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Morgan Doyle, representante del BID en Uruguay, y Eduardo Pereyra, director general de Inefop, ayer, en la presentación de “Materiales de orientación educativo laboral”. Foto: Andrés Cuenca

Inefop resumió 20 años de orientación laboral con guías para organizaciones de capacitación

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La cultura del trabajo para el desarrollo es la principal directriz del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) para este período de gobierno. Una de las aristas de este objetivo refiere a las políticas de empleo activas y, en particular, a la orientación laboral. Ayer, en un evento que sobrepasó las expectativas en términos de asistencia, el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) presentó tres documentos que resumen 20 años de experiencia en la materia, con el objetivo de mejorar las capacidades humanas de la fuerza laboral local.

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La orientación educativo-laboral busca desarrollar las competencias para la empleabilidad de las personas destinatarias, con mayor énfasis en aquellos colectivos que presentan mayores desventajas en su situación de partida. Ante frecuentes críticas sobre la utilidad de la herramienta, el director del Inefop, Eduardo Pereyra, sostuvo que “no se trata sólo de darle un curso” a la gente, sino que aborda “un tratamiento lo más profesional y eficaz posible”. Por su parte, la consultora coordinadora del proyecto, Silvia Sarazola, dijo que más que “ayudar a hacer un currículum [vitae] o una carta de presentación”, se busca “mejorar la empleabilidad de la población objetivo”.

Pereyra también ubicó a esta política, entre otras, como facilitadora de la atracción de inversiones. “Uruguay tiene que contar con recursos humanos adecuados. Por un lado, mantener a los jóvenes en el sistema educativo; por otro, formar, capacitar y especializar a los trabajadores activos”, afirmó.

La documentación presentada ayer fue elaborada con el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo para una consultoría que compiló materiales y prácticas que han desarrollado desde 1996 diferentes actores, aunque con el Inefop y la Dirección Nacional de Empleo (Dinae) del MTSS como los dos principales organismos de referencia a nivel nacional en la temática.

Las publicaciones son tres: sobre el marco conceptual y metodológico; sobre el desarrollo curricular y la planificación; y sobre enfoques metodológicos y didácticos.

La primera, a modo de introducción, presenta el concepto de orientación y lo que esto implica en el marco de las políticas activas de empleo, así como enfoques transversales y herramientas metodológicas para la orientación: el enfoque sistémico, la pertinencia con el entorno y los sujetos, la perspectiva de género y equidad social, el enfoque de competencias, la calidad y equidad, la gestión del conocimiento y la gestión participativa, multiactoral e interinstitucional. También se abordan distintos modelos de orientación, como el didáctico, el de asesoramiento y el que se centra en recursos y el uso combinado de estos en la intervención. “No podemos decir que la orientación la hicimos una vez y ahí terminamos, sino que tenemos que verla como un proceso a lo largo de la vida”, afirmó Sarazola.

Un segundo libro profundiza en el desarrollo curricular y la planificación didáctica, por medio de enfoques transversales como las competencias laborales a desarrollar mediante la descripción del perfil actual; la situación del entorno y la elaboración de un plan de acción; la inclusión, el género y la diversidad; y los derechos. En este sentido, Sarazola recordó que tanto las competencias como los módulos son “estandarizados” y que “la flexibilidad la dan el público objetivo y el tipo de cursos que vamos a hacer”. En este libro se ofrece un “menú de técnicas” para abordar la planificación, que incluye entrevistas, análisis de la prensa, juegos de simulación, actividades manuales, canciones, análisis de avisos clasificados y películas, entre otras.

A modo de ejemplo, Sarazola mencionó que en un grupo de trabajadores en seguro de desempleo, la presentación y formación grupal va a ser “de catarsis” para “sacar la mochila” de cargas con la que vienen, luego el orden será trabajar sobre el mundo del trabajo y el mercado de trabajo para actualizarlos y que “aprendan las reglas para jugar mejor el juego”, mientras que también se desarrolla el plan para la búsqueda de trabajo. En el caso de los auxiliares de servicio, sostuvo que “generalmente llegan con la idea de que no son nada y no son nadie, porque no tienen experiencia laboral ni educación, y en ese caso lo primero que hacemos es ayudarlos a abrir los ojos y ver todo lo que hicieron a lo largo de su vida, presentar las competencias del sujeto y recuperarlas”.

Por último, hizo hincapié en prestar atención a las necesidades del grupo, ya que “hay casos, como en cursos de artes y oficios de carnaval, en los que el currículum y las cartas servirán de poco”, pero “ayudarlos a hacer carpetas con sus trabajos o videos que muestren sus competencias puede servir de mucho”.

El tercer libro aborda los enfoques metodológicos y didácticos a emplear, con énfasis en las adaptaciones que pueden darse si los grupos son sólo de mujeres, jóvenes o personas con discapacidad; en la introducción a las herramientas llamadas 2.0, tanto para las actividades de presentación como para promover el autoconocimiento, acompañar la elección vocacional y educativa, y la búsqueda de empleo y sistematización de documentación.

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