Carnaval Ingresá
Carnaval

Imanol Sibes de Doña Bastarda.

Foto: Martín Hernández Müller

Imanol Sibes: “¿Qué mejor que el humor para limpiar las cuestiones más tristes?”

5 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

El cupletero de Doña Bastarda habló sobre el espectáculo de este año, los límites del humor y su vínculo con murga joven.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Su abuelo tuvo muchos años una comparsa. Es lo primero que dice al hablar de su vínculo con el carnaval. Pero a él siempre le gustó la murga, así que se acercó a murga joven en su adolescencia. Pasó por A Toda Costa y ¿Quién le pegó a la perra?, y en 2018 debutó en el Concurso Oficial de Carnaval con Doña Bastarda, la murga “sin padres ni padrinos”, de la que sigue formando parte.

Imanol Sibes se viene construyendo como uno de los cupleteros destacados de la fiesta de Momo, y este año, en el espectáculo En la mala, logró encarnar con respeto, humor e inteligencia su personaje, un hombre en situación de calle que enfrenta al público con situaciones a las que a veces preferimos darles la espalda.

¿Cómo venís viviendo este carnaval?

Viene siendo un carnaval precioso, se está acercando mucha gente a la murga. La murga necesitaba tener un año así, de poder disfrutarlo, de volver a sentir esa cercanía. La propuesta y cómo se terminó armando el espectáculo ayuda a que, aunque sea una problemática la que se pone arriba del escenario, la gente se sienta muy identificada desde el lugar que le toque. Nos ha pasado de cruzarnos con vecinos que te dicen “pah, gracias, porque yo soy de esos que cruzan la vereda”, y también vecinos que nos dicen “yo estuve en la mala”. Es un carnaval muy lindo por lo que nos devuelve la gente de lo que ponemos arriba del escenario, es muy reconfortante.

¿Enfrentaste algún desafío en la construcción del personaje?

Sí, sin dudas. Lo que era ese personaje en diciembre, en época de ensayo, no tiene nada que ver con lo que terminó siendo cuando arrancó el carnaval. Lo que más me costaba a mí era no faltarle el respeto a nadie, eso me parecía lo más difícil. Uno es observador y a través de la mirada o de una charla o de algún intercambio toma esos recursos para después ponerlo en escena, pero hay una frase en el espectáculo, “uno nunca tuvo el punto de vista de estar adentro de un contenedor”, ¿me entendés?, para mí era difícil no caer ni en la hipocresía ni en la falsedad. Lleva una complejidad importante. Algo que me dio mucha mucha tranquilidad fue una charla con Nitep [Ni Todo Está Perdido, colectivo de personas en situación de calle], un par de integrantes me dijeron “gracias, porque lo que vos decís ahí es tal cual lo que nos pasó a nosotros”. Me agradecieron incluso, eso me llamó mucho la atención, el léxico. Para mí no era algo menor, porque uno no puede salir a hablar de una realidad de la que no tiene idea ni de un lenguaje que no tiene ni idea. Lo valoro y lo agradezco pila.

¿Ese trabajo lo hiciste con los letristas o armaste vos al personaje?

Las dos cosas. En la murga siempre trabajamos de forma grupal con Emiliano [Tuala], con Camilo [Abellá], también con Lucía García, que además es la puestista en escena, pero siempre tuve la libertad de buscar el personaje, y ellos me iban diciendo “esto que metiste acá está bueno, esta palabra, esta frase, esta caminata, esta mirada”. También trabajé con Paloma González, que además es maquilladora, la posibilidad de tener una dentadura real, que pueda ser reflejo de una persona que todos los días o se droga o no tiene acceso a una atención de salud bucal. Conjugar todas esas cosas y poder personificarlo de la forma más real posible fue el desafío más lindo.

Te sumaste a Doña Bastarda en 2018, antes de la pandemia y antes de Varones Carnaval. ¿Has notado cambios desde entonces?

El carnaval muta como la sociedad misma. Quizás no tanto en el concurso, pero las dinámicas de los tablados, particularmente los establecimientos populares, cambiaron. Ahora tienen lugares donde vos podés ir, servirte agua, hay baños para los componentes. Respecto a Varones Carnaval, lo mismo, muchos tablados tienen, por ejemplo, puntos violetas o puntos de referencia. Eso me parece que está bueno, porque es una respuesta también del carnaval como cultura a las diferentes cuestiones que atraviesa la sociedad. Está de más agarrarse de las crisis, por decirles de alguna forma, y ver qué cosas se pueden mejorar para hacer un ambiente más sano.

Siguiendo con el tema de los cambios, todos los años se debate sobre el humor. Vos, como cupletero, ¿ves modificaciones, hay cosas que se pueden decir y cosas que no?

Sí, hay un cambio. En mi caso particular, no sólo por el tema que toca la murga arriba del escenario, sino por mi personaje, por mi vecino, era una de las grandes dificultades el humor. A veces uno tiende a pensar “capaz con este tema mejor no meterme”. La verdad, en el acierto o en el error, a lo largo de los años la Bastarda nunca les esquivó a cuestiones que pudieran incomodar, siempre elegimos nuestra forma de decir las cosas, lo que a nosotros nos representa. Sí creo que en esta época de redes sociales, en la que la moral juega un papel medio secundario, te hacen un recorte y te sacan de contexto un chiste y ya sos un discriminador, del tema que sea. Creo que hay un cambio en el paradigma, sobre todo de lo que se espera que se diga. Está bueno animarse a salir de la cajita de cristal, decir algo y, bueno, si dije algo políticamente incorrecto saber que lo hice desde mi sinceridad. ¿Qué mejor que el humor para limpiar las cuestiones más tristes?

Vayamos a tus inicios: ¿cuál es tu historia con el carnaval?

Si hablo de carnaval, lo primero que tengo que nombrar es a mi abuelo. Mi abuelo tuvo comparsa muchos años, pero a mí siempre me gustaba más la murga, desde chiquito. Allá por 2013 quise hacer el intento de salir en una murga joven, fue un intento fallido. Ahí me hice amigo de Claudio Antúnez, que sale actualmente en La Nueva Milonga, y me llevó a una murga que tenía el padre en Canelones, A Toda Costa. Yo no sabía cantar mucho, me gustaba hacer reír, hacer chistes, siempre me gustó mucho la figura del cupletero. Hice carnaval del interior, San José, San Carlos, conocí todo ese mundo, que me pareció hermoso. En 2014 fue mi primer año en murga joven, se llamaba ¿Quién le pegó a la perra?, donde hice mis mejores amigos hasta hoy. Escribía, hacía la puesta en escena, salíamos de la casa de mi abuela que siempre fue la sede de la murga. Fueron varios años en los que aprendimos entre nosotros, un grupo de amigos que queríamos hacer murga.

¿Extrañás algo de murga joven?

Sí, es una dinámica muy distinta a la del carnaval. Murga joven tiene una diversidad muy grande, está buenísimo. Cuando uno entra en otra rosca, la de todos los días, tener varios tablados, ir de un lado para el otro… murga joven te permite disfrutar del proceso, cada grupo lo vive a su manera. A mí me gustaba ir a los festivales a ver otras murgas, veías las que cantaban muy bien y te impactaban y las que desafinaban pero te hacían reír, las que veías que se divertían muchísimo; eso está divino, esa dinámica de murga joven de pura diversión uno la extraña.

¿Quiénes son tus referentes?

Mi referente número uno es Pinocho Routin. Con el Pino laburé muchos años. Es un cupletero que siempre me gustó y después lo conocí y empecé a admirarlo también de forma humana. Después, Martín Cardozo, Diego Bueno, gente que salía al escenario y se ponía a hacer caras, expresiones, que cantaba, que hacía reír.

¿Por qué salís en carnaval, qué te da?

Lo que más me da es cercanía con un montón de realidades. Disfruto mucho los tablados de barrio, con este espectáculo más que nada; encontré ahí en el personaje del vecino algo que le resulta muy familiar a la gente. Cuando ves que alguien desde la sinceridad te dice “gracias”, eso es lo que más me atraviesa. Después, me encanta hacer reír, tener un espectáculo que pueda dejar algo, esas son las cosas que me mueven a hacer carnaval.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa el carnaval?
None
Suscribite
¿Te interesa el carnaval?
Recibí la newsletter de carnaval en tu email todos los viernes.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura