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Exposición de Washington Barcala en el museo José Gurvich, en Montevideo. Foto: Difusión s/d de autor.

Mi vida de cartonero, exposición de Barcala en el Gurvich, con perspectiva uruguaya

6 minutos de lectura
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Con Manuel Neves, curador de la exposición, que se puede ver hasta el 15 de marzo.

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Hasta el 15 de marzo estará disponible para su visita, en el museo Gurvich, la exposición Mi vida de cartonero, que conmemora el centenario del nacimiento del artista uruguayo Washington Barcala y muestra una selección de 39 obras del último período de su producción (1989-1993). Cabe destacar que sólo cuatro de estas piezas fueron expuestas antes.

La muestra, curada por el historiador y crítico de arte Manuel Neves, presenta obras de Barcala en formato pequeño, sutil e intimista. El artista trabajó a partir de materiales precarios y accesibles, como el cartón, la tela, el papel, la madera y el acrílico, entre otros. En las piezas se puede reconocer una memoria personal fragmentaria, pero también se encuentra la ciudad de Montevideo: lo personal se entrelaza con los temas, generando una obra sintética pero profunda.

En conversación con la diaria, Neves dio detalles de la muestra y de la importancia de las obras exhibidas por primera vez.

¿Cómo surge esta exposición?

En 2018 fui al museo por un evento y Joaquín Ragni, vicepresidente de la fundación José Gurvich, me habló de la posibilidad de hacer una exposición sobre Barcala, porque una parte de la familia (Jorge, el hijo menor, que es quien lleva el patrimonio de la familia) se mudaba a España. Entonces, como toda la obra se iba del país, a Joaquín se le ocurrió hacer la exposición. Enseguida me di cuenta de que se conmemoraban los 100 años del nacimiento de Barcala. El 2020 fue un año particular porque se cumplió el centenario de varios artistas importantes: [Antonio] Llorens (1920-1995), Barcala y [Marco Aurelio] López Lomba (1920-1970). Estos son artistas que investigo desde hace mucho.

Entonces, fui a conocer a Jorge; él vivía en la casa de la familia de Barcala, en el Prado. Ahí encontré un montón de obra que no conocía y que nunca había sido expuesta, y decidí llevar adelante el proyecto, porque conozco bastante la obra de Barcala y había visto algunas exposiciones, y siempre se exponían más o menos las mismas obras. No aportaba que yo hiciera lo mismo.

¿Qué caracteriza a esta selección de 39 obras?

Es el período final de Barcala. Él se enferma en el 91 y en el 92 hace su última exposición en Madrid, para la cual produjo mucha obra. La producción de Barcala es limitada, no es un artista que produjo mucho, incluso hay mucha obra que está perdida. Donde produjo más fue cuando estuvo viviendo en Madrid, entre el 74 y el 92. Ese fue su último período de producción, que es la obra que realizó para esa exposición en Madrid sumado a algunas obras que realizó cuando ya estaba viviendo en Montevideo; los últimos meses de su vida los pasó en Pocitos. En ese momento, Barcala empieza a realizar unos dibujos, por un tema físico [tenía dificultades de movilidad]. Ese período es interesante, primero porque su obra llega al punto máximo de libertad formal, no hay ningún tipo de elemento formal que tenga límites. Su obra anterior estaba definida por un tipo de collage, un tipo de organización del espacio y una cantidad de elementos. En cambio, en la obra que produce en el período final de su vida todos los elementos formales se pierden. Es muy difícil de clasificar esta obra, porque son collages, pero son collages que están cosidos, hay pintura, hay palabras escritas... Se podría decir que son collages, pero es mucho más que eso.

Además, hay una vuelta al dibujo; a fines de los 50 hizo mucho dibujo, incluso ganó salones. Entonces era interesante esa obra, porque él alcanza un estilo extremadamente libre y porque hace una vuelta simbólica a Uruguay, que se materializa con el retorno al país y una vuelta, también, a sus orígenes como artista. Otro elemento destacable es que Barcala hace una serie de collages y en la gran mayoría utiliza material (cartones y material de archivo) de la fábrica de cartón de su padre, en la que él trabajó por casi dos décadas. Entonces, esa vuelta simbólica a Uruguay y a sus orígenes se cumple de muchas formas: por la vuelta a la pintura, al dibujo, y por una recuperación de la memoria familiar al utilizar ese material que era de la familia.

Lo familiar no es solamente un tema artístico, sino un tema introspectivo-personal, está presentando cierta memoria familiar, de forma muy velada, porque si una persona que no conoce su historia visita la exposición, no necesariamente va a ver este elemento narrativo, porque el elemento estético es muy fuerte en su obra. El elemento visual en su obra es muy importante, pero ese elemento visual está construido con ese elemento narrativo, porque evidentemente él sabía que estaba al final de su vida y produjo un balance de ella.

A la vez, la exposición presenta una cantidad de obra que nunca se había expuesto; yo quería mostrar algo nuevo. También quería presentar esa idea de epílogo de su producción como un gesto de libertad. Por eso la frase que se ploteó en la sala: “No al constructivismo, sí a la libertad y al expresionismo”. Esa frase la escribió Barcala sobre un dibujo de su nieto y es una suerte de manifiesto de sus ideas como artista, su posición ética como artista, en el sentido de buscar siempre la libertad absoluta. Eso está muy vinculado a su generación y al informalismo. El informalismo entendía el espacio de la obra como un espacio sin límites, como un espacio de extrema libertad. Entonces, ese espíritu, que es típico de esa generación, cobra mucha fuerza al final de su vida. Su obra anterior era más formal, más geométrica. Incluso en España la obra de Barcala fue entendida como un derivado de la de Torres García. La obra que produjo en los años 70 tiene algunos elementos que son claramente geométricos; durante mucho tiempo se habló de que Barcala tenía una relación con Torres, porque lo conoció y demás, pero él en realidad nunca tuvo nada que ver con Torres, ni en un sentido estético ni ideológico. Por eso también me parece importante esa frase sobre el constructivismo, porque él era consciente de que mucha gente entendía su obra a través de Torres.

Otra cosa que se logró hacer fue incluir en el catálogo casi todos los textos que escribió Barcala. Con la ayuda de Jorge [Barcala] logramos reunir todos los textos que escribió. Ahí él reflexiona de forma bastante acertada sobre su obra y lo que está buscando.

Resumiendo, esta exposición conmemorativa buscó mostrar obra nueva, presentar los textos y presentar a un Barcala con una perspectiva más uruguaya, porque el que se había mostrado anteriormente estaba preso de la lectura española. Lo que busqué fue recuperar de alguna manera cierta uruguayez en el sentido de cómo él entendía su obra.

¿Cómo fue el vínculo de Barcala, una vez que se fue a España, con la escena del arte uruguaya?

La trayectoria de Barcala se podría ordenar en dos momentos. El momento uruguayo fue muy importante, Barcala fue un artista que empezó a exponer a fines de la década del 30 y entre el 40 y los 60 ganó todos los salones, expuso en todas las exposiciones más importantes del país y representó a Uruguay en el exterior. Incluso fue vocal de la Comisión de Bellas Artes. Fue un artista muy importante en la escena local uruguaya antes de irse a España.

En el 73 se produjo el golpe [de Estado] en Uruguay, entonces la actividad cultural se redujo mucho. La gran mayoría de los artistas dejan de participar en el salón, por ejemplo. El salón se siguió haciendo durante toda la dictadura, pero la gran mayoría de los artistas deciden no participar, así como en ningún evento cultural organizado de forma oficial. No querían participar en una vida cultural-social vinculada a la dictadura.

Cuando Barcala se va a España, en el 74, continuó viniendo a Montevideo para ver a su familia. Entre el 74 y el 82 no participó en exposiciones en Uruguay. En general, participó en exposiciones de artistas uruguayos en el exterior durante la dictadura. Por ejemplo, [Roberto] Pontual organizó una exposición muy importante que se hizo en el Museo de Arte Moderno de Río [de Janeiro], que se llamó [Arte agora III. América Latina:] Geometría sensible (1978), en la que participó Barcala. Participó también en una exposición que organizó Ángel Kalenberg en Buenos Aires, en una galería.

¿Cuál es el aporte de la obra de Barcala?

La experimentación con el collage y el cosido como elemento de dibujo en el collage. El collage es un elemento importantísimo en su obra, el collage que se abre a investigaciones formales sin límites. El collage tiene dos orígenes: uno vinculado con el cubismo, que es un collage ordenado o con un equilibrio formal; el otro está vinculado con el dadaísmo, que es todo lo contrario, más aleatorio o caótico. Cuando Barcala retoma el collage, es consciente de todo eso y le aporta elementos que no existían antes. Por ejemplo, pintar arriba de los collages y usar la costura como dibujo. Él dibuja cosiendo; las costuras no las hacía él, las hacía su esposa, pero ese elemento que parece banal, dibujar cosiendo, es un aporte mayor en el arte uruguayo, en el arte español y en el arte en general. La costura existe, sobre todo a partir de los años 60, existen elementos de costura, como bordar, coser y demás, pero no como los utilizó Barcala, como un elemento de dibujo. Realmente cuando uno ve su obra, el dibujar cosiendo tiene una cantidad de significaciones, incluso en un contexto contemporáneo se puede vincular con el tema de género, a pesar de que él no cosía, pero el elemento femenino está actuando en su obra.

Mi vida de cartonero. En el Museo Gurvich (Sarandí 522) hasta el 15 de marzo. Lunes a viernes de 12.00 a 18.00. Martes con entrada libre.

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