“Nuestro propósito este verano es crear asombro y generar experiencias escénicas únicas”, dice Vera Navrátil a la diaria para definir la propuesta, que se desdobla en dos opciones de acuerdo a la edad de los participantes: “El secreto de la comarca”, dirigido a niños de seis a diez años, y “El otro lado”, para preadolescentes y adolescentes de 11 a 17. Ambos tendrán lugar en la casa de Ludosóficos, en Maldonado 1760.
El primero, que tendrá lugar los martes y jueves de 10.00 a 11.30, está pensado para niños a los que les guste actuar, contar historias e investigar sobre el mundo de magos, brujas, pócimas mágicas y secretos no revelados a los humanos. En palabras de sus organizadores, es “una invitación a adentrarse a un mundo de misterios y aventuras”, con una propuesta basada en el despliegue de la fantasía y la imaginación a partir de la consigna de viajar a un mundo secreto debajo de la tierra. El taller estará a cargo de Navrátil, tiene un costo de $ 2.500 por mes e incluye un exquisito desayuno compartido, con frutas, jugos naturales y comida casera.
Para los más grandes ofrecen “El otro lado”, los jueves de 16.00 a 18.00, a cargo de Navrátil y José Pedro Irisity y con un costo de $ 1.500 por mes. En este caso la invitación es a reflexionar, investigar y dejar volar la imaginación a partir de la idea de mundos paralelos. “El universo de lo ominoso, lo extraño y lo inquietante toma las riendas en este taller, dirigido a aquellos adolescentes que quieran investigar, crear historias y sorprenderse por el mundo interior que lleva cada uno”, describen.
“Estos talleres surgen atendiendo más que nada el interés de niños y adolescentes de vivir experiencias pensadas cuidadosamente para ellos. No se trata de hacer ejercicios de teatro y pasar el rato. Pensamos cada taller como un encuentro único y especial, contemplamos a los participantes como invitados especiales, valorando el encuentro y el interés por estar allí. Cada taller tiene su atmósfera particular y pensada especialmente. La experiencia nos ha mostrado que el cuidado y los detalles son altamente valorados: ese sentimiento se devuelve de forma natural en pertenencia y cuidado por el grupo, y encontramos en esta dialéctica un entorno que potencia la creación y experimentación. Nos gusta jugar y lo hacemos seriamente”, resume Navrátil.