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Foto: Camilo dos Santos

Las herramientas de inteligencia artificial para hablar con personas fallecidas y cómo reconfiguran el duelo y la trascendencia

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Los bots o avatares que permiten recrear a seres queridos generan interrogantes a nivel de la psicología y la filosofía.

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Leído por Mathías Buela.
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En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) gana cada vez más terreno y visibilidad, empresas internacionales de tecnología como Eternos.Life, StoryFile o You, Only Virtual ofrecen la posibilidad de crear bots o avatares que permiten recrear a aquellos seres queridos que ya no se encuentran físicamente entre nosotros.

Estos “robots de duelo” son creados tomando la huella digital que se encuentra en las redes sociales, correos electrónicos y todo tipo de mensajería virtual de la persona fallecida. Luego pasa a ser procesada por una red neuronal que aprende a imitar el comportamiento o forma de pensar de este individuo, reproduciendo, a su vez, su imagen, su voz y hasta su forma de escribir.

Asimismo, en algunos casos puede ser la propia persona quien prepare su bot, antes de fallecer, para dejarlo activo luego de su muerte, pero también es posible que sean sus seres queridos quienes lo puedan crear.

Pilar Bacci, licenciada en Psicología, magíster en Psicología Clínica por la Universidad de la República (Udelar) y docente del Instituto de Psicología Clínica de la Udelar, cuestiona algunas formas en las que estas aplicaciones son presentadas en el mercado: “hablar con tu ser querido fallecido” o “poder hablar con los muertos” es confuso para el sujeto en duelo. “La muerte nos trastoca nuestra habitualidad. Al desaparecer una persona significativa desaparece algo de nuestro universo y tenemos que reconfigurarnos en relación con eso”, señala.

En diálogo con la diaria, Bacci sostuvo que estas y otras tecnologías nos pueden habilitar a pensar en nuevas formas de transitar el duelo, pero aún no es posible determinar si son beneficiosas para transitar el duelo ante la pérdida de un ser querido. “Tal vez para una persona lo sea y para otra no, porque el duelo no es algo puntual, sino que es particular de cada uno y tiene que ver con cada historia de vida. Hay tantas experiencias de duelo como sujetos”, afirmó. De todos modos, advirtió que “podemos capturar la mirada de un ser querido a través de un bot, o hacernos mirar a través de él, pero no va a ser el ser querido, va a ser un bálsamo como lo es tomar alcohol, psicofármacos, hacer psicoterapia o salir con amigos”.

“El ser humano siempre necesitó de estas cosas para aliviar sus dolores, desde brebajes o medicamentos, pasando por religiones o teorías. Creo que esta aplicación podría ser algo similar, pero el duelo es una experiencia humana de la que no podemos escapar”, insistió.

Bacci remarcó la importancia y el valor del sufrimiento como algo que nos define en relación con el ser que perdimos. En su experiencia profesional, considera que el dolor es algo que muchas personas “esperan tener”. “En muchas entrevistas que hice a personas que estaban atravesando duelos, mucha gente no se queja del dolor. El dolor es algo que también te vincula al ser que ya no está, al menos por un tiempo. Sufrir es inevitable. Si le sacás el sufrimiento al ser humano y si con estas aplicaciones, o con lo que sea, pensás que se lo podés sacar, entonces ¿qué queda del vínculo con los que ya no están? Si sentimos dolor es porque tuvimos algo bueno con el otro en algún punto”.

La tecnología digital: un nuevo modo de trascender

Por su parte, Javier Mazza, licenciado en Filosofía, magíster en Comunicación y Cultura, y director del Departamento de Humanidades y Comunicación en la Universidad Católica del Uruguay (UCU), ve en estas aplicaciones un elemento más dentro de un conjunto de novedades y no una novedad en sí misma: “Si hay una manera de alimentar a un bot de este tipo, por medio de mensajes de Whatsapp, mails, fotos en redes sociales, en la computadora, en la memoria del celular, en la nube, en Google Fotos, etcétera, primero hay que darse cuenta de que todas estas cosas ya son, en sí, una novedad tanto o más importante que la posible algoritmización de todo eso en un robot de IA”.

En comunicación con la diaria, sostuvo que “hay un punto que no es nada menor: la persistencia en la construcción de la huella digital a la que nuestro modo de vida contemporáneo nos ha acostumbrado. Creo que es ahí por donde empieza esto de poder insertar una nueva manera de entender la trascendencia”.

Mazza entiende que hasta este advenimiento de las tecnologías digitales podíamos concebir la trascendencia luego de la muerte básicamente en tres niveles: un nivel biológico, en el que el trascender se da en la descendencia, ya sea en los hijos o en los nietos, por ejemplo; un segundo nivel en el que trascender es posible gracias a las obras realizadas, por ejemplo, por medio de la fundación de una determinada organización significativa o el triunfo en algún evento deportivo de gran relevancia; y un tercer nivel que es la trascendencia espiritual, asociada a las diferentes creencias religiosas o espirituales que puede tener una persona.

“Las tecnologías digitales ahora introducen una nueva capa en esto de entender la trascendencia, y es esto de que podemos darnos cuenta de que las personas que han muerto recientemente, y que han tenido una vida con una construcción con cierto nivel de permanencia de una huella digital, han generado una cantidad de datos en torno a su propia existencia que trasciende su propia vida y que, de alguna manera, es recuperable”, afirmó.

Y agregó: “Antes de que se tuviera un bot, ya se podía entrar en la computadora de un ser querido y leer los mails que esa persona había enviado. Lo que el bot está ofreciendo es el procesamiento algorítmico de todo eso y que ahora, con base en esa información, se le pueda preguntar algo a esa persona fallecida y que esta pueda responder, robotizada por el algoritmo”.

Hace solamente algunos años contábamos con elementos como escritos, videos o audios capturados de una persona en vida para poder recordarla. Estas nuevas aplicaciones desarrolladas por medio de la IA, como herramientas para permanecer conectados a un ser querido recientemente fallecido, plantean nuevas interrogantes acerca de esta trascendencia digital, según el filósofo.

“En el caso de estas aplicaciones, nos empezamos a adentrar en un terreno donde vamos a tener un equivalente sintético muy pero muy similar al real, entonces la pregunta es si vamos a ser capaces de distinguir una cosa de la otra, o algo aún más radical: ¿nos va a interesar distinguirlo o nos vamos a conformar con el equivalente sintético?”, cuestionó.

A su vez, consideró que una de las cosas que más preocupación debería generar es que “nos dejemos de hacer estas preguntas, que dejemos de preocuparnos activamente por estas cosas y caigamos en un ‘aceptacionismo’ tácito de las cosas tal como vienen”.

Mazza considera que estas aplicaciones no dejan de ser algo artificial, no muy lejano de leer las memorias de un ser querido o ver videos de su persona, pero no deja de remarcar la importancia de cuestionar estas nuevas tecnologías. “Me parece que lo más importante es que nos preguntemos estas cosas, por ejemplo, si este robot que me está hablando es o no es mi ser querido, si no la tendencia va a ser que no nos lo vamos a preguntar y lo vamos a asumir, y ahí sí puede haber un peligro o un riesgo mayor”, evaluó.

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