Pintado en acrílico, en un cuadro que lleva como título “Gloria”, Obdulio Varela abraza a Alcides Edgardo Ghiggia sobre el pasto del estadio Maracaná al final del partido que consagró a Uruguay como campeón del mundo de 1950, en un resultado que marcaría la historia del fútbol. El retrato está basado en una foto de ese exacto momento, pero la imagen construida por el pintor nace de una perspectiva diferente e imaginada. Brilla la mirada feroz de Obdulio y queda al descubierto el rostro emocionado del goleador, escondido en la espalda del centrohalf en la conocida fotografía de Alfredo Testoni.
El artista va mucho más allá con su libertad creativa, y en “Orejano” el capitán celeste manda a pasear a políticos de todos los partidos y épocas, incluido el actual presidente Luis Lacalle Pou, para representar la constante sensación de sentirse “sapo de otro pozo”, según reza un texto alusivo instalado junto a la obra.
Ramón, de 56 años, es hijo de Pedro Ramón Cubilla (1933-2007), un jugador y técnico de fútbol que vistió las camisetas de Nacional, Peñarol, Rampla Juniors, Liverpool y la selección uruguaya. Cubilla padre, además, fue pintor, y como residente del barrio Palermo dejó una obra de imágenes candomberas y de boliche. Ramón también es sobrino de Luis Alberto Cubilla (1940-2013), otra figura del fútbol uruguayo que jugó en Nacional, River Plate de Argentina y la selección uruguaya, y tuvo una extensa carrera como director técnico de fútbol.
“Me acuerdo de una vez que mi padre me llevó en hombros a recibir a la delegación de Nacional y mi tío me subió al ómnibus en el que venía el equipo. Creo que había ganado una Copa Libertadores y los jugadores llegaban a la Asociación Uruguaya de Fútbol, que estaba en 18 de Julio. Eso me quedó como un flash en la memoria”, relata el artista, en diálogo con la diaria.
Hasta no hace mucho la vida de Ramón era la de un técnico en informática habituado a las consultorías y los viajes vinculados a su oficio. “Un día me llega un mensaje por Instagram en el que me invitan a probar una nueva marca de pinturas. Hasta ese momento lo único que hacía era seguir la obra de algunos pintores, pero nunca se me había dado por nada vinculado al arte. Acepté la invitación, fui a probar las pinturas y me quedé un rato largo; me encantó, y ahora no puedo parar”, confiesa con vivo entusiasmo.
Este Homenaje a Obdulio viene contagiado de ese impulso artístico, pero también de otro, generado por su acercamiento a la mítica figura de nuestra cultura. “Había hecho un retrato y al poco tiempo me encontré con el documental Maracaná desde el alma, del periodista Eduardo Rivas. A partir de ahí empecé a ver y leer todo lo que existe de Obdulio”, cuenta.
A lo largo de la exposición, se puede ver al Negro Jefe en colores fuertes y acciones vivas de sus dramas y proezas. “Si te fijás bien, siempre aparece en movimiento”, apunta Cubilla.
Así, es posible meterse intensamente en la experiencia de la final del mundo, mientras el capitán disputa el criterio arbitral, o más tarde, cuando se esconde en la tristeza brasileña en un bar donde pasa la madrugada junto al equipier Matucho Fígoli, o unos días después, en caminata nocturna alejándose contrariado del estadio Centenario rumbo a su casa.
“Una lamparita está prendida y la otra está quemada, esa es mi visión de lo que es el fútbol uruguayo”, cuenta, sobre otro cuadro. La imagen muestra un túnel con jugadores de la selección uruguaya de todos los tiempos, para revivir la diatriba inspiradora que indica que “los de afuera son de palo”. “Pero las condiciones siguen siendo las mismas”, dice el artista, crítico con el incambiado panorama futbolístico local.
Obdulio surge así como símbolo presente y puesto a marcar la falta y la injusticia, aun en los momentos de supuesta gloria. En una pintura de acrílico y collage, el artista dibuja un mapa de pistas que llega hasta la reciente obtención de un campeonato del mundo del seleccionado juvenil y arranca con una peculiar foto del caudillo promocionando una marca de cerveza en las páginas de un diario. Según Cubilla, el número 5 fue el primer jugador que peleó por los derechos de imagen de los suyos.
Su relato también es una revisión histórica sobre el mito, sustentada en un profundo estudio documental e impulsada por una subjetividad que utiliza el cuestionamiento como principal herramienta de actualización. “Una palabra puede cambiar lo que uno se imagina. Por ejemplo, un periodista escribió que Obdulio camiseteó a los brasileños”, dice en referencia a Atilio Garrido y al partido que Uruguay le ganó a Suecia en 1950, “pero en realidad lo que pasó fue que se besó la camiseta, que es casi lo contrario. Ese tipo de cosas fueron las que me impulsaron a avanzar con este trabajo”, explica el artista, que pintó las dos versiones de aquel episodio.
Homenaje a Obdulio Varela, de Ramón Cubilla. En Centro Cultural Goes (Gral. Flores y Domingo Aramburú) de lunes a sábados de 10.00 a 20.00 y domingos de 16.00 a 20.00 hasta el jueves 29 de febrero.