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Gonzalo Fernández asiste a la comisión investigadora por espionaje en democracia, ayer, en el edificio anexo del Palacio Legislativo. Foto: Pablo Vignali

Inteligencia también espiaba a los postulantes a ingresar en su Dirección General

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Ayer volvió la danza de ex ministros por el edificio anexo del Palacio Legislativo para brindar testimonio sobre el espionaje ilegal en democracia. Tanto Guillermo Stirling, que estuvo a cargo de la cartera del Interior entre 1998 y 2004, como Gonzalo Fernández, ministro de Defensa Nacional de 2009 a 2010, estuvieron unos pocos minutos ante la comisión investigadora y manifestaron que, como viene siendo la regla, no tenían conocimiento sobre las actividades ilícitas de Inteligencia.

El diputado oficialista Luis Puig, integrante de la comisión, dijo en rueda de prensa que las próximas convocatorias serán a los jefes de los organismos de Inteligencia militar y policial desde 1985 hasta la fecha. Agregó que siguen analizando los documentos del “archivo Berrutti” y que están tratando de establecer “de dónde partieron las órdenes para el espionaje”. Por último, el diputado señaló que si llegan a tener conclusiones sobe el tema, corresponderá, además de elaborar un informe para la Cámara de Diputados, notificar a la Justicia, “en la medida en que entienda que hay presunción de delitos”.

Agua podrida

Uno de los métodos de espionaje que utilizaba Inteligencia y que más ruido hizo a nivel mediático fue el de los agentes que se hacían pasar por inspectores de OSE. la diaria accedió a un par de documentos del “archivo Berrutti” que describen esas acciones y que no serían parte de los 14.000 papeles microfilmados en formato PDF que liberó el semanario Brecha a fines de julio -se supone que el total del archivo lo conforman tres millones de documentos-.

En un texto de octubre de 1990 se consigna que un espía fue a “inspeccionar” un edificio que tenía “apartamentos” con “entrada de agua y luz en común”. De uno de ellos se describe con precisión cómo estaba constituido. En ninguna parte del texto se señala cuál era la motivación del espionaje específico.

Más adelante se relata la “inspección” de un salón, con el nombre completo y la cédula de identidad de la dueña, de la que también señalan su postura ante los “inspectores de OSE”: “Muestra recelo al principio, pero posteriormente, al mostrarle la documentación que acredita, cambia su trato y se muestra algo más accesible, pero no pierde en ningún momento el recelo”. El local estaba dedicado a “masajes y limpieza de cutis”. El lugar no solamente es descrito espacio por espacio -incluso se reseña cada electrodoméstico que había en la cocina y si el baño tenía calefón-, sino que también hay un croquis que oficia de “plano” del lugar. El espía aclaraba que no pudo acceder al sótano, donde estaba “la sala de masajes y su dormitorio”, ya que no tenía “ninguna conexión de agua allí”.

La incomodidad o sospecha de los “inspeccionados” se hace carne en más de un documento. Por ejemplo, en un texto de 1989 se describe que el propietario de una farmacia, al pedirle autorización para “observar su contador de agua”, tomó una actitud “de persona incómoda”, que acompañó “con gestos de manos y cara”. Más adelante se insiste: “Es de notar que el trato de esta persona hacia los agentes fue muy áspero y agresivo a la vez”.

“Amistades frentistas”

Al menos en los documentos a los que accedió la diaria, no quedaban claras las intenciones de los “relevamientos” de los “funcionarios de OSE”; en cambio, en un texto de junio de 1989 se señala que se realizó una “investigación” a una mujer “motivada” por “la solicitud presentada por la sujeto con la intención de ingresar en esta Dirección General”. Se describe a la postulante como una “joven seria, formal y trabajadora, sin vicios y con ganas de superación. Sin preocupaciones políticas y de ideas demócratas. Pero su círculo social y amistades son frentistas”. Después se dan instrucciones de “poner especial interés” en su “círculo de amistades” y se señala a los supuestos nombres de las personas que lo integraban.

Luego se informa que los “agentes” realizaron entrevistas con un primo de la muchacha, que dijo que la investigada era “de tendencia colorada (pachequista), sin vicios y con deseos de superación”, y que sus “amistades” eran “recientes”, y simplemente “un grupo de estudios”. A su vez, su padre les dijo que el contacto con el grupo de estudios era “para lograr un acercamiento con gente de izquierda con la finalidad de obtener información”.

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