La feria de arte contemporáneo Este Arte se prepara para su sexta edición, que se extenderá desde el 4 hasta el 8 de enero en el Centro de Convenciones y Exposiciones de Punta del Este. En esta oportunidad se expondrán obras de más de 200 artistas y se desarrollará un programa cultural cargado de contenidos interesantes para el sector: arte y naturaleza, arte de archivo, y arte y moda. Conversamos con la fundadora de la feria, Laura Bardier.
Estamos en la sexta edición y la feria se ha ido consolidando: ¿qué han aprendido y mejorado respecto de las ediciones anteriores?
Estar en la sexta edición es un logro muy importante. Está en la agenda de Punta del Este y eso se consiguió en sólo cinco años: acostumbramos a la gente a un evento nuevo. Lo que más hemos aprendido es que siempre hay imprevistos, que hay que tener flexibilidad mental. Creo que eso sucede sobre todo desde el punto de vista logístico. Otra cosa que hemos aprendido es que es posible hacer cosas en Uruguay, es posible crear ideas, conceptos y posibilidades. Cuando empecé la feria, muchas autoridades, patrocinadores y público me decían que no iba a ser posible, veían una cantidad de problemas. Creo que hemos demostrado que es posible. Este Arte es un proyecto orgánico, nos vamos adaptando. Cada año, apenas terminamos, hacemos una reunión de equipo y vemos las cosas que funcionaron y las que no. Muchas veces se focaliza en las cosas que no funcionaron, pero también es importante señalar las que funcionan para repetirlas al año siguiente. Es muy importante para la feria recuperar lo que se hace en Uruguay durante el año y capitalizarlo. Por ejemplo, el programa cultural se basa en lo que está sucediendo durante el año.
¿Cuál es el enfoque o el diferencial de esta edición?
Hay varias cosas diferentes. Desde el principio trabajamos el rol de la mujer profesional, un tema que me interesa personalmente. En mi equipo son todas mujeres, por ejemplo, no es que tenga dificultades trabajando con hombres, pero me encuentro bien así y creo que funciona. En la feria lo que hicimos este año fue oficializarlo, todas las galerías que participan tienen al menos una artista mujer. Esto antes lo empujábamos y promovíamos, ahora decidimos definirlo como política interna: de ahora en más va a ser así. No es solamente mujeres, es todo tipo de comunidades o grupos subrepresentados. De hecho, tenemos varias galerías que trabajan con artistas del grupo LGTBQI, otras que trabajan con grupos étnicos. Esto puede ser interesante para algunos y no serlo para otros, pero es importante tener una visión plural del planeta y del mundo del arte.
Este año invitamos a un grupo de residencias de Colombia (Plataforma Caníbal), que van a invitar a un artista uruguayo de la feria a realizar una residencia en Barranquilla, con prácticamente todo pago. Eso no es común en otras ferias. Es porque nos interesa el desarrollo cultural y de las artes visuales en Uruguay y darles a los artistas uruguayos la posibilidad de viajar y conocer otras experiencias profesionales.
Con respecto a la temática, surgieron temas que me interesaba tratar. Uno es la ecología: hay una charla de arte y naturaleza, donde van a estar Tali Kimelman, Valentina Cardelino –que es una artista joven, con un trabajo muy interesante– y Fabián Muñoz, director del Jardín Botánico. Habrá otra charla sobre el arte de archivo. El archivo tiene que ver con la memoria, el registro de la historia. Hoy en día, que estamos trabajando con tantas cosas efímeras, las redes sociales, el ciclo de las noticias es corto y la memoria parece cada vez más corta. Entonces, el archivo es una estrategia que me parece interesante para registrar los procesos.
Hay varios proyectos de archivo en Uruguay, que son autogestionados y tienen apoyos estatales, que están disponibles online y funcionan. Pienso en Arte Activo, Archivo X, entre otros.
Por eso mismo era esto, porque hasta ahora no le habíamos dado voz a eso, y el programa cultural se trata de eso, de buscar cosas que se están haciendo en Uruguay y darles una plataforma de exposición en la feria, que va más allá de Uruguay. Después hay una charla de arte y moda, que es algo que estaba intentando hacer pero resulta difícil en Uruguay, porque todavía falta desarrollar esa relación. Me parece que está bueno colaborar con otra institución que está haciendo mucho en otro ámbito, como es la MoWeek.
¿Cuál es el vínculo entre Este Arte y la academia?
El sistema del arte para ser sano, fuerte y perdurable tiene que trabajar en sinergia con todos los componentes del mundo del arte. El primer año invité a Ana Laura López de la Torre [artista y docente del Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes] a participar, y el año pasado ella me contactó. A veces hay un poco de prejuicios entre Montevideo y Punta del Este, entre el mercado del arte y las instituciones sin fines de lucro. En mi opinión, es limitarse inútilmente. El mercado existe, y existen también las instituciones sin fines de lucro. Si el Espacio de Arte Contemporáneo hace una muestra de un artista, el valor de su obra aumenta; sería naíf pensar que si uno trabaja en una institución sin fines de lucro no pertenece a ese sistema. Entonces hacerlo de la forma más sincera y directa me parece lo mejor, y trabajar en sinergia en lo que compete a cada uno; una cosa no suplanta a la otra.
La idea de colaborar con el taller de Laura López surge porque yo ya tenía una relación con ella. El año pasado, ella trajo a un grupo de estudiantes e hicimos una visita guiada. Este año vi el Ciclo Bisagra, que me pareció muy interesante, y los invité a trabajar. Les dimos carta blanca para que hicieran lo que les pareciera. La única pauta fue tener un panel en el que hubiera pluralidad.
¿Cuál es el perfil del público que asiste a la feria y cómo ha ido variando de una edición a otra?
El primer año eran mayoritariamente europeos, lo cual parecía muy extraño. Ciertamente, me interesan los extranjeros, pero me parecía fundamental el público local. Me entristecía que los artistas de Montevideo no fueran a la feria. Entonces lo que hicimos fue buscar la manera de involucrar más al público uruguayo, y eso es parte del trabajo. Creo que es el único proyecto cultural en Uruguay que logra combinar público europeo, americano, brasilero, paraguayo, chileno, peruano… gente que viene expresamente para la feria; tenemos coleccionistas estadounidenses que vienen a la feria y es la excusa para venir a Uruguay. Si logramos que la gente de Montevideo vaya expresamente a Punta del Este a la feria, sería un logro importante. Acostumbrar al público es parte del proceso. Por ejemplo, una de las dificultades que tuvimos al principio era el tema de la entrada, cuando ni siquiera el Museo Nacional de Artes Visuales cobraba entrada, pero después lentamente la gente se fue acostumbrando. Hicimos ajustes y hay varios descuentos, pero me parecía importante, como principio, darle valor a la cultura.
¿Cómo ves el mercado del arte uruguayo y regional? ¿En Uruguay se invierte en arte?
El año pasado 100 % de las galerías que se presentaron vendieron alguna obra, ninguna otra feria en el mundo y en la historia de las ferias ha logrado eso. Eso no es casualidad, hay mucho trabajo atrás. Eso sucede porque la escala de Uruguay es humana; en este caso, el hecho de que Uruguay sea chico y el contexto sea más personal es una gran ventaja, es un recurso fundamental. Hay una cantidad de dificultades, sí, como en todos lados. Pero tener la posibilidad de solucionar problemas con dos o tres llamadas es una ventaja. Todo lo que tiene que ver con traer a las galerías y ponerlas en contacto con los potenciales compradores se hace bastante a mano, vamos viendo con las galerías que se proponen y dialogamos con ellas sobre las obras y los artistas que pueden presentar de acuerdo al público de Punta del Este. Porque hay cosas que funcionan en Miami que no funcionan acá. Lo que tratamos de hacer es traer obras y artistas que el público reconozca o encuentre interesantes y mezclarlas con cosas nuevas, que puedan descubrir; encontrar un balance. Punta del Este tiene un público muy variado, el público de la Mansa, de la Brava, Manantiales y José Ignacio son completamente opuestos en estética, en cultura, en todo. Entonces pensamos una propuesta que funcione para todos y no sea un mélange. Trabajamos mucho con los coleccionistas que conocemos más y tratamos de conocer otros y potenciales compradores e incentivar a un público que puede comprar obras de 500 dólares. Obviamente, hay obras que van de 300 a dos millones de dólares, porque el público también es variado en ese sentido.
El objetivo original de la feria es la profesionalización de las artes visuales en Uruguay. Tratar de contribuir a que ser artista sea una profesión y que el que quiera pueda vivir de eso, si lo desea y trabaja para hacerlo. Esa es la contrapartida; si se crea un público de uruguayos interesados, que quieran apostar por artistas uruguayos o extranjeros, eso les da más posibilidades. Gracias a la feria hay artistas uruguayos que son representados por galeristas en Europa y Estados Unidos. Hay galerías uruguayas que no existían cuando empezamos y hoy participan en ferias en el extranjero, como La Pecera, Black Gallery o Diana Saravia.
¿Qué obras llegan de Uruguay al mundo?
A Juan Manual Rodríguez lo han comprado suizos. No se necesita ser Atchugarry o Torres García para despertar un interés, depende de las obras, del trabajo, de los coleccionistas, es más personal. Yo creo que en la base está hacer una obra que sea auténtica y sincera, que aporte algo al que la ve. El arte tiene que ver con eso, con replicar una idea o un concepto en la persona que la está viendo y experimentando, y eso a veces va más allá de fronteras y geografías. Ha habido interés en artistas como Rita Fischer, el primer año que la presentamos una galería de París muy importante estuvo muy interesada en su obra. Si las obras son buenas y el trabajo es interesante va mucho más allá, una obra cuando es buena tiene que tener diferentes niveles de lectura: debe poder ser entendida o interpretada por el público cercano al artista, un público más local, pero también más allá.
¿Qué es lo que más se vende en Uruguay?
Hay varias cosas que hemos ido identificando. En la primera edición hice una feria que me gustaba a mí, funcionó bien pero mucho del público local no la entendía. No era por falta de información ni era un problema del público, eran obras para otro público. Ahora, tratamos de combinar artistas más reconocidos, latinoamericanos, de la geometría abstracta latinoamericana, arte cinético y algunas obras más figurativas. Y vamos introduciendo obras más conceptuales de a poco, porque se les tiene menos confianza en Uruguay. Pero el público argentino y brasilero confía un poco más y tiene otra estética. Hay que compartir, porque tenemos público brasilero, europeo… no hacemos la feria sólo para el público uruguayo. Además, independientemente de lo que se vende, traemos y empujamos obras de artistas jóvenes y emergentes, y ciertas experiencias, que son más como statements.
¿Qué le recomendarías a alguien que está por comenzar una colección?
Informarse. Ver muestras, ir a bienales, museos, galerías, estudios de artistas… Leer y conocer qué es lo que está pasando y lo que pasó, saber un poco de historia del arte no le hace mal a nadie. Entender la historia del arte ayuda a entender lo que está sucediendo ahora. Uno no tiene que ser un experto, pero viajar y mirar ayuda. Después hay que filtrar qué es lo que a uno le gusta, qué temas le interesan, y no comprar lo que está de moda. Las colecciones son interesantes cuando son auténticas, cuando están conectadas con la sensibilidad de la persona que compró las obras, eso es lo que hace a la colección única. Si uno busca comprar lo que le interesa se va a abrir a artistas que no están en los circuitos obvios.