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Castel Volturno, abril de 2018.

Mujeres nigerianas explotadas en Italia

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Cerca de Nápoles, en Castel Volturno, opera una red de tráfico de personas. El fotógrafo Alessio Paduano retrató a las migrantes nigerianas que deben buscarse la vida al borde de la carretera y en prostíbulos llamados “casas de conexión”.

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El Municipio de Castel Volturno, en Italia, es el destino de migrantes nigerianas que dejan su país por una promesa de trabajo. Una vez allí, son obligadas a prostituirse para pagarles a los traficantes una deuda que puede llegar a decenas de miles de euros. El fotógrafo Alessio Paduano retrató a estas mujeres en las carreteras y en las “casas de conexión”, donde viven y son explotadas.

S, de 23 años, en casa de su amiga, el 16 de abril de 2018. Estuvo tres años en Castel Volturno y vive en una de las muchas casas de conexión de la zona.

Cada año, mujeres nigerianas llegan a Italia con la promesa de un trabajo legal, pero son reducidas a la esclavitud y forzadas a ejercer la prostitución. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones, el número de víctimas potenciales de tráfico para la explotación sexual en Italia aumentó 600% en 2017. De 2014 a 2016, el número de mujeres y niñas nigerianas que eran probables víctimas de explotación sexual en Europa pasó de 1.454 a 11.009. El fenómeno involucra a más y más mujeres que sufren violencia y abuso incluso durante el viaje. Una vez que llegan a su destino, docenas de clientes están listos para pagar unos pocos euros, aunque lo más probable es que sean conscientes de que las chicas son explotadas sexualmente. En Italia, las migrantes viven y trabajan en las llamadas casas de conexión, apartamentos privados que funcionan como restaurantes, lugares de reunión y prostíbulos, que generalmente son administrados por “madamas”, ex prostitutas.

Q antes de comenzar su día de trabajo, en mayo de 2018.

La mayoría de las mujeres que dejan Nigeria al final de su viaje llegan a Castel Volturno, una ciudad en el sur de Italia donde más de la mitad de la población está formada por inmigrantes irregulares. Una vez en Europa, las jóvenes nigerianas son explotadas sexualmente para pagar una deuda que puede alcanzar los 50.000 euros. Reducidas a la esclavitud, las mujeres tienen que trabajar a veces hasta 20 horas por día en cruces de autopistas y en cualquier condición climática.

P, de 25 años, cambia su aspecto mientras una amiga cuida a su hijo, en abril de 2018.

En muchos casos las mujeres se endeudaron para pagar el viaje al exterior. A ese compromiso, además, sacerdotes locales de Nigeria le daban un contenido religioso mediante rituales. Ese tipo de ceremonia fue eliminada por Ewuare II, monarca de Benin (ciudad del estado de Edo, Nigeria) y máxima autoridad religiosa local, con una declaración contra cualquiera que promoviera la migración ilegal. “A partir de este momento todos los que han vivido con miedo y con la obligación de pagar una enorme deuda para respetar el juramento pueden sentirse libres de este miedo, porque se cancela cualquier forma de juramento”, declaró el oba Ewuare II.

G en su habitación, en mayo de 2018.

A pesar de este cambio histórico, la trata de personas y la explotación sexual no fueron interrumpidas.

A, de 19 años, en la habitación donde habitualmente es explotada, en abril de 2018.

A en la habitación en la que su novia recibe a los clientes, en abril de 2018. Muchas mujeres mantienen relaciones que les permiten tener cierta seguridad en caso de problemas.

Una mujer nigeriana espera clientes en una calle cerca de Castel Volturno, en mayo de 2018.

M, de 32 años, se desmaya después de consumir alcohol y marihuana la noche anterior dentro de la casa de conexión donde vive y trabaja.

Joven embarazada en su habitación, en mayo de 2018.

Un pastor bendice a una joven nigeriana embarazada dentro de una iglesia pentecostal en Castel Volturno. Muchos pastores tienen gran influencia sobre las mujeres explotadas.

P, de 25 años, juega con su hijo de cuatro meses, en abril de 2018.

Un hombre discute con una mujer para acordar el monto a pagar por tener relaciones sexuales dentro de una casa de conexión, en abril de 2018.

D, de nueve años, en la casa donde vive con su madre, P, nigeriana que llegó a Italia hace diez años en un bote, en mayo de 2019.

Q, de 21 años, en la habitación en la que es explotada, en mayo de 2018.

Castel Volturno, en abril de 2018.

M, de 32 años, junto a dos amigos fuera de la casa de conexión donde vive, en mayo de 2018.

Una joven nigeriana en el patio de la casa donde vive, en mayo de 2018.

Un hombre descansa después de haber tomado alcohol dentro de una casa de conexión, en abril de 2018.

Calle en la que las mujeres nigerianas esperan a los clientes en Castel Volturno, en mayo de 2019. las mujeres se ubican al borde de pequeñas carreteras, donde también están expuestas a robos.

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