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Horacio Rubino, el 23 de febrero, en el tablado Primero de Mayo.

Foto: Natalia Rovira

Horacio Rubino: una carrera de parodias y fino humor

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El veterano actor y guionista festeja los 30 años de sus Momosapiens y decide bajarse de escena, pero seguirá escribiendo.

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La historia de los grandes escritores –con los detalles más corrientes de su vida cotidiana, sus excentricidades, los dramas que se enredaron en su obra, sus amistades y, sobre todo, sus libros– es también la historia de la literatura. Lo mismo pasa con otras expresiones del arte, con el deporte y con oficios con menos prensa: relojeros, científicos, filósofos.

Luego de 40 años sobre las tablas, la historia del prolífico actor y guionista Horacio Rubino es, al mismo tiempo, un capítulo fundamental de la historia del carnaval uruguayo y una cátedra ineludible de la categoría parodistas del concurso.

Su carrera comenzó en los revolucionarios Klapers en 1982. Podía cantar, bailar –en primera fila– y se destacó rápidamente por sus condiciones como actor y comediante. Ese año, como los tres siguientes, el conjunto de Buby Benítez se llevó el primer premio en el concurso oficial.

En 1985 Horacio ya era un figura codiciada por todos los conjuntos y, por si le faltara algún mérito, en 1984 había escrito El cuerpo humano, una de las parodias más memorables del género, y una de las muchísimas que todavía sigue escribiendo.

En 1986 llegó a los míticos parodistas Los Gaby’s del Tucho Orta y, nuevamente, sumó su impronta actoral y su talento creativo en los libretos de parodias como Nosferatu.

En ese conjunto compartió escena con otras grandes figuras, como Aldo Martínez, Miguel Pendota Meneses, Fernando Pichu Straneo, Mario Fossati y Carlos Nipoli.

En 1992, Horacio se convirtió en el primero de aquella generación de notables cuando tomó la decisión de fundar su propio conjunto de parodistas y se subió al escenario con sus Momosapiens. Luego seguirían el mismo camino Ariel Pinocho Sosa con sus Zíngaros, Miguel Villalba con Nazarenos y Fernando Couto con Crazy’s.

Horacio Rubino, el 23 de febrero, en el tablado Primero de Mayo.

Foto: Natalia Rovira

Este carnaval, Momosapiens cumple 30 años y Horacio anunció que será su última vez sobre las tablas.

Los 30 de Momosapiens

En la noche del martes 22 de febrero de 2022 los integrantes del conjunto se preparan para actuar (en su segunda ronda) en el Teatro de Verano.

Bien al fondo, en una habitación de un pequeño local de la calle Andes, entre una cerrajería y un negocio fundido, Horacio, en soledad, se viste para un nuevo espectáculo.

Cuando está pronto, con su habitual pachorra y su sonrisa pronta para el chiste rápido, nos invita a charlar entre ese vértigo que no le mueve un pelo, de maquilladoras y nervios, ajustes de vestuario, figuras más nuevas que seguirán su legado, trajes dorados de aniversario, accesorios de polifón y madera para las tonterías de Horacio y algunos viejos compañeros que generan la ilusión de un tiempo conservado en su momento más feliz.

Carlitos Rodríguez, su amigo y compañero en Klapers, Gaby’s y Momosapiens, llega al lugar y se detiene un segundo; apoya sus manos en el vano de la puerta y abre sus ojos grandes, como si lo de esta noche fuera tan especial como su debut, como si no supiera todo lo que debe hacer; Daniel Nono Cabrera, un histórico del conjunto, de bolso cruzado, sale a la vereda y cruza la calle hasta su auto para buscar algo que hace falta al conjunto para esta nueva aventura; habla con Paul Fernández sobre un instante de una parodia, y se preocupa porque no le falte nada a ninguno de sus compañeros.

Horacio pregunta por su botella de refresco light y charlamos un rato.

¿Tu decisión de dejar el carnaval es definitiva?

Sigue firme. Como está de moda en la política, la biología dice que me tengo que bajar del escenario, pero voy a seguir con las actividades de carnaval; Momosapiens va a seguir saliendo y yo voy a seguir escribiendo.

¿Qué esperás de esta noche en el Teatro?

Lo que espero es divertirme, porque en la primera rueda no me sentía nada bien (se enteró de que tenía covid al final de esa actuación). Quiero que el grupo se divierta y celebrar de la mejor manera estos 30 años de carnaval.

¿Qué significa esta actividad para vos?

Es una pasión. Subirse al escenario significa muchas cosas. Tenés un público masivo que responde inmediatamente a lo que hagas, sea aprobando o desaprobando, pero vos estás ahí, con la adrenalina, tratando de que ese público se ría y aplauda. Es la expresión de cultura popular más importante de Uruguay y vende más entradas que todos los campeonatos de fútbol en el año. Pararse frente a tanta gente y que te premien con una risa o un aplauso es una de las sensaciones más lindas para un artista. Y lo de Momosapiens es muchísimo. En 30 años, estuvimos 20 años en el podio. Hay una permanencia, un estilo, un cariño de la gente para con este grupo, y eso no va a cambiar. He podido salir con gente muy talentosa, no tengo otra cosa que agradecimientos para todos los que forman parte de esta historia.

¿Conservás los documentos de las parodias que escribiste?

Ahora tengo todo en computadora y con algunos respaldos. De hecho, tengo la idea de hacer un libro con todas las parodias de Momosapiens y luego también hacer algo con el material de Gaby’s y Klapers. Y siempre estoy pensando alguna parodia nueva. Hay como una calesita de ideas esperando el momento oportuno para cada una.

Horacio Rubino, el 23 de febrero, en el tablado Primero de Mayo.

Foto: Natalia Rovira

Sobre el escenario

A las once y pocos minutos de esa noche, Momosapiens se sube al escenario del Teatro de Verano para festejar sus 30 años con dos parodias: Frankenstein y Juana de Arco.

En la primera Horacio está vestido y maquillado como el monstruo creado por el excéntrico doctor de la escritora inglesa Mary Shelley.

En el momento de su despertar como especie viviente, Nono Cabrera y Paul Fernández juegan con una camilla de la que salen y entran partes del cuerpo humano, como saldos de liquidación que vuelan por los aires. Son los chistes preferidos de Horacio: tontos pero originales, con juegos de palabras y humor físico, entre la magia, la comedia y las caricaturas que tanto lo influyeron en su estilo, como las de Tex Avery.

Más tarde se encontrará con el personaje Pinocho, en homenaje a su amigo Ariel Sosa y su primer destaque en parodistas Los Walkers, en un cuadro emocionante y entrañable.

Antes de la despedida lo veremos vestido de gala, en un monólogo en el que agradece al público por su compañía y su aplauso de tantos años, antes de sumarse al coro de solistas para interpretar las más clásicas canciones del conjunto.

En el tablado

El miércoles siguiente, Momosapiens tiene varios escenarios. Llegan temprano al tablado de la plaza 1º de Mayo y sus integrantes ven parte de la actuación de sus colegas Aristophanes.

Cuando les toca al turno, los solistas Toby Morgade y Júver Modernel arrancan su repertorio de tablados, que incluye mucha improvisación y jolgorio, para que el público se divierta con algo nuevo cada vez que vuelven por ahí.

Esta vez, es un enganchado de cumbias que enseguida enciende al público y lo mantiene atento hasta el final de su espectáculo. Durante la presentación y buena parte de la parodia Juana de Arco, Horacio aguarda escaleras abajo y detrás de escena, vestido como un soldado del ejército francés, pronto para su momento.

Cuando la letra lo indique, nuevamente y como tantas veces, se volverá a subir al escenario con una breve corrida hasta su micrófono, junto a otros dos soldados:

–Se nos vienen los ingleses. Usted agarre el flanco derecho y dígale a Pierre que agarre el flanco izquierdo –le indica a su camarada de menor rango.

–¿Y usted, capitán? –pregunta el soldado.

–Yo voy a agarrar el flan con dulce –responde Horacio.

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