En medio de la barbiemanía y la furia rosada, las historias de mujeres contadas por las propias mujeres retoman un necesario impulso y se transforman en relatos brutalmente honestos de lo que es ser mujer en la era de la posmodernidad. Y de eso se trata esta joya escondida en el catálogo de HBO: Belleza (Wunderschön).
La película alemana está dirigida por la exitosa actriz Karoline Herfurth (El perfume: historia de un asesino, 2006) y narra las historias de cinco mujeres de diferentes edades enfrentándose a las exigencias de la sociedad y sus propias imposiciones para alcanzar los inaccesibles estándares de belleza hegemónicos. Cada una de ellas atraviesa la vida de la otra, que se entreteje con la propia, y aunque son de generaciones diferentes a todas las interpela lo mismo: la constante presión del “deber ser”.
Belleza relata, de manera dramáticamente agradable, la vida de Leyla (Dilara Aylin Ziem), una tímida adolescente con problemas de autoestima; Julie (Emilia Schüle), una chica de 25 años que sueña con ser modelo llevando al máximo los límites de su cuerpo para lograr ese objetivo; Vicky (Nora Tschirner), una profesora feminista que no cree en el amor romántico; Sonja (Karoline Herfurth), una madre que dejó su carrera para cuidar a sus hijos, pero que observa cómo su esposo asciende en el trabajo a pesar de su paternidad, y Frauke (Martina Gedeck), una mujer de 60 años que intentar reconectar con su lejano esposo.
El hilo conductor es el nombrado pero a la vez vapuleado amor propio, y cada una lo busca como puede. Sonja, luego de dos embarazos, no reconoce su cuerpo lleno de estrías y quiere volver a trabajar pero no sabe cómo; Leyla sufre viendo cómo el mundo instala comercialmente la idea de “mujeres reales”, pero ella sigue quedando fuera por su sobrepeso; Julie es obligada a bajar centímetros para encajar en el mundo de la moda, aunque eso ponga en riesgo su salud; Vicky es fiel a su feminismo pero batalla con sus propias contradicciones de haber sido criada en un mundo machista, y Frauke no encuentra la forma de volver a sentirse deseada y mirada por su ofuscado marido.
Es interesante la profundización sobre la belleza como construcción cultural asociada al aspecto físico (con mayor hincapié en las mujeres), dejando de lado los valores humanos y también sobre las contradicciones de esta nueva era de la hipocresía que aspira a una seudoliberación femenina de aceptación de los cuerpos, pero que a la vez nos bombardea de imágenes irreales que nos imponen cómo debemos vernos.
Belleza transmite un poderoso mensaje del continuo descontento en el que vivimos las mujeres, con lo que somos y con lo que los demás esperan de nosotras; hay una latente sensación de que nunca alcanzamos ese modelo de perfección que se nos exige: buenas madres, lindas, flacas, sanas, inteligentes, exitosas, divertidas y emocionalmente estables. En cada una de las historias interconectadas entre sí –que se cuentan episódicamente– hay un recomenzar y un desaprender lo anterior, un potente relato de aceptación y renacimiento femenino sostenido por el hartazgo de cada una de ellas.
La desigualdad de género en el hogar, la disparidad laboral, el amor romántico, la diversidad corporal, las presiones del deber ser y el deseo en la pareja son tratados con amabilidad y empatía. El título le queda perfecto a esta hermosa y entrañable película que plantea con inteligencia que la belleza es mucho más que cómo nos vemos y que resulta un justo relato, contado por mujeres, de lo que es ser mujer.
Belleza. 132 minutos. En HBO.