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Trabas al desarrollo del cannabis medicinal produjeron un “mercado ilegal” paralelo

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El equipo de investigación Monitor Cannabis, un grupo interdisciplinario radicado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República dedicado a estudiar los diferentes usos de esta hierba, hizo una encuesta con 95 pacientes que utilizan cannabis medicinal o están interesados en acceder a información sobre tratamientos a base de esta sustancia, y presentó sus resultados a la Comisión de Adicciones de la Cámara de Diputados el lunes.

“24% consultó por enfermedades neurológicas, otro 24% por cáncer, en tercer lugar se hizo por dolor crónico y, luego, por otro tipo de enfermedades conocidas”, explicó Gustavo Robaina, integrante de Monitor Cannabis. Agregó que “55% de las personas que consultan por cannabis medicinal lo hacen por un dolor crónico multicausal”. “O sea: la principal causa de consulta es el síntoma de cualquiera de las enfermedades que represente dolor. Le siguen los síntomas de la esfera neurológica y de salud mental”, explicó.

Robaina también informó que quienes consultan por cannabis medicinal “están entre diez y 15 puntos por debajo de la media normal de las personas en cuanto a calidad de vida”: “Se trata de personas que tienen un alto sufrimiento por la enfermedad que tienen y los síntomas que les causa”. Además, dijo que sólo 10% de ellas “accedió a la información por intermedio de profesionales de la salud”, lo que calificó de un “problema”. Y todo esto con un detalle no menor: si bien Uruguay no ha implementado ningún tipo de producto a nivel nacional, de todas formas “las personas están consultando y están usando cannabis medicinal”.

Ante esta situación, los interesados en usar cannabis medicinal tienen dos opciones. Una de ellas es importar los productos. “Eso tiene un elevado costo para las personas, de casi 300 dólares por mes, además de un trámite burocrático bastante engorroso”. El resto lo hace “por terceros –que no sabemos quiénes son–, por medio de clubes de cannabis, de autocultivadores o, simplemente, comprando en el exterior por medio de otras personas, pero no sabemos nada de la calidad de esos productos”. La encuesta, sostuvo, permitió entonces comprobar algo que “ya es vox populi”: “Las personas están accediendo a productos en el mercado ilegal”.

La psiquiatra Raquel Peyraube, quien también integra Monitor Cannabis, dijo que estas personas “no están en tratamiento”, y explicó que han llegado a testear productos que “solamente tenían aceite de oliva”. “No tenían nada. O sea que, además de traficantes de drogas, ahora tenemos traficantes de esperanzas”. Dijo que muchos de estos usuarios “son abusados en el abandono que sufren y también por el mercado clandestino del supuesto cannabis medicinal”.

Peyraube denunció la “injusticia” que esconde la necesidad de importar estos productos. “Quien puede pagar 300 dólares por mes accede a un producto con control de calidad que no se va a contaminar con hongos ni con metales pesados, debido a su producción orgánica, mientras que el resto no podrá hacerlo”.

Al finalizar la sesión, Robaina aseguró que Uruguay goza de un marco legal “adecuado”, pero sus reglamentaciones “no se adaptan a la creación de un nuevo producto que circulará en el país, como el cannabis medicinal”. “Existe un enfoque prohibicionista y desactualizado de los funcionarios estatales, que ha impedido desarrollar iniciativas ingeniosas y oportunas que permitan solucionar este brete” sostuvo. Esto implica que, “a la hora de buscar una alternativa, la gente se encuentre en un callejón sin salida o acuda al mercado negro”. “Pretendimos que fuera una política de desarrollo de una industria no tradicional para el país, apostando a mejorar nuestras tasas de empleo. Sin embargo, vamos a terminar comprando cannabis a los países que regularon después, como, por ejemplo, Colombia”, aseguró.

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