A partir de hoy, el 11º Encuentro Internacional Jazz a la Calle de Mercedes ofrece casi 24 horas de música durante nueve días, con recitales de artistas nacionales e internacionales, clínicas y jam sessions con entrada gratuita.
Hasta el domingo 21, la ciudad de Mercedes será la anfitriona de una nueva edición del Encuentro Internacional de Músicos Jazz a la Calle. Cada enero llegan visitantes de todo el mundo que se embarcan en una peregrinación para ser parte y presenciar cómo la música brota por cada rincón de la capital de Soriano. Durante nueve días, el jazz –un género que se destaca por su libertad para la improvisación y su apertura para fusionarse con otros estilos– se transforma en el lenguaje común de una comunidad efímera formada por profesionales que llegan para presentarse en el Escenario Principal de la Manzana 20 y transmitir sus experiencias en clínicas, músicos amateur que aprovechan la oportunidad para aprender y tocar en las jam sessions junto a sus colegas internacionales, y espectadores que disfrutan al ver cómo la música se vuelve protagonista.
Jazz a la Calle nació en 2006, con el objetivo de revalorizar el género, por iniciativa de Horacio Acosta, un músico de Mercedes que trabajó en Montevideo durante los primeros años de la década del 2000 y que presenció cómo el jazz perdía sus lugares de pertenencia. “La crisis cultural que hubo en la década de los 90 se vino a reflejar del 2000 en adelante, y la música pasó a ser parte del entertainment mundial, que terminó desvalorizando el trabajo del músico académico que se preocupa por su educación”, asegura Acosta, fundador y organizador del encuentro. Según comenta, en esos años los músicos de jazz se exiliaban en búsqueda de empleo: “Se quedaban sin trabajo porque, a pesar de ser tipos profesionales, los reemplazaban DJs o máquinas”.
Luego de su vuelta a Mercedes, en 2006, Acosta reunió a distintos músicos para crear clínicas de formación de públicos. Colegas de Argentina, Brasil y Uruguay llegaban para dar charlas gratuitas sobre jazz, que buscaban iniciar al espectador en el género. Finalmente, en 2007 se realizó la primera edición del festival, que contó con artistas de todas partes. Este año se van a presentar 25 grupos –la grilla completa está disponible en jazzalacalle.com.uy–, que fueron elegidos entre más de 200 postulantes, de Alemania, Argentina, Brasil, Croacia, Cuba, Estados Unidos, Francia y Uruguay, que van a tocar todas las noches a partir de las 21.00. Uno puede notar que los organizadores buscaron incluir a artistas que fusionan el jazz con diferentes estilos, como la murga (La Jarana), la electrónica (Gas y el dúo Obradovic-Tixier), el tango (Finisterre), la música brasileña (Carol Panesi & Grupo, Dúo Popinha e Negrene), los ritmos latinos (Aniel y el Quilombo) y el candombe (Santiago Blanco & Cosa E Mandinga).
“El día comienza a las 9.00 con las clínicas, y se extiende hasta las cuatro o cinco de la madrugada con las jam sessions”, comenta Acosta, lo que significa que las jornadas ofrecen casi 24 horas de música ininterrumpida. Las actividades del encuentro se dividen en cuatro partes: las clínicas –músicos nacionales e internacionales que dan clases en el Auditorio de la Casa de la Cultura–, los toques callejeros –los colaboradores del festival se reúnen en la Manzana 20 para armar una banda a la que luego se le suman colegas–, los recitales en el escenario principal –el plato fuerte de la noche– y las jam sessions, que, a través de la improvisación, generan un vínculo entre músicos y asistentes, y el privilegio de tocar con artistas fogueados.
Sin embargo, Acosta plantea que el principal objetivo de Jazz a la Calle es la educación: “Queremos defender al músico profesional que necesita el apoyo de la gente para subsistir”. Por eso, además de las clínicas que se ofrecen durante el encuentro, trabajan con el Proyecto Escuela de Música, que desde 2008 brinda clases gratuitas para niños, jóvenes y adultos. Actualmente, la escuela cuenta con 200 alumnos y desde el año pasado la Universidad Tecnológica de Mercedes inauguró la carrera Tecnólogo en Jazz y Música Creativa, que permite que los alumnos profundicen en sus estudios.
Cambia la ciudad
En Jazz a la Calle trabajan más de 80 voluntarios. “Hay gente que va a buscar a los músicos al aeropuerto y que los lleva a Tres Cruces. El alojamiento lo hacemos en casas de familias, mayoritariamente, aunque también recurrimos a hoteles, que nos dan habitaciones de cortesía”, cuenta Mariana Zarauz, encargada de la logística.
Acosta observa que el festival otorga a la ciudad “la posibilidad de recibir músicos de tremenda relevancia a nivel mundial”. Según el organizador, el encuentro genera “un efecto fantástico” en la población y se ve cómo personas a las que no les gusta el jazz concurren por el ambiente de comunión. “Si bien en Mercedes somos 40.000 habitantes y hay días que tenemos 40º de calor, la ciudad cambia”, comenta Zarauz. “Antes llegaban las vacaciones y todos esperaban a enero para irse, ahora la opción es quedarse acá. Vos vas con tu silla bajo el brazo a la Manzana 20 y tenés un montón de música, stands de comida y artesanías. A Jazz a la Calle hay que vivirlo, estar ahí, hablar con la gente que da alojamiento y disfrutar de la experiencia”, finaliza.