Dos expertos, uno en semiótica y otro en sociología, analizaron las repercusiones del caso de Cristian Kiki Pastorino.
El especialista en semiótica Fernando Andacht, profesor titular grado 5 y coordinador del Departamento de Teoría y Metodología de la Facultad de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República (Udelar) dijo a la diaria que hay que salir de la fascinación por la imagen para conocer los hechos que llevan a la violencia. El profesor analizó, desde su disciplina, el rol de los medios en el caso de Cristian Pastorino, conocido como el Kiki.
“En este caso concreto me llama la atención la difusión muy fuerte de la foto de este hombre, y es ahí donde los medios tienen una función esclarecedora”, dijo. Aseguró que la foto de Pastorino “es casi angelical”, y si la viera un extranjero “difícilmente diría que se trata de un homicida frío y despiadado”, y que hasta su apodo remite a algo “inofensivo”.
Explicó que en semiótica hay tres clases de representación. Una es “la representación icónica, que hoy ha eclipsado en los medios. Uno mira y parece que entiende algo, pero no se entiende nada”, porque faltan las otras dos: una es la fáctica: “Los hechos explican [las cosas], es algo que no aparece en esa foto”. Y después está la representación simbólica: “¿Qué significa la vida de ese hombre? Debe haber pasado un infierno en su vida para autoeliminarse, porque al final se aplica a sí mismo la pena de muerte”.
Aseguró que en estos casos es “tentador” usar la definición que usan en Brasil. En ese país llaman a estos delitos “crimen hediondo”: “Es una retórica interesante porque quiere decir que es repugnante, lo que lleva a una imagen muy fuerte de podredumbre. Aparece el paradigma de la villanía, como en las películas en las que se ve al archivillano. Es ahí donde hay que tener cautela, hay una iconofilia, uno se queda mirando, alelado por la imagen, y cree entender algo pero no se entiende nada”, sostuvo.
Alerta feminista
La Policía de Melo capturó en una pensión de esa ciudad de Cerro Largo, en la medianoche del martes, a la ex pareja de Valeria Monzón, una mujer de 32 años que apareció muerta el lunes en su domicilio en la localidad de Vergara, Treinta y Tres, con un disparo en la cabeza. El hombre, de 30 años, declaró ayer ante la fiscal departamental de 2º Turno de Treinta y Tres, Ana Paula Segovia, y según informaron medios locales, se declaró culpable, lo que confirmaría que la muerte de Monzón fue un femicidio. El hombre tenía antecedentes de violencia contra su anterior pareja. Ante esta confirmación, la Coordinadora de Feminismos del Uruguay convoca hoy a otra Alerta Feminista, que será en la plaza Libertad a las 19.30.
Además, de Pastorino sólo se conoce “su prontuario”. “Mató a su compañera y amenazó a su madre, pero seguimos en ese río revuelto que es ganancia para diversos actores, para los que piden la pena de muerte, la cadena perpetua”. Dijo que “comprender los episodios es lo que lleva a algo preventivo, porque de otra manera se enfatiza sólo el desenlace, como pedir la cadena perpetua, y entonces, ¿por qué también no pedir la tortura, o colgarlo, como en la Edad Media?
“Mirando la imagen del Kiki, la del Pelado Roldán o de cualquier otro criminal muy poco se va a aprender”, sostuvo el semiólogo. Andacht explicó que “el riesgo mayor es llegar a una suerte de fatalismo: no hay nada que hacer, los monstruos están ahí afuera. La imaginación desatada, librada a soñar, hace que ese sueño sea pesadillesco”. El especialista aclaró que no se trata de culpar a la sociedad, porque eso sería caer en “un lugar común”. “La culpa de todo siempre la tiene la misma cosa: la ignorancia. En este caso, la ignorancia de la violencia que tuvo que haber sufrido [Pastorino] para desarrollar ese grado de violencia con tan poca vida”, agregó.
Andacht calificó a las redes de una “mesa de boliche”, pero dijo que “un efecto positivo es lo que pasó en Estados Unidos. Después de la matanza en Florida [el 16 de febrero en el instituto Parkland, en la que murieron 17 personas], una chica sobreviviente llamada Emma Gonzales dio un discurso muy emocionante en el que pide que no les mientan más, y asegura que las armas son el problema”. “Ahí hay alguien que está tratando de comprender”, visualizó.
Bárbaros online
Por su parte, el doctor en sociología Eduardo Morás, director del Instituto de Sociología Jurídica de la Facultad Derecho de la Udelar, sostuvo que “la barbarie del acto que cometió este joven [Pastorino] es acompañada de otro tipo de barbarie, que es auspiciada por el cretinismo anónimo de las redes sociales. El uso que se les está dando permite exponer con crudeza los peores sentimientos de las personas”, dijo. La reacción “demuestra un problema de resentimiento profundo en la sociedad uruguaya, además de un uso político de una tragedia, y se trata de la peor de las políticas: la electoral”. El sociólogo aseguró que también hay un fenómeno creciente por el que determinados sectores de la población empiezan a ser deshumanizados y “cada vez vemos más expresiones como: ‘hay que matar a los pichis’ o ‘que se maten entre ellos’. Eso es quitarles la condición humana a los que cometen lo delitos y a los que viven en sus barrios, porque son sospechosos, o se los culpa de su propia situación, sea porque cobran [prestaciones sociales] del Ministerio de Desarrollo Social o se reproducen sin ningún tipo de compromiso con el resto de la sociedad. La deshumanización de las personas que viven situaciones sociales de exclusión es el paso previo para pedir su exterminio. Esto no es nuevo, ya ha pasado con otras minorías”.
Sobre Pastorino, sostuvo que se trata de un caso extraordinario, porque además de asesinar a su pareja y a la trabajadora del supermercado, es sospechoso de un “ajuste de cuentas”. “Generalmente esos tres tipos de homicidios no se juntan en una misma persona, es un caso muy particular”, dijo.
El especialista presumió que “el homicidio de un joven en La Teja, que tiene como sospechoso a Kiki, no fue suficientemente investigado porque se trataba de un ‘ajuste de cuentas’, y el femicidio, que se dio en el marco de un contexto de extrema pobreza, tampoco fue correctamente investigado, de acuerdo con el planteo que hizo la fiscal. La conclusión que uno puede sacar, como el Kiki fue ubicado después de 48 horas del reciente homicidio, es clara: no tiene el mismo valor la vida en determinados contextos”.
Sobre el pedido de aumento de penas, afirmó que cuando se dan crímenes de las características del del sábado sale “la oposición a pedir: la renuncia del ministro del Interior, incrementar las penas, sacar el Ejército a la calle o traer a Rudolph Giuliani para que nos asesore. El rol de la oposición también es empobrecedor”.
Morás aseguró que el aumento de las penas es el “culpable del incremento de los homicidios”. “El Frente Amplio, del que se dice que tiene mano blanda con la delincuencia, asumió en 2005 con 7.000 presos y hoy hay 12.000; somos el país del continente que tiene la mayor tasa carcelaria y, en vez de estar mejor, estamos peor. Eso es porque se generó una cultura carcelaria que se trasladó a los barrios y generó el fenómeno de los ajustes de cuentas”. El experto explicó que este tipo de homicidio se produce porque los conflictos de las cárceles se resuelven afuera, “una hipótesis que maneja el propio Ministerio del Interior”.
Otra cosa que no está presente en el debate es que una personalidad como la de Pastorino no se forma de un día para el otro. “No se despertó un día y dijo: ‘Me consigo un revólver y empiezo a matar gente’; por lo general, a partir de la experiencia que tengo de desarrollar investigaciones con jóvenes infractores, hay muchas señales antes de que se desarrolle este tipo de violencia”, expresó. No obstante, dijo que no es posible evitar “todo”, porque “son hechos extraordinarios que responden a una patología particular que no siempre es posible de prever, en la generalidad hay mucho para hacer”. Morás hizo una investigación en 2015 sobre los 530 adolescentes privados de libertad en Uruguay en ese momento y “algo que la sociedad desconoce es que 80% de los jóvenes habían trabajado antes [de delinquir], pero en condiciones de precariedad, empezando a trabajar a edades muy tempranas; además, más del 50%, en algún momento, se vinculó al sistema educativo secundario y fracasó, la institución no tuvo la capacidad de darles una oferta que contemplara la dificultad de ese joven”.
De primera y de segunda
Teresa Herrera, integrante de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica, dijo a Radio Carve: “Hay muertas de primera y muertas de segunda”, en referencia a que el esfuerzo policial no fue el mismo para atrapar a Pastorino tras haber asesinado a su ex pareja, que después del homicidio de Cabrera. “Las mujeres asesinadas en estas situaciones son como muertas de segunda, porque todavía prima la concepción de que son muertes inevitables, que son problemas personales de relaciones de pareja”. Agregó que no necesita explicar “la consternación” generada por “el asesinato de la muchacha el fin de semana”, pero opinó que “la misma consternación debería haber producido cuando él [Pastorino] asesinó a su pareja”. Finalmente, dijo que la Policía ha mejorado “su desempeño en el tema de la violencia contra las mujeres, pero todavía hay mucho camino para recorrer”. “Jamás iban a poner tantos efectivos para perseguir a este muchacho por haber matado a su pareja”, sentenció.
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