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Foto: S/d de autor, difusión

En la mesa de Raymond Carver: la obra Parte de este mundo

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Las funciones van los domingos al mediodía en las mesas del club Chulo.

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Hace dos décadas, el actor y director argentino Adrián Canale se propuso trasladar el universo del narrador norteamericano Raymond Carver a coordenadas escénicas. Luego de Parece algo muy simple (2005) y Hablar de amor (2006), y guiado por las propias características de la obra de Carver, Canale presenta Parte de este mundo de forma no convencional, invitando a los espectadores a que convivan con los personajes durante una cena, comiendo algo y tomando una copa.

El actor Marco de Luca había visto una función de Parte de este mundo hace diez años, mientras trabajaba en el Centro Cultural Kirchner, que funcionaba en el edificio del ex Correo Central de Buenos Aires. Instalado en nuestro país y pensando en una propuesta teatral que planteara estructuras diferentes a las convencionales, conectó todo. Así surge una puesta de Parte de este mundo que se estrenó el año pasado y ahora vuelve a montarse en el club barrial Chulo.

Responsable de la producción y codirector junto con Eduardo Piñero, De Luca fue contándole personalmente a quienes integran el elenco las características de la propuesta, y la respuesta positiva fue inmediata. Sobre las características del trabajo, señala: “Lo primero fue entender la estructura. Las historias transcurren en una mesa, dispuesta en cruz, lo que no permite grandes verticalidades ni grandes ‘teatralidades’. La cercanía con la gente limita esa teatralidad, tiene que ser una actuación más cinematográfica por la cercanía. Y esta cercanía es lo que la gente más agradece cuando sale de ver la obra. Es un gran desafío actoral. Además las historias comienzan, se pausan mientras comienza otra, que se pausa para retomar la anterior. Y en el momento en que una historia deja de ser narrada o queda en pausa, quienes la interpretan se sientan a la mesa y pasan a ser un comensal más”.

Sobre la particularidad del universo de Carver el director agrega: “Nos fuimos enamorando de Carver a medida que leíamos sus cuentos. Esos cuentos que muestran esta fragilidad humana, que reflejan una sociedad rota a partir de problemas cotidianos, contados desde una perspectiva realmente asombrosa. Vale aclarar que no solamente hacemos sus cuentos, sino que hacemos poemas también. No hay una interpretación o una indicación desde la dirección, pero los poemas sí forman parte del espectáculo como un pensamiento en voz alta. Pasamos por toda la literatura de Carver”.

En total el equipo trabajó 12 cuentos del autor de De qué hablamos cuando hablamos de amor, pero en cada función se representan sólo cuatro. Esto hace que ir a dos funciones distintas signifique, ya desde la selección de los textos, dos espectáculos diversos. Pero además la improvisación es un factor constituyente de Parte de este mundo.

“Pasamos por puntos por los que hay que pasar para no perder a Carver y que el cuento se cuente, pero lo que nos lleva de un punto al otro está improvisado. Sabemos qué es lo que nos lleva de un lugar a otro, pero no nos aferramos al texto: es libre y está completamente vivo. Cabe aclarar, de todas formas, que no invadimos al público. Una vez que comienza la historia y que empiezan a interpretarse los cuentos, el público funciona como tal, son espectadores. Pero es una obra distinta, con ritmos particulares y una estructura abierta al juego. En general, lo que manifiestan los actores y las actrices es que es un espacio lúdico para ellos, como un doble salto al vacío. Por eso les pareció un desafío también”.

Los actores reciben al público, le preguntan qué desean tomar y se apropian del espacio en el que transcurre la obra, que es un protagonista más de la historia. “Queremos mucho al club en el que hemos ensayado y es parte de nuestra casa. Nosotros somos anfitriones, ponemos las mesas, los manteles, la comida. Realmente somos anfitriones del club. Y es una mesa que hace no tanto en este club existía. El club Chulo es la representación de cualquier club de barrio rioplatense. Esos barrios en donde el club era un espacio de encuentro, de familia, de juego. El club era una bisagra fundamental en nuestra cotidianidad. Y esto no pasó hace tanto tiempo, sigue siendo parte de nuestra idiosincrasia. Es un poco también sumarle a la experiencia estos valores del club, de las mesas largas, de la reunión, del encuentro. Y lo hacemos los domingos al mediodía. Esos almuerzos clásicos de familia que ya no existen tanto, hace poco, eran un momento sagrado. Así que hoy invitamos a esto, a compartir un domingo al mediodía con nosotros viendo teatro”.

Parte de este mundo. Domingos a las 13.00 en el club Chulo (Juan José de Amézaga 2071). Entradas: 092 415 887.

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