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Muerde.

Foto: S/d de autor, difusión

Llega a El Galpón el multipremiado monólogo Muerde, de Francisco Lumerman

4 minutos de lectura
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El actor argentino Luciano Cáceres habla de la obra, que tiene una única función este viernes.

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En su Whatsapp tiene una instantánea de la vez que se tiró en paracaídas. El actor argentino Luciano Cáceres dice que le gustan las alturas y las montañas rusas, pero no los deportes extremos; que el teatro es el verdadero acto de valentía. Con el vértigo del único monólogo al que se atrevió en su carrera llega ahora a Montevideo, para una sola función, dentro del ciclo internacional de El Galpón.

La obra se llama Muerde y tuvo una versión anterior, virtual, durante la pandemia, con un actor de Perú, porque Francisco Lumerman, su autor y director, trabaja mucho en ese país. En julio de 2023, Luciano Cáceres estaba rodando una película en España, Adiós, Madrid (de Diego Corsini), cuando Lumerman, a quien conoce desde hace 30 años –se formaron en la escuela Andamio 90–, le mandó el texto.

“Es mi primer unipersonal. Me habían acercado otros, pero nunca llegué a hacerlos, por el material, por los tiempos o porque no me animaba, pero este me conmovió por completo. Cuando volví, en agosto, nos pusimos a ensayar y en octubre estrenamos en su teatro, Moscú, una sala independiente, en Villa Crespo, con localidades agotadas. Luego hice temporada en Mar del Plata, que fue el disparador más comercial del espectáculo, porque ganó el premio Estrella de Mar. Vinieron viajes, estuvimos en Nueva York, Los Ángeles, Madrid, y llevamos más de 120 funciones”, resume.

Un marginado

René vive en un pueblo rural de la Argentina profunda. Su madre lo abandonó al nacer y luego su padre, que rehízo su vida y lo dejó librado a su suerte en el taller familiar de carpintería, donde se fabrican ataúdes, a los diez años de edad. “Él queda suspendido en esos diez años, intelectualmente hablando, o sea, queda con la mirada de un chico en el cuerpo de un adulto. En el correr de una hora de espectáculo conocemos su vínculo con el amor, con la soledad, con ser un distinto, un raro, el retrasado del pueblo, o sea que la pasa bastante mal”, adelanta Cáceres sobre una pieza que presenta claroscuros, momentos tiernos y luminosos y otros de “una rabia dolorosa”.

No se sabe cuánto tiempo pasó desde entonces. De día no puede salir a la calle porque lo insultan. Desarrolla la habilidad de ver en la oscuridad y se mueve como un topo: cuando cae el sol, sale con un cajoncito a “cartonear” por ahí. Ahora está manchado de sangre que la viruta no logra tapar y no entiende por qué. Intenta controlar sus pensamientos, pero se mezclan la sangre, el aserrín y los ladridos. Muerde es un thriller en el que René intentará averiguar de dónde vienen sus heridas; mientras su relación con Rosa y su pasado lo acechan.

La historia ganó el segundo premio de obras inéditas del Fondo Nacional de las Artes 2015, y Cáceres se llevó por esta interpretación el premio a mejor actor de la Escuela de Espectadores de Buenos Aires. “Las historias que me tocan me hacen habitar contrastes”, dice el actor. “También es la supervivencia: siempre hay alguien o algo más débil con quien descargar. Pasa incluso en la naturaleza y la obra habla un poco de eso”.

Cree que encarnar esos personajes crea conexión: “¿Quién no ha sentido que no encaja en algún ámbito? En mi generación era el raro de la escuela. Por ahí, hoy los pibes que quieren actuar, cantar, son más aceptados. Si en mi generación no jugabas a la pelota, ya eras un distinto”, recuerda. Por otro lado, confiesa tener una empatía particular con el abandono naturalizado: “Mi vieja trabajó 30 años, toda su vida, en villas, en barrios carenciados, y cuando no tenía clases o los fines de semana, cuando ella hacía horas extras, la acompañaba. Esa fue la primera imagen que me vino de René: que era un chico con mocos. ‘Por eso se les dice mocosos’, me decía mi madre. ‘Pero ¿por qué ellos tienen mocos y yo no?’, le preguntaba. ‘Bueno, porque vos tenés una mamá presente que te limpia’. Esa fue la cara que me armó el personaje, lo empecé a ver”, explica. “René narra su historia, y a la vez la vivencia, en dos tiempos paralelos”.

El equipo concibió una puesta austera. “Uno de los motores de Lumerman fue una noticia real sobre un adolescente al que, por robar un celular, lo mataron a palos. Obviamente, el pibe no estuvo bien en robar, pero lincharlo entre 30 es fuerte”, subraya Cáceres, que reflexiona sobre el ejercicio de ponerse en el lugar del otro. “La violencia está ahí, a un segundo de activarse, y más en manada, en malón. Al mismo tiempo convivimos con eso y con las diferencias, y bien distraídos estamos de lo que ocurre a nuestro lado. A mí estos personajes me hacen repensar mi punto de vista, la información que uno tiene sobre determinadas cosas, como la psiquiatría, que es tan compleja”. Desde lo teatral, justamente, apunta a “generar una experiencia que te modifique, que te conmueva, te incomode, te haga repensar cosas”.

Cáceres entiende que este trabajo lo mantiene en el mayor nivel de su oficio, tanto en lo emocional como física y vocalmente. Cómodo nunca, aunque haga un rato largo que cambia de salas chicas a grandes –la hizo para 50 personas y para más de mil–, de públicos y de aplausos. “Siempre digo que el teatro es de los pocos rituales presenciales que se mantienen y que logran seguir juntando gente para ser cómplices de un cuento, de una mentira, de un juego casi infantil”.

El cine, mientras tanto, en Argentina “se vive postergando, está todo raro, obviamente por la situación del Incaa [Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales]”, aunque Cáceres todavía tiene varias películas esperando por su estreno, algunos proyectos teatrales en gateras, un piloto. Estuvo hace poco filmando en Uruguay, en la última producción de género de Gustavo Hernández, Susurro, donde le tocó el papel de un vampiro viejo, y en febrero pasó por Maldonado para el rodaje de Carne, ópera prima de Tomás Marichal Urban, “un director joven que la tiene muy clara, sobre un futuro distópico donde no queda más carne, pero sí milanesas; después se van a enterar de qué”. Pero esta primera mitad de año sigue al firme en la calle Corrientes, con René, con Muerde, que hará una visita fugaz a Montevideo.

Muerde, viernes 21 de marzo a las 21.00 en la sala César Campodónico de El Galpón. Entradas de $ 1.500 a $ 1.800. 2x1 para la diaria. Apto mayores de 18 años.

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