El salón Dorado de la Intendencia de Montevideo (IM) estaba repleto ayer: la comuna había convocado a importadores, industriales, técnicos registradores y comerciantes minoristas para responder las múltiples consultas respecto de cómo deben etiquetar los alimentos que contienen ingredientes genéticamente modificados. Las consultas se multiplicaron a partir del 6 de febrero, cuando la IM aprobó la resolución que reglamenta cómo debe ser el rotulado de alimentos.
En verdad, había algunas preguntas que no eran necesariamente nuevas, porque la normativa no arranca de cero: la IM comenzó a legislar sobre el etiquetado transgénico en 2013.
La normativa empezó a aplicarse el 1º de enero de 2015, pero fue suspendida al comienzo de la administración de Daniel Martínez. Se modificó el logo (que ya no será una letra T sobre un triángulo amarillo, sino un círculo) y la Junta Departamental hizo una precisión en el texto, para que quedara claro que deben rotularse los alimentos que provengan de organismos genéticamente modificados “o que contengan ingredientes producidos a partir de estos, que superen el 1% del total de cada ingrediente considerado individualmente”.
Quienes respondieron las dudas fueron Fabiana Goyeneche, directora de Desarrollo Social de la IM, y Marcelo Amado, responsable del servicio de Regulación Alimentaria. Al comienzo de la exposición, Amado reconoció que hacía “unos cuantos meses, por no decir un par de años” que la IM estaba intentando sacar el nuevo diseño del rotulado, y que para ello se contó con los aportes de los que allí estaban.
Goyeneche fue clara al expresar que “la obligatoriedad de etiquetar ya está vigente”, puesto que desde el 6 de febrero todo nuevo registro (o renovación) de un alimento debe tener el logo definitivo. La fiscalización en los puntos de venta comenzará a hacerse en setiembre de 2018. Goyeneche subrayó que “no va a haber prórroga para la fiscalización, no va a haber prórroga para la entrada en vigencia y no va a haber prórroga para empezar a aplicar sanciones”.
A solicitud de las cámaras empresariales, la IM aprobó la autorización de un logo transitorio (ver ilustración), que se imprime mediante la técnica inkjet; lo hizo para que pudieran adoptar el rotulado rápidamente. El logo transitorio podrá usarse por dos años, hasta marzo de 2020.
Amado repasó las dimensiones que debe tener el logo, cuyos colores deben hacer contraste con los del envase; todo eso será incluido en un manual que publicará en breve la IM. Para demostrar a los asistentes que el nuevo registro “es posible”, Amado puso el ejemplo de los malvaviscos Maxmallow Flor, de origen brasileño, que ya incorporaron en su paquete el logo definitivo propuesto por la IM (es un etiquetado específico para ser vendido en Uruguay, puesto que en Brasil se usa la T sobre el triángulo amarillo).
Los asistentes preguntaron cómo harían con la mercadería que ya está en los puntos de venta, y Amado retrucó preguntando qué empresa tiene stock de mercadería en el punto de venta por más de seis meses; les recordó, además, que antes de entregar la mercadería las empresas pueden etiquetar los productos. Si tuvieran ese stock, los comerciantes deben comunicarse con las empresas que elaboraron los alimentos para que los etiqueten.
Varias personas consultaron por la posibilidad de poner el logo definitivo con un adhesivo. Amado recordó que se optó por el logo transitorio porque las propias empresas habían planteado que no era conveniente pegar un sticker en cada envase, por el trabajo manual que llevaría. No obstante, respondió que la IM está dispuesta a estudiar esa posibilidad, principalmente para aplicarla a los importados y los de origen nacional que se exporten mayoritariamente. “La idea nuestra no es generarles inconvenientes a los empresarios, a los vendedores, el objetivo es que el consumidor pueda identificar un producto que tiene [al menos] 1% de organismos genéticamente modificados”, dijo, calmando al auditorio. Eso sí, las empresas tendrán que consultar a la IM sobre los adhesivos: “Lo que nos tienen que plantear es qué tipo de adhesivo [usarán], porque es un tipo de adhesivo si es congelado, otro adhesivo si es cartón, otro si es nailon o pvc. No vamos a contestar de forma genérica, sino por tipo de producto”, dijo Amado.
En setiembre se saldrá a fiscalizar. Los jerarcas anunciaron que retirarán de los puntos de venta los productos que deban estar etiquetados y no lo estén. “Está demostrado que la sanción pecuniaria es insignificante, estamos hablando de 5 Unidades Reajustables”, reconoció Amado, y agregó que “lo que pretendemos es un cambio de hábito, no una recaudación por parte de sanciones”.
Goyeneche agregó que a partir de setiembre “se va a empezar a monitorear cuál ha sido la adhesión por parte de la industria y del comercio al cumplimiento de la norma, y si efectivamente la norma está siendo eficaz en conseguir que esto se etiquete o si tenemos que revisar también los mecanismos de fiscalización y de sanción”.
Los análisis para detectar los ingredientes transgénicos son hechos a partir de un convenio con el Laboratorio de Trazabilidad Molecular Alimentaria de la Facultad de Ciencias, y no fueron interrumpidos, como sí ocurrió con la fiscalización. Amado agregó que hoy se cuenta con varios laboratorios que están en condiciones de hacer los análisis y que, por lo tanto, la IM no va a “ser juez y parte”, como reclamó la industria años atrás.
Laura Rosano, de Slow Food, una de las organizaciones que trabajaron estos cinco años para que saliera esta reglamentación, consultó si la IM seguirá publicando la lista de productos que tienen la obligación de estar etiquetados; Goyeneche aseguró que seguirá estando disponible.
Todavía hay productos que tienen el logo viejo, la T sobre el triángulo amarillo. Goyeneche respondió que esas empresas deberán plantear la consulta a la IM y que se tratará de encontrar una solución; “partimos de la base de que son pocos los productos que están cumpliendo con el decreto desde 2013, por lo tanto el propósito es que no salgan perjudicados, justamente, aquellos que están cumpliendo desde el día uno”, añadió.