores de CAJU, debidamente identificados, conversaban con los de Liberación Animal. la diaria intentó conversar con los manifestantes más “radicales”, en su mayoría jóvenes, pero aseguraron que era política de la organización no hablar con la prensa. El momento más tenso de la tarde se produjo cuando un Volkswagen Gol azul oscuro cruzó el improvisado piquete, después de un fuerte intercambio de palabras con los manifestantes. Cuando el auto ya estaba del otro lado, al mejor estilo Hollywood, salieron del pequeño coche dos hombres corpulentos de no menos de 1,80 metros de estatura. Con actitud agresiva se enfrentaron a los que cortaban la calle, pero, gracias a una serie de intermediaciones, la cosa no terminó a los golpes. Los dos hombres se volvieron a su vehículo, insultando. “¡Pídanle al gobierno que les dé un trabajo, manga de mugrientos!”, gritó el acompañante antes de partir.

A las 16.15, los integrantes de CAJU decidieron retirarse. “La violencia no se debe fomentar y por eso nosotros nos retiramos”, dijo Rodríguez a sus compañeros.

“No podemos permitir que grupos, por más que estén en contra del maltrato animal y que su causa sea justa, estén tomando acciones que son violentas. Es algo que no fomentamos ni favorecemos, queremos quedar totalmente desvinculados de este corte de calle que no estaba planificado y no tiene nada que ver con nuestra organización”, aclaró Rodríguez a la diaria.

Mientras tanto, al hombre sentado en medio de la calle se le sumó una señora, de aproximadamente 60 años, que llevaba un cartel que pedía que se terminara con las jineteadas. Cerca de los que hacían la sentada había otro hombre que, al mejor estilo Soledad, revoleaba el abrigo al son de los cánticos. Más tarde, los propios integrantes de Liberación Animal lo invitaron a retirarse para que pudiera seguir tomando en algún boliche de la zona.

Causa justa

Antes de que la situación escapara de las manos de CAJU, Rita Rodríguez habló con la diaria. “Esta año la manifestación es más simbólica. Queremos que se piense en cuáles son las mejores tradiciones, aquellas que nos representan y nos hacen sentir orgullosos. Llamamos a la reflexión”, dijo.

Sobre la convocatoria de la IM para hacer una reflexión sobre les jineteadas, dijo que le pareció bien y necesaria. “Nos hubiera gustado que fuera antes y que no siguieran las jineteadas después de lo que sucedió. Es bienvenido el diálogo, la argumentación y la postura de todas las partes para encontrar una mejor solución para todos”. La situación a la que se refería Rodríguez fue la muerte de un caballo, la semana pasada, a raíz de un traumatismo con compresión medular a nivel cervical.

Hasta ayer CAJU no había recibido ninguna convocatoria de la IM. “Este caballo falleció en el ojo de la tormenta, pero no es el único que ha fallecido; es algo frecuente cuando se expone a tortura a un animal”.

Rodríguez denunció amenazas recibidas por medio de la página web de la organización y de redes sociales. “Este año mucha gente no asistió a la protesta porque recibimos amenazas. Ya fueron realizadas las denuncias pertinentes, y eso hizo que algunas personas no llegaran”.

Una de las amenazas decía: “Vengan que les va a pasar lo mismo que cuando entraron”. Además, hubo groserías que “evidencian el machismo y la violencia que esta tradición genera”. Rodríguez relató que, antes de conformarse la coordinadora, algunos activistas, en 2013, entraron al ruedo y se ataron a los palenques. “En ese momento muchos de los compañeros salieron heridos de gravedad, golpeados por personas que estaban en el ruedo, espectadores y organizadores. Fue un momento bastante triste y nocivo”.

Si bien ayer no hubo violencia física, las personas que pasaban descalificaban la protesta. Algunas de las frases que se pudo escuchar fueron: “Todos los años lo mismo, que se dejen de joder”; “Esto es una estupidez”; “Lo que faltaba, que protestaran por los caballos”. Un gaucho que miraba desde la puerta dijo a uno de sus compañeros: “Son cultura nacional [las jineteadas]; no nos van a sacar”.

Por su parte, una manifestante de Liberación Animal le gritó “Asesino de caballos” a un visitante de la Rural que llevaba un sombrero de gaucho.

El sueño de la casa propia

Además de los animalistas se presentó ayer, en la puerta de la Rural, el grupo Queremos nuestra vivienda propia. Cerca de 60 personas, en su mayoría mujeres y niños, pedían acceder a una vivienda. “Queremos pagar, pero no tenemos ahorro previo, como siempre nos piden. Nosotros no podemos ahorrar, todos tenemos hijos, y el trabajo no nos da. Queremos pagar una cuota por mes; muchos alquilamos, sale un disparate y nunca va a ser nuestro”, aseguraron. El grupo aprovechó la convocatoria realizada por los defensores de los caballos, para presentarse. Jesica, vocera del grupo, dijo a la diaria que hace tres años que están reclamando que les cedan viviendas abandonadas. “Nos dieron algunas casas, pero no fueron suficientes. El Parlamento nos pide que juntemos 100 familias y nunca llegamos. Esto tiene que salir más rápido para que la gente persevere en el grupo. Estamos reclamando las viviendas abandonadas, no queremos que nos regalen nada, queremos pagar como si fuera un alquiler”. Jesica dijo que se reunieron con legisladores y con la Agencia Nacional de Vivienda, pero no han tenido respuesta.

Tal vez porque la Policía no intervino para retirar a los manifestantes, o por el entusiasmo del momento, durante algunos minutos algunos integrantes de Queremos nuestra vivienda propia se sumaron a la sentada. Mujeres y niños se sentaron en la calle mojada y se fueron sumando hasta llegar a la decena. Esa forma de protesta no duró mucho, pero sí lo suficiente para que les sacaran fotos y los filmaran.

A las 17.00, cuando ya todo había terminado, una de las integrantes del grupo dijo a la diaria que estaban por traer una pancarta más grande, que decía “Todos somos sirios”, en referencia a los refugiados. “El gobierno les dio una casa a los sirios y un sueldo, y a nosotros no nos dan nada”, aclaró.

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