Al título de esta nota le falta algo, ya que no tendría ningún valor aludir la mera existencia del político. En general, cualquier hablante del español percibirá que algo debe decirse del sujeto de la oración, y con un fácil ejercicio de memoria concurrirán las expresiones que se han vertido acerca de la entidad humana que se menciona, un senador desaforado que vive por estos días en una cárcel en Florida tras ser formalizado por diversos delitos sexuales.
En política los hablantes tienden a definir a otros y autodefinirse. Así, aludiendo al exlegislador, el presidente de la República dijo de sí mismo que “sería un mal amigo si no le creo”, con lo cual el mandatario utilizó el verbo ser para atribuirse una cualidad positiva que coloca por delante de otras cuestiones y con ello fundamenta creerle “a él” y no a otra persona.
Se trata, digámoslo pronto y sin intenciones humorísticas, de un verbo copulativo, es decir, uno que no denota ninguna acción y ni siquiera un estado o un proceso, sino que sólo aporta nociones de tiempo, número, persona y aspecto y, según analizan las gramáticas, ligan o vinculan el predicado con el sujeto. Estos verbos requieren de un constituyente determinado atributo, que frecuentemente concuerda en género y número con el sujeto: él es amigo, ella es amiga, ellos son amigos. Claro que Lacalle Pou ha sido hábil con el verbo diciéndolo en primera persona del singular, con lo que habla de su propia característica y no dice somos amigos, lo cual hablaría más explícitamente de un vínculo, lo que lo incluiría en lo que se adjudica a Penadés y lo exime de decir éramos.
En su momento, el ministro del Interior expresó que “esto es una difamación”, con lo que se identifica lo referido por el pronombre esto –las acusaciones al correligionario– con algo negativo y tipificado penalmente, para luego aludir a la tranquilidad del entonces senador, para quien “la Justicia es el camino que ha elegido”. Transcurridos el tiempo y el trabajo de Fiscalía, el propio Heber declararía que “no sabía que lo formalizarían por 22 delitos, el más sorprendido soy yo”. En este caso, el hablante opta por ser antes que estar. No dice que está sorprendido, lo que denotaría un estado, sino que opta por la más permanente cualidad de serlo. Esto es como ser víctima, ser objeto de un daño, ser el paciente afectado en una oración pasiva en yo soy sorprendido por Penadés, donde el agente o causante es el otro.
En un momento posterior, en una secuencia cuyo sujeto no ha considerado necesario incluir (tal vez porque lo que se nombra existe), vuelve el verbo ser en la expresión “es un preso común”, donde caracteriza al formalizado. Añade que “acá no hay privilegios”, una oración impersonal en la que se habla de una situación en la que no hay agentes identificables, con lo cual coloca el imperio de la ley por sobre las acciones de los individuos: no iba a decir nosotros no le damos privilegios porque de ese modo quedaría incluido como eventual actor.
Posiblemente, con más distancia política y personal, el senador Da Silva dijo del político de marras que “es un artesano de la mentira”, endilgándole un atributo que corta por lo sano, alude a la capacidad de tramar del individuo y recuerda al “artesano de la patada” que se decía de cierto capitán celeste con mucha tendencia a la tala de personas.
El mismo político, sutilmente, también dijo que “los rimbombantes como Penadés terminan siendo abusadores de menores”, donde realiza algunas operaciones interesantes: recategoriza el adjetivo rimbombante y lo coloca en el lugar de un sustantivo (subyace el pensamiento Penadés es rimbombante), y utiliza la perífrasis aspectual terminan siendo (en realidad dice que son) para expresar que personas así se revelan o muestran los atributos que mantenían ocultos.
Ya turbias las aguas del ser, el presidente dijo que “de confirmarse en una sentencia esta situación, es una persona que desconozco”, donde el verbo copulativo está en tercera persona –ya no es amigo– y la primera persona anida en el desconocimiento de ese ser humano nombrado como “persona”, que en latín significaba “máscara de actor”.
También el primer mandatario comentó, tras la imputación del desterrado a Florida, que “es un día muy triste”, una oración en la cual ser toma un valor impersonal y no se especifica el motivo de la tristeza ni quién la padece. El emisor se refiere a un estado pero no utiliza el verbo estar, no dice estoy triste ni estamos tristes ni agrega por qué, por quién o por quiénes es la tristeza. La Justicia, mientras tanto, parecería deber actuar sobre lo que los individuos hacen, no sobre lo que son o fueron.