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Luis Chato Arismendi.

Foto: Diego Varela

Luis Chato Arismendi, leyenda de la música tropical uruguaya, murió a los 71 años

3 minutos de lectura
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Tocó la guitarra con Zitarrosa, tuvo una destacada carrera en orquestas tropicales y luego llegó al tango.

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Luis Chato Arismendi, referente de la música tropical uruguaya, falleció en las últimas horas a los 71 años. La noticia fue dada por el cantante Charly Sosa en sus redes sociales. “Hoy nos dejó una leyenda y se fue de gira al cielo uno de los más grandes de todos los tiempos. Un referente, muy directo y sin guardarse nunca nada. Te voy a extrañar mucho y siempre recordaré nuestras charlas y tus consejos. Descansa en paz, Luis Chato Arismendi”, escribió.

En una entrevista hace una década con OTV, Arismendi repasó su trayectoria. “Arranqué en el año 68 en una orquesta de La Paz, Sonora América”, recordó. Y continuó: “En el año 70 me dediqué a tocar la guitarra, que era mi instrumento original. Empecé a andar en la noche de Montevideo, en todas las tanguerías, y fue un privilegio tocar con Alfredo Zitarrosa un año y medio”.

Estuvo varios años en Porto Alegre, cantando tangos y boleros, y a su regreso en 1979 ingresó al Grupo Latino, lo que marcaría el comienzo de su carrera en la música tropical. “Después mi carrera siguió por distintas orquestas, Grupo Cubano, Sonora Palacio, Karibe con K, La Sabrosura, Grupo Antillano, un montón de orquestas, que me perdonen si me olvido alguna...”, continuó Arismendi.

De todas esas destacó a Grupo Cubano. “Era una aplanadora. Yo entré en diciembre del 85. Era impresionante cómo la gente nos seguía de baile a baile. De repente terminábamos el Sudamérica, íbamos para el Robin y la gente salía en taxímetros para ir hasta el Rowing a terminar a las nueve de la mañana”.

La charla incluyó una reflexión sobre las drogas en aquella época. “Siempre hubo, pero era más recatada la cosa. Cada uno es como es y vive como quiere, pero antes era mucho más recatada la cosa”. Reconoció que en esa época consumió cocaína y que “tomaba bastante alcohol”. “Pero nos afectaba la garganta, porque es una cadena: alcohol, droga, cigarros, lo peor que te puede pasar, para uno, que el instrumento es la garganta”.

También confesó que es “muy difícil” ser hombre de una sola mujer en el momento de auge de una banda. “La noche es muy peligrosa. Hay muchas tentaciones y uno no es de hierro. Pero achiqué ya, bajé las revoluciones”.

Años más tarde, en un episodio del programa de TV Ciudad Memoria tropical, dedicado a su persona, dejó la siguiente reflexión: “Nosotros vivimos al día. Y la relación con el público es lo que te queda. El afecto, el cariño. Yo me doy cuenta en la calle, de repente, que viene un matrimonio y te miran como diciendo 'mirá, fulano'. Y a mí como que me da vergüenza y cruzo la vereda. Y notás en los abrazos, los saludos fraternales. Que no es nada fingido, son cosas que las sienten”.

“Hubo momentos en que uno pensó en dejar todo, por situaciones que le han pasado”, dijo en ese mismo programa. “A mí se me murió un hijo y a la semana tuve que salir a cantar. Tenía que comer. Salís con mil mambos en la cabeza y tenés que estar con una sonrisa de oreja a oreja. A la gente no le importa”.

En estos últimos tiempos había dejado de lado el trajín del género y encaró el tango, por factores puramente humanos. “Yo entrego todo en una actuación de música tropical: bailo, canto, salto. Pero después llego a casa y es miércoles y estoy acostado. Que la cintura, que... ¡Ay! Bien de viejo, con los medicamentos. Y una de las cosas que me llevaron a cambiar de género fue eso, el cansancio del cuerpo, de la mente. No me adapto a estos nuevos tiempos. Y yo quiero a la una, a las dos de la mañana estar en mi casa. No quiero estar a las seis levantado”.

“Para cantar tango tenés que haber vivido algo. De repente un cantante joven de tango puede cantarlo técnicamente muy bien, espectacularmente, pero si vos no viviste parte de lo que estás cantando, no se lo das al público. La gente tiene que meterse en la historia que estás contándole. Vos se lo tenés que transmitir, y para eso hay que vivirlo. Hay que sufrir, hay que caerse, hay que reírse, mil cosas. Y la calle es la que te enseña”, agregó.

Numerosos colegas y seguidores despidieron a Arismendi en sus redes. “Si a alguien le cabía la palabra crack, era a él. En lo que hiciera. Cualquier músico uruguayo de verdad en el que piensen le debe, como mínimo, admiración. Un fuera de serie total”, escribió el músico Guillermo Lamolle.

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