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Foto: Deisyl Piedrahita

Camargo: a la mesa con un asesino serial

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Basada en un hecho real, la obra colombiana promete ser una de las propuestas más originales del Fidae.

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Entre diciembre de 1984 y febrero de 1986 el terror invadió Ecuador. Pilas de cadáveres de mujeres vírgenes de entre 8 y 20 años fueron hallados en lugares apartados. Decenas de víctimas de femicidios por estrangulamiento y asfixia, con signos de narcotización y violación, fueron halladas unas tras otras. El asesino ya había estado preso, pero había escapado. La Policía trabajó despistada durante meses. La llegada del papa Juan Pablo II en 1985 llevó a pensar que los victimarios pertenecían a una secta satánica. Nunca imaginaron que detrás de estos asesinatos estaría un colombiano de aspecto amable y débil: Daniel Camargo Barbosa.

A través del misterio que desemboca en suspenso y provoca el terror, la obra Camargo sienta al público a la mesa de este asesino serial que operó en Colombia, Brasil y Ecuador, y que sumó 157 víctimas en 20 años.

Johan Velandia, autor, director y actor de la pieza, enfrentó en 2014, al final de la Temporada de Microteatro en Bogotá, el desafío de escribir cada dos semanas un capítulo de 15 minutos, con los que se cerraría el festival. El ejercicio de escritura y montaje rápido lo sedujo de inmediato; eligió para ello la historia de un asesino serial y decidió que cada capítulo fuera una muerte diferente.

Buceando en la crónica roja, Velandia encontró a Camargo Barbosa, quien curiosamente había ido a la misma escuela que él, pero décadas atrás. “Es un colegio de curas para hombres, paradigma machista y patriarcal que puede resultar en la formación de casos aterradores como este”, sostiene el autor.

Daniel Camargo nació en Anolaima, Cundinamarca, Colombia, en 1930. Antes del año de vida murió su madre. Su padre se volvió a casar con una mujer que resultó ser estéril y, al no poder cumplir con los mandatos de la época, comenzó a experimentar problemas mentales que la llevaron, entre otras cosas, a vestir al niño con ropa de niña y a obligarlo a asistir al colegio de esa manera. Fue un gran estudiante, pero a temprana edad abandonó su formación para ayudar económicamente a su familia. En 1960 se casó y en 1967 su matrimonio se desmoronó cuando sorprendió a su mujer con otro hombre. Según confesó años más tarde, veía al sexo femenino como culpable de todos sus males. Volvió a casarse y, según Velandia, en la noche de bodas descubrió que su segunda esposa no era virgen. Antes de enviarla de vuelta a la casa paterna, como marcaba la tradición, la amenazó con conseguir niñas vírgenes para poder, según él, cumplir con su papel de esposo y de hombre.

Cometió más de 700 delitos sexuales contra niñas en una década. En 1994 en Ecuador las autoridades llegaron a sugerir a las mujeres que no usaran ropa corta ni ajustada y que no salieran a la calle luego del atardecer. Camargo no cumplió toda su segunda condena, ya que fue asesinado por otro recluso, que resultó ser el sobrino de una de sus víctimas.

Velandia asegura que la obra marca muy bien el sello de la compañía bogotana La Congregación Teatral, ya que lo más importante es la actuación en una puesta minimalista que involucra al público dentro de la casa del asesino. Durante toda la obra se utiliza la reiteración como recurso en cada acto para marcar la existencia del karma. La cercanía genera en los espectadores una suerte de efecto inmersivo que les permite tener una experiencia participativa única e intransferible.

Camargo. Jueves 16 en el teatro Stella D’Italia, martes 14 en el Centro Cultural Imagina (Paysandú) y domingo 12 en el teatro Macció (San José).

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