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La luz incidente.

Ciclo de exhibiciones vinculado con los Premios Platino al cine iberoamericano

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El 22 de julio se realizará la cuarta ceremonia de entrega de los Premios Platino, una iniciativa de la Entidad de Gestión de los Productores Audiovisuales (Egeda), integrada por España y seis países americanos (Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Perú y Uruguay). Los premios tienen como objetivo propiciar el tratamiento unificado de un mercado “iberoamericano”, con la visión, probablemente acertada, de que si todos los países que lo integran tienden a consumir como propio el cine de esa “región” (más bien “región cultural”), se ampliarán las audiencias y las posibilidades de producción industrial. No se trata, por lo tanto, de un festival que destaque valores alternativos, sino de algo más o menos en la línea del Oscar: considera cierto factor de prestigio y “calidad” en el marco de un cine para gran público. Las ceremonias, que se han realizado en Panamá, Marbella y Punta del Este (esta tendrá lugar en Madrid), conceden gran importancia a las presencias estelares, los vestidos de gala y la alfombra roja. Los films considerados para la premiación provienen de América Latina y la península ibérica, y distan de abarcar todo lo significativo con ese origen, pero incluyen muchos títulos destacados. A propósito de la inminente premiación, se realizará en Montevideo, desde hoy, un pequeño ciclo de exhibiciones en la Sala B del Sodre y en el Centro Cultural de España (CCE), que incluirá a dos films ganadores de ediciones anteriores y a cuatro de los nominados este año.

Los premios son nominalmente iberoamericanos, pero los países de lengua portuguesa han sido bastante relegados (en las tres ediciones anteriores, el cine brasileño recibió la misma cantidad de postulaciones que Guatemala, y menos que Uruguay). Este desequilibrio tiende a corregirse este año, gracias, sobre todo, a las tres candidaturas de Aquarius, de Kleber Mendonça Filho, en las categorías de película, dirección y actuación femenina (Sônia Braga). Es una realización preciosista y contundente, un relato complejo que combina lo vivencial, lo político y lo histórico. Para quien no haya podido verla, habrá un par de oportunidades más en este ciclo (Sala B, hoy jueves a las 20.40 y este sábado a las 21.30).

La argentina La luz incidente, de Ariel Rotter, es un relato excepcionalmente sensible sobre una mujer treintañera de clase media de los años 60, cuyo marido falleció en forma súbita. Lidia con la necesidad de recomponer su vida (en los términos de entonces: conseguirse un nuevo marido) y con el dolor imborrable, aunque ahogado, de la pérdida. También aquí brilla la actriz protagónica, Érica Rivas, aunque no figura entre las candidatas; la película está postulada por sus logros en fotografía (precioso blanco y negro), música y dirección de arte (Sala B, mañana viernes a las 19.00 y este domingo a las 21.00).

Los dos films que se presentan por primera vez en Uruguay son menos espectaculares. El cubano El acompañante, dirigida por Pavel Giroud, denuncia la manera en que fueron tratadas las personas con VIH/sida durante los primeros años de propagación del virus en Cuba. Se hicieron exámenes de sangre obligatorios a toda la población, y a quienes fueron detectados como portadores se los recluyó en un sanatorio aislado, bajo supervisión militar, con las salidas para visitar a las familias estrictamente controladas: al paciente se le asignaba un acompañante encargado de vigilarlo. Ese régimen, concebido como una forma drástica de contención epidemiológica, pero que hoy vemos como violatorio de derechos y libertades, estuvo vigente, según la película, de 1986 a 1988. La anécdota se ubica en ese lapso y lidia con la amistad entre un paciente y su acompañante, que es un boxeador suspendido por doping. El tratamiento es sencillo y maniqueo: todos los militares son rígidos y severos, la directora del sanatorio es una rubia insensible, el enfermero acosa sexualmente a las pacientes, es chantajista y traicionero, y además justo se llama Boris (¿artificio del guion para vincularlo con el comunismo?). En cambio, el señor que maneja el negocio ilegal de los barcos para escaparse de la isla hacia Miami tiene principios éticos inamovibles, y rehúsa un montón de dinero para que no haya ni un pasajero por encima del límite seguro para la capacidad de la embarcación. Daniel, el paciente, es carilindo, corajudo, desafiante y -para ampliar la sensación de injusticia- un héroe de guerra. La película está nominada por el guion y en la categoría “Cine y educación en valores” (Sala B, mañana viernes a las 21.00 y este domingo a las 19.00).

La colombiana Anna, de Jacques Toulemonde, es bastante más sutil. Se trata de un drama íntimo sobre una mujer colombiana residente en Francia, con problemas psiquiátricos que, por lo general, se manifiestan sólo en cierta sobreexcitación que la convierte en una tipa alegre y fiestera, aunque quizá un poco invasiva. A veces su condición se acentúa en una impulsividad más incómoda, o en actitudes agresivas y paranoicas: en los ataques más graves, puede desembocar en catatonia. Tiene un hijo de poco menos de diez años con un francés del que está separada. Ante la inminencia de una acción judicial que la puede llevar a perder la tenencia, se escapa con su novio y el gurí a Colombia, donde el periplo de los tres tiene algo de road movie. Está muy bien filmada y las actuaciones de los adultos son formidables, en especial la de la intensa Juana Acosta (nominada). Hace pensar en Betty Blue (Jean-Jacques Beineix, 1986) lo de lidiar con una persona que tiene su encanto pero cuya psiquis puede manejarla como si fuera una fuerza extraña, ajena a su voluntad, aunque Anna no es trágica como Betty Blue (Sala B, hoy a las 19.00 y este sábado a las 21.30).

El ciclo comprende también exhibiciones en el CCE, de la chilena Gloria (Sebastián Lelio, premio a mejor película en los Platino 2014), el lunes 17 a las 20.15 y de la colombiana El abrazo de la serpiente (Ciro Guerra, ganadora en 2016 y, dicho sea de paso, coescrita por Toulemonde, el director de Anna), el miércoles 19 a las 21.00. El ciclo culminará con la retransmisión en directo de la gala en el CCE, el sábado 22 a las 17.00.

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