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Estudio concluye que la mayor distancia entre izquierda y derecha en Uruguay está en los valores socioculturales

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No son los posicionamientos de clase o la concepción del rol del Estado, sino más bien la visión sobre el aborto, el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana, lo que más separa a los electores de izquierda y de derecha en Uruguay. Esto es lo que concluye un estudio titulado “Espacios de competencia y significados de la ideología de izquierda y derecha en Uruguay”, elaborado por los politólogos Lucía Selios, Eduardo Bottinelli y Óscar Bottinelli, presentado ayer en el 9° Congreso Latinoamericano de Ciencia Política, en Montevideo. El congreso, denominado “¿Democracias en recesión?”, culmina hoy y fue organizado en conjunto por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y la Universidad Católica.

Selios afirmó que en Uruguay los electores “se parecen” a los partidos a los que votan en términos de autoidentificación ideológica, y destacó que los partidos más exitosos “fueron los más congruentes con la visión de su electorado”.

Óscar Bottinelli agregó que es en los valores socioculturales donde aparece la mayor distancia entre izquierda y derecha, y aseguró que estos “están oficiando como un elemento de sostén del Frente Amplio [FA]” más que otros factores, como las políticas públicas o las posturas frente a temas concretos de agenda.

Como ejemplo de valores socioculturales que dividen, Bottinelli mencionó en conversación con la diaria al aborto como “el más nítido divisor”. También dividen las aguas el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana, aunque en estos dos últimos casos las diferencias se fueron “amortiguando” y comienza a haber “una mayor aceptabilidad del lado del electorado de los partidos tradicionales”.

Sobre la legalización de la marihuana, puntualizó que “se dice que la gran mayoría de los uruguayos está en contra”, pero advirtió que eso depende de la pregunta que se formule. “Si tú hacés una pregunta que sugiere que el gobierno quiere dar libre albedrío a la droga y que la gente esté drogándose en la plaza Independencia, te van a decir que no”, comentó. En cambio, dos tercios de los consultados están a favor si se les pregunta con una introducción que señale que “podrá estar bien o mal la marihuana, pero que hay gente que tiene ese hábito, y que ese hábito tiene la posibilidad de ser reprimido e ir a las bocas del narcotráfico, o que el Estado provea”. Además, agregó que de las consultas realizadas “surge con claridad que no espanta el tema de la marihuana” y que “no es lo mismo que decir que el Estado provea cocaína o pasta base”. “La gente tiende a ver la marihuana como algo más light y, por lo tanto, aunque a la mayoría no le gusta, no manifiesta un rechazo visceral como hacia otro tipo de drogas fuertes. Por otro lado, lo que implica como forma de combate al narcotráfico es visto como una medida positiva”, destacó.

En cambio, no hay tanta distancia entre izquierda y derecha en lo que tiene que ver con los “valores socioeconómicos”, por ejemplo, en lo referente al mayor o menor estatismo. “Lo que es claro es que los votantes frenteamplistas son más estatistas que los de los partidos tradicionales, pero en términos leves. No es que hay una raya y que hay mitad que son estatistas y mitad partidarios del libre mercado. La cultura batllista ha permeado mucho”, sostuvo el analista. Agregó que ahora se está haciendo una actualización de estas opiniones para determinar si el tema de ANCAP “podría haber cambiado en algo la percepción sobre el Estado gestor de industrias monopólicas”. “Hasta ahora se venía con el discurso de un Estado que era eficiente en la administración de las empresas del Estado, y esto se quebró como imagen, entonces hay que ver qué pasa”, indicó.

El centro no importa tanto

Otro trabajo presentado en el mismo panel, denominado “El éxito electoral de la izquierda: explorando modelos espaciales de la conducta de los votantes en América Latina”, concluyó que en los casos de las primeras victorias electorales de la izquierda en la región, el éxito se explica en mayor medida porque los líderes se corrieron hacia la izquierda, en lugar de tener discursos centristas. Diego Luján, autor del informe junto con Juan Andrés Moraes –ambos de la FCS–, sostuvo que los candidatos de izquierda mejoraron su desempeño electoral “alejándose del centro”. Este fue, por ejemplo, el caso de Luiz Inácio Lula da Silva en las dos elecciones en las que triunfó. En cambio, los datos de la primera victoria de Dilma Rousseff no arrojan resultados tan contundentes.

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