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The Twilight Zone

Volvió La dimensión desconocida para mostrarnos lo peor de nosotros oculto detrás de un disfraz

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Con las series de televisión establecemos relaciones muchas veces más largas que las que tenemos con otros seres humanos. Hemos pasado ocho años dedicados a seguir las desventuras de un capo de la mafia que sufre ataques de pánico. Seis años descubriendo que la ciudad de Baltimore apesta. Más de tres décadas quejándonos de que los Simpson ya no nos quieren tanto como el año anterior.

Después tenemos amores de verano (o de invierno). Que pasan, explotan y nos dejan cargados de radioactividad por el resto de nuestras vidas, sin poder olvidarlos. Y hay otro tipo de relación con la ficción televisiva, que está mal vista por los puritanos pero es capaz de dejarnos satisfechos en un cortísimo período de tiempo: el touch and go.

En este caso, el famoso “toco y me voy” estaría representado por las series antológicas, que acotándose a un tema puntual (que suele ser muy elástico) nos cuentan historias que empiezan y terminan dentro del mismo episodio.

Los casi cuarentennials recordamos varios ejemplos: Historias asombrosas, de Steven Spielberg; Cuentos de la cripta, con su clásico presentador de ultratumba; y hasta existía una versión “picante” llamada El caminante (la rima es casual) que permitía ver en las noches de Canal 10 escenas bastante subidas de tono, antes de que llegara la televisión por cable con los viernes de I-Sat.

La plataforma Prime Video nos trae una serie estrenada en 2019, pero que tiene más de 60 años de historia. Si no la vieron, seguramente oyeron hablar de ella: La dimensión desconocida (The Twilight Zone).

Tiruriru, tiruriru, tiruriru

Aquella premisa era lo suficientemente elástica para que se emitieran más de 150 episodios entre 1959 y 1964. En persona o en forma de voz en off, Rod Serling (también creador del programa) introducía al público al “cuentito” de esa semana, que podía combinar elementos de la ciencia ficción, la fantasía o lo sobrenatural.

Como ocurría con la literatura de ciencia ficción de la época, la serie reflejaba los temores e inquietudes de las personas, utilizando el género como caballo de Troya para hablar de racismo, de la Guerra Fría y de todas esas bajezas humanas de las que nos molesta escuchar directamente.

El cuentito solía tener a un personaje que no encajaba con su entorno. A veces lo raro estaba en ese personaje, a veces lo raro era el entorno. Y luego del desarrollo y de algún giro oscuro, el propio Serling dejaba una “moralineja” (moraleja con moralina) para que el público rumiara el resto de la semana.

Desde su cancelación, The Twilight Zone no ha dejado de repetirse en Estados Unidos, con periódicos regresos mejor o peor recibidos. En esta oportunidad, llegaron diez nuevos episodios de la mano de Jordan Peele, el director de las aclamadas Get Out (2017) y Us (2019).

Eran diez capitulitos

La decena de relatos tiene temáticas muy variadas. Todo comienza con “The Comedian”, que cuenta la vida de un malísimo comediante de stand-up que recibe un consejo para lograr la fama instantánea. Como ocurre en estos casos, los caminos rápidos hacia nuestros deseos se pagan carísimo, y Samir (Kumail Nanjiani) terminará embriagado, no por la fama sino por el poder que le proveen el micrófono y el escenario.

En segundo lugar llega “Nightmare at 30.000 Feet”, cuyo título y ambientación juegan con la recordada historia de Richard Matheson adaptada por la serie en 1963, acerca del pasajero de avión que descubre a una criatura espantosa sobre el ala del vehículo. Los Simpson le hicieron un gran homenaje en sus historias de Halloween.

Una de las mejores historias es “Rewind”, en la que una madre negra y su hijo se cruzan una y otra vez con un repugnante policía racista (Glenn Fleshler), incluso contando con la ayuda de una cámara de video muy especial. El final es algo cheesy (cursi), pero el mensaje lo vale.

“A Traveler”, acerca de un misterioso sujeto que aparece en una comisaría de Alaska, coquetea con viejos temas como la paranoia y la desconfianza, pero su resolución queda a medio camino de todo. Mejor suerte tiene el ridículamente divertido “The Wunderkind”, en el que un asesor de campaña caído en desgracia intenta que un niño canchero de Youtube sea electo presidente de Estados Unidos.

“Six Degrees of Freedom” plantea un viaje a Marte visto solamente desde dentro de la nave, lo que es al mismo tiempo una interesante decisión creativa y un elemento fundamental de la trama, al lograr que cuestionemos nuestras percepciones. “Not All Men” busca hablar del machismo con un componente sobrenatural, pero por momentos trivializa la violencia masculina y su cierre no termina de decidirse.

“Point of Origin” es una combinación de ciencia ficción de los 50 con El cuento de la criada, “The Blue Scorpion” rasca apenas el viejo asunto de la pasión yanqui por las armas de fuego, y “Blurryman” cierra la primera temporada (hay una segunda confirmada) con el capítulo más extraño de todos. Allí, la acción sigue a una guionista de La dimensión desconocida (Zazie Beetz) en su extraño encuentro con un personaje muy misterioso y a la vez muy, pero muy familiar. Lo más meta de lo meta de lo meta.

¡Toma eso, asquerosa dimensión!

Como todo touch and go, algunos encuentros casuales son mejores que otros. Y a diferencia de los que yo recuerdo, aquí el problema es que son demasiado largos. Muchos críticos estadounidenses comparan algunas de estas historias, resueltas en 40 o 50 minutos, con las originales, que duraban la mitad. Sin haber visto muchas de aquellas obras de arte resueltas en menos de media hora, les doy la razón.

Un recorte les haría muchísimo bien a varios episodios, que plantean la premisa y luego divagan por segundos actos algo extensos. De todos modos, casi todos contienen escenas cargadas de tensión, o que combinan el realismo con el absurdo de manera interesante. Aunque, cuando esto falla, el verosímil viaja a otra dimensión.

Con respecto a las “moralinejas”, algunas son clarísimas, como las relacionadas con el racismo, la misoginia o la corrupción que llega con el poder, y Jordan Peele suele cerrarlas con un moño que en ocasiones es demasiado grande (y colorido de más). Pero en esta era, como en casi todas, a veces necesitamos que nos recuerden que nuestros actos tienen consecuencias.

Los diez nuevos capítulos de La dimensión desconocida (The Twilight Zone), de 2019, se pueden ver en la plataforma Prime Video.

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