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La Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) cumplió diez años y lo celebró el lunes en un Teatro Solís repleto de científicos, emprendedores y académicos. En la ceremonia, que contó con la presencia y palabra del presidente Tabaré Vázquez, que también era primer mandatario cuando la Agencia comenzó a funcionar, se pudo apreciar la mezcla de orgullo, satisfacción, y por qué no, también los nervios de Fernando Brum, presidente de la ANII. Con él conversamos sobre la década de apoyo a la investigación y la innovación y los desafíos que le esperan a la Agencia en el futuro, que más que estar a la vuelta de la esquina es la esquina misma.

¿Cómo ves a la ANII insertada en la nueva institucionalidad de la ciencia?

Nunca estuve demasiado interesado en los temas de la gobernanza, estoy más interesado en los instrumentos y en hacer cosas. Desde ese punto de vista, hay muchísimo por hacer. Después de haber armado las plataformas y los instrumentos básicos de la Agencia, en este último período estamos trabajando más en juntar las partes. A eso lo denominamos “tejer la trama”, que es juntar a los inversores con los investigadores, a los emprendedores con los empresarios, a la academia con la industria, al gobierno que les explique mejor a los investigadores cuáles son los problemas y a los investigadores que orienten la investigación a los problemas del país. Pero todo eso es un diálogo, no es que una de las partes siempre hace las cosas fantásticas y la otra horrible, nunca es así. Hoy por hoy este tema de tejer la trama es lo más importante.

Acaban de celebrar diez años, pero tratándose de investigación e innovación, uno está tentado a preguntarte por los diez que vienen.

Te diría que los veo más enfocados en juntar las partes. Y para eso apostamos a los eventos trama, a los instrumentos de armar contactos, como los Centros Tecnológicos, o como Desafíos, que consiste en que una empresa o institución nos presenta un desafío y nosotros buscamos quién lo puede resolver. Y en general el que lo puede resolver es un consorcio. El desafío que presentó Unilever lo resolvió un consorcio entre una repartición de la Intendencia de Montevideo, una empresa y el área de Ingeniería de Alimentos de la Universidad Católica. Entonces la forma en la que nos vemos para adelante es profundizando la herramienta Desafíos y la herramienta de los Centros Tecnológicos. Por ejemplo, el de Tecnología de la Información es un clúster en el que participan empresas, institutos de investigación y gente que trae problemas, como el INIA [Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria] o Agesic [Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento, nombre largo si los hay]. Uno podría pensar qué hace el INIA en un centro de tecnología de la información. Pero la respuesta es sencilla: trae problemas. Y eso es buenísimo, porque si los trae vas a armar tu investigación y hasta tus propuestas de negocios con base en problemas reales y vas a tener mucho más impacto. Estamos por lanzar un llamado, por primera vez, con el Ministerio del Interior. Es para investigación sobre Seguridad Ciudadana y Criminología. Y si vos ves los temas, vas a ver cosas como “impacto de las políticas de patrullaje tal”. El Ministerio no le está diciendo a la comunidad científica que le preocupa la seguridad, le está diciendo que hoy, en 2017, le preocupa tal y cual tema. Entonces vamos a poner fondos para investigar en esos temas concretos, dando toda la libertad de investigación que tiene siempre la comunidad académica.

Y ahí volvemos a la institucionalidad. Una de las críticas que se le hacen a la ANII desde varios actores de la ciencia es que si bien fue creada para ejecutar políticas que se deciden en otras áreas (Conycit, Gabinete Ministerial), la dirección de la ciencia está tan acéfala y sin mirada a largo plazo que la ANII es, por la vía de los hechos y mediante los fondos que otorga, la que termina definiendo la política de ciencia y tecnología. Por ejemplo, ¿quién definió lo estratégico de abrir una línea de financiamiento para investigación en criminología?

¿Quién está definiendo la política de investigación en seguridad y criminología? El Ministerio del Interior. No se me puede ocurrir otro organismo que la defina. El país tiene un gobierno, el gobierno tiene sus ministerios y quienes definen la política son los ministros. Te hago la pregunta al revés: si la investigación y los temas prioritarios en investigación sobre seguridad y criminología no los define el Ministerio del Interior, ¿entonces quién? En inocuidad alimentaria, ¿quién tiene que definir los temas? El grupo de trabajo que creó el Ministerio de Ganadería. La ANII es un observador en ese grupo, porque nosotros somos tomadores de temas, no los proponemos. ¿Qué sabemos hacer nosotros? Organizar llamados, ubicar expertos. Eso es lo que hacemos. Así como tenemos llamados sectoriales, también creemos en los llamados abiertos, sin tema, para la comunidad científica. El fondo Clemente Estable, y el fondo María Viñas, son fondos abiertos. Hay instrumentos para investigación, hay instrumentos para innovación, hay instrumentos para formación de capital humano. El gran tema es que para el que sólo tiene un martillo, todos los problemas son clavos. Pero nosotros no tenemos un martillo. Tenemos un martillo, un destornillador, una tenaza, una pinza; tenemos una paleta de instrumentos. Algunos están cerrados a propósito, como el del Ministerio del Interior. El Fondo de Salud, que es para investigación clínica, no es amplio, está concentrado en temas específicos.

Y ustedes sólo “tejen la trama”...

Juntamos las partes, gestionamos. Entonces, ¿quién define las políticas? La política de ciencia y tecnología la define el gobierno. Y la política de seguridad también la define el gobierno. Como la de ganadería.

Pero la pregunta va un poco más allá. No hay nadie, no hay ningún organismo que esté pensando hacia dónde debería ir la ciencia y la investigación con una visión estratégica que trascienda las necesidades del gobierno.

Te diría que en la ANII no pensamos esos temas. Me podés hacer esa pregunta a mí, a Fernando Brum, y te puedo contestar lo que yo pienso, pero no tiene nada que ver con lo que piensa la ANII porque la ANII no piensa.

Podría titular “La ANII no piensa”...

[Risas]. Exactamente. La ANII no piensa sobre esos temas porque no es su cometido. ¿Cómo debiera ser la gobernanza en la ciencia y la tecnología? Es un tema muy complejo. Y es más complejo aun si me preguntás cómo debiera ser la gobernanza en ciencia, tecnología e innovación. Ahí estás mezclando la baraja, porque una cosa es la ciencia, otra cosa es la tecnología y una cosa muy diferente es la innovación.

¿Por qué la innovación es tan distinta?

La ciencia es disciplinar. La astronomía es una ciencia, la matemática es una ciencia. La tecnología también es disciplinar. Tenés ingeniería civil, ingeniería del agro. Pero la innovación no es disciplinar. La innovación es una actitud. Entonces comparar la ciencia con la tecnología y con la innovación es juntar caramelos con boniatos. Además, al hablar de ciencia, tecnología e innovación, que además denominan CTI, que es estar en el CTI desde el punto de vista desde el que armamos la idea. Porque al enunciarla así se está implicando que hay un orden, que abajo está la ciencia, que arriba está la tecnología y que por encima de todo está la innovación. Pero el mundo es multidimensional, es muy difícil establecer relaciones de orden. Hay innovación sin ciencia ni tecnología. El señor que fue a cenar un día a Nueva York y se olvidó de la billetera y pidió fiado en el restaurante creó el club de gente que va a cenar y se olvida de la billetera, que se llamó Dinner’s Club. El tipo inventó la tarjeta de crédito y generó un impacto enorme en la vida de todos. Fue una innovación sin ciencia ni tecnología. De la misma manera, puede haber ciencia sin tecnología. Y puede haber tecnología sin ciencia. Son desarrollos diferentes, que tienen épocas y ritmos diferentes, culturas diferentes, que a veces se encuentran y por eso insistimos tanto nosotros en tejer la trama. Yo quiero que se junte la innovación con la tecnología, la innovación con la ciencia, pero no que me digan que viene primero una, después la otra y al final la otra. Tengo que tener instrumentos para promocionar la innovación, instrumentos para promocionar la ciencia e instrumentos para promocionar la tecnología. Si no entendemos que esa multidimensionalidad del fenómeno lo estamos reduciendo. Y tenemos que diseñar instrumentos especiales para juntarlos, para tejer la trama. Hay que tener políticas activas... ni siquiera me gusta la expresión “políticas activas”. Hay que realizar acciones, hay que juntarlos en una reunión a la que venga la gente del Ministerio de Salud y diga cuáles son los temas que les preocupan y que la gente que investiga tome nota. Entonces si quieren investigar con los fondos del Ministerio de Salud, investigan sobre esos temas. Y si quieren investigar otros temas, se presentan a otros fondos, que existen, y compiten con todas las investigaciones no sectorizadas.

Pero eso también es hacer política. El lanzamiento de un instrumento es una forma de hacer política.

Llamale como quieras. La política es inherente a todas las cosas, pero de ahí a decir que tenemos que tener un comité con todo el mundo representado... en ningún ámbito de la vida es así. El Ministerio de Economía no funciona a partir de un comité en el que están representados todos los sectores que tienen que ver con la economía. ¿Hace falta en Uruguay un Ministerio de Ciencia y Tecnología? No lo sé, se puede discutir. Pero si lo hubiera, tendría un ministro y punto. ¿Y en dónde se hace la política? La hace ese señor que es el ministro. Hoy no tenemos un ministro de ciencia y tecnología. Entonces la política y las prioridades las definen cada uno de los ministerios en el Gabinete Ministerial. Hasta hace unos años se decía que había ministerios relacionados con la ciencia, la tecnología y la innovación y otros que no. El Ministerio del Interior no estaba entre esos y el de Salud tampoco. Y hoy resulta que tenemos fondos con cada uno de ellos. ¿Había que esperar que se hiciera toda una movida institucional? No. Había que juntarse con la gente de los ministerios y decirles que nosotros sabemos armar fondos, sabemos promover proyectos de investigación, y preguntarles si ellos tenían problemas para abordar desde ese lugar. ¿Había que hacer un plan estratégico, un libro blanco? No, había que hacer tres llamadas telefónicas.

El 80% de los investigadores de nuestro país trabajan en la Universidad de la República. Si ese tejido de la trama funcionara, ¿la disminución de ese porcentaje sería un buen indicador de que se está avanzando en la dirección correcta?

Sí, debería bajar. Debería haber más investigadores en el sector privado y debería haber más empresas basadas en investigadores. Por ejemplo, tenemos un instrumento para que a una empresa que quiera abrir un área de investigación y desarrollo (I+D) se le puede financiar hasta la mitad del sueldo del gerente de I+D durante cierto período. De esa manera, le bajamos el riesgo a incorporar departamentos. Tenemos empresas que han usado ese instrumento. Otro camino es el del ci 2 , el Centro de Innovación en Ingeniería, en el que están las cuatro facultades de Ingeniería. Ya hay un programa para que el proyecto de grado de los estudiantes de las cuatro facultades tengan un subsidio si hacen su proyecto de grado en una empresa. Lo mismo hacemos cuando terminan sus proyectos los maestrandos. Los estamos arrimando desde chicos. Así que sí, sin ninguna duda, tiene que haber muchos más investigadores en el sector privado, y además estamos trabajando para que haya mucha más inversión privada en investigación. Y no sólo en investigación aplicada, sino también en investigación básica. Entonces estamos trabajando con algunas empresas para armar un fondo sectorial con empresas.

Se dice que los empresarios uruguayos tienden a no invertir en I+D.

Eso es porque no los conocen. Algunos piensan en I+D y otro no. Pero es una generalización que le hace muy mal a ese tejer la trama, a ese arrimar los sectores. Porque los empresarios, entre otras cosas, leen la prensa. Cuando escuchan las declaraciones de un científico que dice que a los empresarios no les interesa la I+D, no invierten y son buscadores de renta, no les gusta. Y ahí se está destejiendo la trama. Los empresarios también destejen la trama si dicen que los científicos estudian lo que se les ocurre y no prestan atención a los problemas nacionales. Como son dos sectores destejedores de trama, nosotros tenemos que tejerla, porque alguien lo tiene que hacer. Si dejamos a los sectores que tienen este nivel de incomunicación sin tener políticas activas para tratar de acercarlos, no vamos a avanzar.

Por otro lado, está el tema de los fondos. El compromiso de 1% para I+D no va a ser honrado. Los fondos María Viñas que entrega la ANII para investigar rondan los 20.000 dólares, cuando un uruguayo que está en el Pasteur de París, me dijo que en su proyecto, sólo de reactivos, se gastaron más de 300.000. ¿Qué tan cómoda está la ANII con los fondos que dispone?

La ANII no está cómoda con los fondos que dispone. Nos gustaría tener más, pero a todo el mundo le gustaría eso. Y para tener más fondos, la ANII está trabajando con empresas privadas para tener fondos sectoriales financiados por ellas. Estamos tratando de apalancar la inversión pública con la privada, o la privada con la pública. No importa tanto quién es la palanca. Es lo mismo que hacemos en el sector empresarial.

En los fondos empresariales, por cada dólar que ponen ustedes la empresa tiene que poner otro.

En los fondos empresariales nosotros coinvertimos con la empresa. En los instrumentos de promoción de la investigación queremos coinvertir con socios. Y los estamos buscando activamente, tanto en organismos como en empresas. No tengo en este momento un caso de éxito, pero espero tenerlo antes del in de 2017. Sí te puedo poner la firma de que vamos a tener un caso de éxito a fines de 2018.

En la ceremonia de celebración de los diez años cerraste con la frase “Creemos en la investigación. Creemos en la innovación. Creemos en el Uruguay”. Uno tiene su sesgo, y la palabra “creer” le rechina. ¿Ustedes no deberían tener datos y evidencia objetiva sobre el rol de la investigación y la innovación en lugar de tener que apelar a la creencia?

Tenemos datos. Pero tenemos que creer también. Nosotros estamos diciendo que creemos que invertir en innovación e investigación contribuye fuertemente con el desarrollo nacional. No creemos en eso como podríamos creer en Papá Noel. Creemos porque miramos el mundo y vemos que los países que tienen los mejores indicadores son los que más invierten en I+D.

Pero eso datos los sabemos, no los creemos.

En el mundo de hoy saber es una palabra muy fuerte. Nadie lo ha refutado, diría Karl Popper. Cuando yo digo “creemos en la investigación” es un apócope de “creemos que es importante invertir en investigación”. Y creemos que es importante por la evidencia que nos da el mundo global y los años de historia desde la revolución industrial hasta hoy. Y el creer en Uruguay... ahí sí es como creer en Papá Noel o como creer en la celeste. Eso sí es totalmente irracional.

Así que la ANII no piensa y es irracional...

Ese es el título [risas]. Pero los datos y los números de lo que hacemos están en el sitio de la ANII y cualquiera los puede consultar. Hay que buscar el ISA, el Informe de Seguimiento Anual. Sale todos los años, es el canto a la transparencia. Pero hay que leerlo. Pero sí, terminé con esas tres frases. Dos racionales y una irracional.

Por lo menos la irracional tiene su lógica. Bueno hubiera sido que terminaras diciendo “Creemos en Francia”.

Sí, no hubiera sonado bien.

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