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El Ensayo.

El ensayo: experimento social, comedia absurda y un despilfarro de dinero

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Tal vez sea la mejor serie del año, pero no es fácil de describir.

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Por esta vez, voy a ir en contra de mis propios intereses periodísticos. Si ya decidieron ver The Rehearsal (El ensayo), la serie de Nathan Fielder disponible en HBO Max, dejen de leer en este punto. Soy de los que creen que se puede hablar mucho de una serie o una película, incluso sin meterse con giros de la trama que podrían considerarse espoileríficos, pero estamos ante una creación tan única, tan insólita, tan avasallante, que ofrece sorpresas desde su primer minuto. Dicho esto, y para todos aquellos que tengan curiosidad, hablemos un poco de El ensayo.

Esta obra, para la que por momentos me cuesta encontrar adjetivos descriptivos, sale de la mente del mencionado Fielder. Sus creaciones anteriores no han llegado hasta nuestro país, pero un capítulo es suficiente para no olvidarlo jamás. Y quizás hasta irse a dormir más de una noche intentando entender cómo funciona esa mente.

Todo comienza de forma relativamente sencilla. La premisa inicial, que en la mayoría de los programas televisivos se parece a la premisa final, es ayudar a las personas a atravesar situaciones complejas de sus vidas a través del ensayo. Por ejemplo, en el primer episodio conocemos a Kor, un hombre que durante años hizo creer a su grupo de amigos que tenía un título universitario, aunque era mentira. Tiene miedo de contarles la verdad, sobre todo a una amiga en particular, así que respondió un aviso clasificado del programa.

Nathan le propone a Kor ensayar la conversación que tendrá con su amiga, para llegar con más confianza a ese momento. Pero antes le revela que él mismo se preparó para esa charla ensayando con un falso Kor. Y para que la situación estuviera mejor controlada, la producción construyó una réplica exacta del apartamento de Kor, que Nathan recorrió junto a un actor que se hacía pasar por el falso universitario.

Si esto les parecía exagerado, como la charla de Kor y su amiga se dará en un bar, la producción construyó una réplica exacta del bar, para que el hombre conversara una y otra vez con una actriz que encarnó a su amiga. Y para que todo sea más realista (obsesión del conductor/autor), la actriz se puso en contacto con la amiga, para poder imitarla de la mejor manera.

Gran parte del humor de El ensayo surge del absurdo y la incomodidad. La de los involucrados y la que exuda el mismísimo Nathan, que parece completamente abocado a reproducir las situaciones a la perfección. Los que más lo sufren son los productores, que ven cómo se gasta un presupuesto millonario en reproducir hasta el último detalle de un bar. Pero es que la gracia del programa es la atención al detalle, en general, y eso incluye las reproducciones exactas.

Y eso pasa solamente en el primer episodio. La temporada es corta –son solamente seis entregas de media hora–, pero queda la sensación de que ocurriera muchísimo, sobre todo a partir del segundo episodio, cuando comenzará una subtrama que se arrastrará hasta el final de esta primera tanda (la serie fue inmediatamente renovada). Nathan y los suyos ayudarán a una mujer llamada Angela, cristiana renacida que tiene dudas con respecto a una posible maternidad. Para que pueda ensayar esta etapa tan importante de su vida, la llevarán hasta lo más parecido a la casa de sus sueños, donde practicará con una serie de niños que irán rotando, porque las leyes laborales no permiten que los actores infantiles trabajen más que un puñado de horas por día.

Mientras circulan por esa vivienda un montón de menores que irán creciendo con el correr de las semanas, Nathan intentará corregir errores de la simulación, incluyendo la presencia de una pareja para Angela, a quien se verá demasiado cómoda en eso de vivir en el campo sin más preocupaciones que las de jugar a las madres para las cámaras.

Con el correr de la temporada se intercalarán otras misiones menores, pero la acción seguirá volviendo a esa casa, que le generará más de un dolor de cabeza a la cabeza (justamente) del programa. ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ficción en la participación del señor Fielder? Es una pregunta para la que no vale la pena buscar una respuesta. Lo mejor de El ensayo es ponerse cómodo y reír a carcajadas, o sorprenderse, con cada nuevo giro del guion. El momento de los extras en la fiesta de cumpleaños, por ejemplo, es simplemente sublime.

Habrá cuadros dentro de cuadros, un Nathan ensayando ser una persona que va al curso de actuación de Nathan (dado por un falso Nathan) y hasta una conversación muy incómoda sobre el estado de Israel cuando la fe del falso hijo de Angela entre en juego. El último episodio es el más complejo, dentro de una serie que dio que hablar en las redes sociales con cada estreno de episodios. Durante el mes y medio de exhibición se discutió si Fielder es un sociópata, un genio de la comedia o tan sólo un comediante con pocos escrúpulos. Seguramente todos tengan algo de razón. En lo único en que coincidieron (coincidimos) es en que la producción se merece todos los premios. Y que una segunda temporada seguramente sea carísima.

Es posible que incluso después de leer este texto, todavía no tengan muy en claro de qué se trata esta serie. Comparto el sentimiento con ustedes.

El ensayo, serie documental creada y protagonizada por Nathan Fielder. Seis episodios de media hora en HBO Max.

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