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Stephen Hawking, en 1997, en la base chilena en la Antártida. Foto: archivo Base Antártica Chilena, s/d de autor

Más que una arruga en el tiempo

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El fallecimiento del célebre físico Stephen Hawking afectó a millones de personas a lo largo y ancho del globo. Consultamos a tres científicos uruguayos sobre la trascendencia y vigencia del hombre que supo ser ícono del físico teórico en el imaginario popular.

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Rivales teóricos

Rodolfo Gambini dirige el grupo de Teoría de Campos y Relatividad General del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias. Probablemente sea el físico teórico más importante del país, tanto que lleva años trabajando, junto con otros colegas, en la unificación entre la teoría de la relatividad general, que describe los fenómenos de gran escala, y la teoría de la mecánica cuántica, que describe los fenómenos en la escala microscópica. La solución aportada por Gambini consiste en lo que se conoce como teoría de lazos, que permite describir “de forma no perturbativa todas las interacciones físicas, incluyendo la gravitacional”. La teoría de lazos de Gambini era distinta a la propuesta por Hawking, por lo que podían considerarse “rivales”. Gambini aclara enseguida: “No es que uno se sienta rival de los otros. Es sólo que en ocasiones, en algunos seminarios, a veces uno le plantea al otro objeciones o preguntas. Era una rivalidad natural a nivel científico. Si todos pensáramos igual, no habría desarrollo de la ciencia”.

Para Gambini, “Stephen Hawking hizo tres contribuciones fundamentales que siguen siendo motivo de trabajo hoy en día y que han planteado una serie de problemas nuevos muy importantes, que cuestionan creencias que se tenían desde hace mucho tiempo”. La primera de esas contribuciones “la hizo en colaboración con Roger Penrose, otro famoso físico inglés que ha trabajado en problemas filosóficos últimamente, pero que también es un gran matemático, y entre los dos probaron que si uno reúne suficiente materia, es decir una masa suficientemente alta, entonces necesariamente se forman agujeros negros”. Gambini acota que tal previsión en su momento tuvo una gran importancia “porque no se tenía claro, a partir de datos observacionales, si los agujeros negros existían o no. Había previsiones teóricas basadas en la teoría de Albert Einstein, pero no se pensaba que era un destino natural de la materia. Luego de eso se descubrió una cantidad enorme de agujeros negros por distintos métodos, y hoy eso está consagrado como algo que es parte de la naturaleza”.

“La segunda observación, quizá la más importante, es la que está relacionada con la radiación de los agujeros negros”, afirma Gambini. “Los agujeros negros son objetos de los cuales no puede salir la luz ni ningún otro objeto que caiga en su interior. Sin embargo, y paradójicamente, tienen ciertas propiedades termodinámicas, es decir, tienen una temperatura que no es nula y emiten cierta cantidad de radiación muy pequeña, y cuanto más grandes son, más pequeña es esa radiación. Eso quiere decir que, como emiten radiación, pierden energía y se van evaporando. Esa evaporación se da en tiempos astronómicamente gigantescos, de manera que cuando todas las estrellas estén apagadas, igual tendremos agujeros negros que continuarán su proceso de evaporación”. La radiación que emiten los agujeros negros se llama, justamente, “radiación Hawking”. Para Gambini fue un gran aporte: “Esa radiación planteó algunos problemas que aún están por resolverse y que son motivo de trabajo de las mentes más brillantes de la física. Básicamente, lo que sucede es que no se logra compatibilizar el comportamiento de los agujeros negros con los principios básicos de la física. Hay algún tipo de inconsistencia que se puede ubicar en ciertos lugares, pero no se ha logrado tener una visión absolutamente consistente de cómo se evaporan los agujeros negros”.

Para terminar de enumerar las contribuciones de Hawking a la ciencia, Gambini habla de cosmología: “Él fue, nuevamente junto con Penrose, quien mostró que la teoría de que el universo apareció con una gran explosión inicial era una solución, desde el punto de vista físico, sumamente plausible. De manera que el trabajo de ellos consagró algo que también provenía de los tiempos de Einstein, pero que generaba cierto escepticismo”. Por así decirlo, Hawking ayudó al big bang de la teoría del big bang.

Gambini no se queda sólo con esos tres aportes que Hawking hizo a la ciencia. “Aparte de sus dotes como científico, las características de su biografía, el hecho de que se enfermó muy joven y con un diagnóstico que decía que tendría una vida muy breve, la forma en que él encaró ese diagnóstico, continuando su trabajo y llevando una vida lo más normal que podía tener, lo convirtió, merecidamente, en una especie de mito”, afirma. Gambini coincidió con Hawking en algunas contadas ocasiones. Y del otro lado del teléfono, se nota que las atesora: “Lo conocí siendo estudiante, en Francia, en 1973. Era interesante, porque él dictaba su seminario, pero cuando hablaba no se le entendía porque ya estaba enfermo. Entonces un estudiante actuaba como traductor. Parecía un oráculo, y ese tipo de cosas, que siguieron estando muy presentes a lo largo de toda su vida, también contribuyen al mito, más allá del hombre y del enorme científico que era”. El siguiente encuentro que relata es, para Gambini, un reflejo del entusiasmo que Hawking tenía por todo: “Impulsó la organización de una reunión en la Antártida en pleno invierno. Chile tiene una base que permite que se pueda aterrizar en esa estación, así que en agosto se organizó una reunión en la Antártida y fui parte de los científicos invitados para discutir sobre las teorías del universo y los agujeros negros. Hawking fue el promotor de la reunión, porque quería conocer la Antártida, como quiso experimentar la caída libre. Siempre mantuvo una gran inquietud, a pesar de que cada movimiento que hacía estaba acompañado de grandes dificultades”. Sobre si Hawking dejó un legado, Gambini es tajante: “En nuestro grupo trabajamos mucho en los temas de Hawking. En el tema de los agujeros negros no hay dos puntos de vista: simplemente está lo que hizo Hawking y los problemas que dejó planteados. Nosotros hemos intentado resolver alguno de esos problemas y hemos hecho contribuciones recientes relativamente importantes. Hawking es y será un material de lectura científica”.

Emoción desde el extremo sur

Ernesto Blanco, físico encargado del área Biomecáncia del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias y divulgador de ciencia, está en la porción más lejana del territorio uruguayo: desde hace unos días se encuentra varado en la base antártica José Artigas a la espera de que el Hércules, con su motor recientemente reparado, lo pueda traer de nuevo a Montevideo. “La muerte de Hawking justo me agarró en un momento bastante sensible, acá en la Antártida. Estuve pensando bastante en una frase suya: ‘El universo no sería gran cosa si no fuera hogar de la gente a la que amas’”, dice, notoriamente emocionado. “Además Stephen Hawking estuvo acá en la Antártida, en la isla Rey Jorge, en la que está nuestra base, y justo en estos días mi colega y amigo chileno Gonzalo Argandoña me había mostrado una foto en la que él estaba con Hawking en la base chilena en 1997”.

Por si eso no alcanzara, Blanco sigue agregando detalles que explican por qué la pérdida del científico inglés le resulta tan dolorosa: “Hace dos días había escuchado un podcast en el que Hawking hablaba de varios temas y decía que la física y la música eran las cosas que lo habían mantenido vivo. Y que si tuviera que quedarse en una isla desierta, uno de los discos que llevaría sería el Please Please Me de los Beatles”. Para comprender la emoción de Blanco hay que mencionar que no sólo es físico, sino que además publicó hace años el libro La ciencia y los Beatles y lidera el proyecto de divulgación que se conoce como Beatlemanía científica. “En el podcast además dijo que la visita a la Antártida fue una de las experiencias más emocionantes de su vida. Todo ese cúmulo de cosas me pegó en lo personal”, se sincera Blanco.

Sobre los aportes de Hawking a la ciencia, es claro: “Sin duda fue un gran científico, pero lo que más rescato de él es lo humano, su forma de sobreponerse a la enfermedad y el mensaje que eso dio y seguirá dando. Rescato su afirmación de que la vida se trata de hacer lo mejor que uno puede en las condiciones en las que uno esté. Y eso es buenísimo en una sociedad en la que siempre estamos quejándonos de todo y en la que siempre se buscan todas las comodidades y se mira todo el tiempo lo que nos falta en lugar de mirar lo que tenemos”. Cuando a uno se le habla de un científico, está tentado a esperar respuestas y posturas racionales sobre determinados campos del conocimiento. Pero Blanco no siente ninguna necesidad de cumplir con el estereotipo, y continúa: “Para mí, su gran legado es la unión de ciencia, divulgación y vida ejemplar en ese aspecto de superar la adversidad. Creo que es un gran ejemplo para cualquiera que tenga una discapacidad, a la vez que le muestra a la sociedad que todas las personas son valiosas sin importar sus características”. También destaca su faceta como divulgador: “Era importante su disposición a mostrarse, a no encerrarse, y el humor con el que asumía su rol de ícono de la ciencia, que lo llevó a participar en varias series de televisión”. A propósito de esto, Blanco otra vez se pone emotivo: una de las cosas que se llevó para ver y ayudar a superar la melancolía antártica fueron unos capítulos de las serie Star Trek: The Next Generation. “Justo en uno de los episodios que traje y miré hace dos días aparece Stephen Hawking jugando al póquer con Data y Einstein”.

La nueva generación

Miguel Campiglia forma parte del grupo Teoría de Campos y Relatividad General, de Gambini. Obtuvo su doctorado en 2012 estudiando los agujeros negros y la cosmología cuántica. “Uno podría pensar que por su faceta tan mediática podría haber mucho ruido. Pero fue un científico realmente importante, que demostró que los agujeros negros no eran tan negros, y si bien es algo que experimentalmente es difícil de detectar, construyó una especie de laboratorio de prueba a nivel teórico, principalmente en el área de reconciliar la gravitación con los principios cuánticos”, argumenta. Además, por una cuestión generacional, el impacto de Hawking tal vez haya sido mayor en él, hipótesis que confirma de inmediato: “En mi caso, su libro Breve historia del tiempo influyó bastante en lo que terminé estudiando. Tendría unos 14 años, un hermano mayor me lo pasó y me marcó”. Sin embargo, Campiglia deja claro que Hawking no será sólo una arruga en el tiempo: “Hawking está vigente. La evaporación de los agujeros negros es uno de los lugares a nivel teórico donde entran en fuerte conflicto la teoría clásica de la gravitación con las leyes de la mecánica cuántica. Eso, que se conoce como “la paradoja de la pérdida de información”, es uno de los temas de gran debate y estudio en la física actual”.

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