El viernes en la sala 2 del teatro Stella fue el estreno de Influencia, escrita por Sebastián Rivas y dirigida por Laura Viojo.
En tiempos en que el encierro y la soledad se convierten en síntomas del terror que atraviesa la humanidad, el teatro, sin duda, se posiciona como un espacio de reflexión imprescindible. Nos pone frente al problema, nos obliga a ver los límites del miedo como amenaza latente. En este caso, la expectativa parece quedar suspendida entre una idea que se enfoca en el conflicto humano y su efectiva realización, cuando instala el problema en un individuo con un definido perfil de clase que tiene la posibilidad de zambullirse en sus convulsionadas emociones para desentrañarlas.
Asistimos al universo psicológico de un hombre, representado por el actor Fernando Lofiego, que intenta desarticular sus terroríficas sombras desplegando en escena una retorcida lucha en defensa de su existencia. Está atrapado en un hueco que puede ser el sótano de una casa o las profundidades del inconsciente que lo mantiene alejado y a salvo de los supuestos peligros del mundo. Es la víctima tomada por el terror. Entonces aparece la frontera entre el adentro y el afuera, que le exige una decisión. Una tensión entre lo que suponemos un peligro y lo que en definitiva lo es, si nos aísla para vaciarnos de lo que hemos construido.
La dramaturgia instala una oposición entre esos dos espacios. La vida está afuera, en toda su potencialidad, pero vivirla conlleva riesgos. El adentro parece ser el ámbito de seguridad que nos aleja de los peligros, pero ¿hasta cuándo? El encierro protector se transforma en una trampa. El personaje es seducido por el impulso de mantenerse cobijado, mientras que la idea de escapar surge como una insistencia que molesta. Es el bohemio que escribe atormentado por sus oscuridades. El típico representante de un romanticismo decimonónico que enfrenta, solo, la pérdida de la inspiración para navegar en su sentimiento de fracaso, en una búsqueda que parece no tener salida. Algo dentro de él lo incita a dar una batalla que se produce entre las pulsiones de vida y de muerte como poderosas influencias que quieren conquistar un territorio. La lucha se levanta como una resistencia emocional que se observa en el enfrentamiento con sus propios fantasmas.
Estas imágenes, que son de un maniqueísmo elemental, intervienen en sus pensamientos, tirando de sus miedos, para rendirlo, o de su voluntad, para escapar. Son las fuerzas internas del personaje que, en escena, se desdobla en dos: uno, enmarcado por la enfermedad y el deseo que configura el encierro como única opción y el otro, su opuesto, ligado al juego y la risa como símbolo de salvación.
La obra propone un relato de corte existencialista cuyo entramado textual viene a instalar el conflicto de tal manera que es fácil reconocer el nivel universal del problema: la insistente tensión entre ser o no ser. El planteo de la angustia humana como relato que trasciende los tiempos y que no encuentra solución, más aún en este paradigma posmoderno.
La puesta en escena, con un entramado de hilos y papeles, se corresponde con el ambiente que quiere instalar la sofocante sensación de haber caído en una telaraña de la que es difícil escapar.
Las actuaciones cuentan con algunos momentos destacables, como por ejemplo la capacidad lúdica de la actriz Agustina Vázquez Paz, que representa el impulso casi naíf por salir de ese estado depresivo. En cuanto al resto, es un ejercicio teatral al que le falta cuerpo. Parece que la columna de los actores no logra sostener la desolación en la que se encuentra el personaje.
Influencia. De Sebastián Rivas. Dirigida por Laura Viojo. Teatro Stella La Gaviota. Viernes y sábados a las 20.30.
Nota de edición: en la versión original de esta nota cometimos un error provocado por la coincidencia de nombres entre dos dramaturgos. El autor de Influencia es el uruguayo Sebastián Rivas y no su homónimo argentino, sobre quien dijimos que realiza trabajos de investigación en Argentina y Francia. Pedimos disculpas a los involucrados y a los lectores por esta confusión que mucho lamentamos.