Muerto ha ce diez años (había nacido en 1928), Guillermo Fernández fue ilustrador, grabador, pintor, además de docente en la educación pública y en su propio taller. Antes, integró el Taller Torres, y transitó diversos registros, desde el constructivismo torresgarciano hasta la abstracción y el retrato. Gran parte de ese recorrido se puede apreciar hoy en una gran muestra retrospectiva que ofrece el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV, Julio Herrera y Reissig y Tomás Giribaldi), donde, con curaduría de María Eugenia Grau, está en exhibición más de un centenar de sus obras.
Un sector de la muestra está dedicado a los originales y bocetos de Saltoncito, el team-up entre Fernández y el clásico infantil del narrador Paco Espínola, que Beto Oreggioni, de la editorial Arca, conjuró en 1971. Mientras que se aguarda el catálogo de la muestra Guillermo Fernández: la travesía de un maestro, apareció Guillermo Fernández ilustra Saltoncito, una publicación que reúne exclusivamente el material gráfico de la obra conjunta. El libro, muy cuidado y bello, supone una doble novedad: en él trabajó el ilustrador Juan Manuel Díaz, sobrino y alumno de Guillermo, y es el debut de la editorial Hecatombe.
“Hacía tiempo que quería hacer algo con Saltoncito. Un primer intento fue intervenir la obra en la parte de ilustración tratando de que tuviera algo de color. A pesar de la belleza de trazo y las manchas, el resultado me parecía algo oscuro. Pasaron unos años, y eso quedó quieto, hasta que Diego Vidart, regresando de una de sus tantas zambullidas en Tristán Narvaja, pescó un Saltoncito de aquella época. En esos momentos se estaba preparando la exposición en el MNAV y nos pareció que era un buen momento para sumarse a la movida y generar algo”, dice Juan Manuel, hijo de la artista Lola Fernández, hermana de Guillermo. “La aparición en el archivo familiar de una carpeta llena de bocetos y algún original de aquella edición de Arca fue clave. Algunos dibujos parecían hechos a medida de la pagina o del texto, y seguramente por motivos de espacio o por deficiencias de Guillermo fueron descartados. El escenario de suprimir el texto nos permitía mostrar una cantidad de material inédito, generar un diálogo entre lo editado y la memoria de los lectores, a su vez que reinventar una nueva conversación entre los dibujos de Guillermo”.
Hecatombe, por su parte, es un emprendimiento de la diseñadora Caro Curbelo y el fotógrafo Diego Vidart. “Es una editorial de corte visual. Nos interesan sobre todo las formas de expresión a través de las imágenes. Así que publicaremos ilustración, fotografía, obra gráfica”, cuenta ella. “En nuestras bibliotecas tenemos libros a los que volvemos mil veces... la mayoría no son libros de texto, de narrativa, sino que son de proyectos un poco random en la temática pero que tienen en común que están muy bien editados, hechos con la total convicción de que esa publicación era necesaria. Hay algunas editoriales británicas o españolas como Hoxton o El Zorro Rojo, que van muy en línea con el espíritu que queremos que tenga Hecatombe. Por eso, esta recopilación de bocetos de Guillermo Fernández para Saltoncito fue el proyecto perfecto como primer título para la editorial, porque representa perfectamente la ruta que queremos tomar”, agrega.
Guillermo Fernández ilustra Saltoncio se presenta el viernes a las 20.00 en Tomás Giribaldi 2278. O sea, justo enfrente del museo donde se exhibe la gran retrospectiva: programa doble cantado (el MNAV cierra sus puertas a las 19.00).