La industria de los videojuegos está transitando por un momento problemático: en una escalada repentina, el mercado ha visto títulos que llevan al límite el concepto de las microtransacciones y el uso de dinero real a cambio de beneficios. Tan reticente es la actitud de los jugadores hacia estas nuevas formas de monetizar los videojuegos, que la discusión podría llegar al Parlamento británico. La institución inglesa tiene un sitio web en el que se pueden hacer peticiones, y si estas llegan a las 10.000 firmas, se puede considerar ponerlas a debate. En el momento en que se escribe esta nota, la petición de detener la monetización de los videojuegos ya está llegando a casi 13.000; en el caso de que alcance 100.000 firmas, la respuesta del gobierno británico debe ser obligatoria. Este objetivo no parece muy difícil: el plazo para alcanzar esa cifra es hasta abril de 2018 y la alarma que está sonando sobre esta práctica sólo parece agravarse con cada título nuevo que sale.
Para poner en contexto la discusión de la forma más simplificada posible: el conflicto lo causa la tendencia a pedirle dinero al jugador por unas cajas de recompensas que contienen beneficios aleatorios; uno compra la caja y reza por que le salga algo decente. Este mecanismo es percibido por la comunidad como entrar en el terreno de las apuestas. Es sabido que los niños son un gran –si no el mayor– público de los videojuegos, por lo que estas prácticas son consideradas peligrosas y poco éticas. Actualmente, este sistema no es considerado ilegal, pero los jugadores (o sus padres) argumentan que porta la misma cualidad adictiva que las apuestas, que la práctica es incentivada constantemente y que tiene como consecuencia grandes pérdidas de dinero real.
El sistema de información paneuropea sobre videojuegos (PEGI) y la tabla de calificaciones de software de entretenimiento (ESRB) no consideran que estas cajas de recompensa sean como apuestas, ya que el jugador siempre recibe contenido adicional a cambio de su dinero, lo que lo diferenciaría de una apuesta propiamente dicha, que conlleva la posibilidad de no obtener nada. No obstante, la ESRB ha dicho que todas estas inclusiones afectan su clasificación dentro del sistema, por lo que cambiará el rating de los videojuegos que recurran a estas prácticas.