“¡Encontré la tumba de Willie Johnson!”, dijo, aunque no ostentaba postales turísticas de regreso a casa frente a otros melómanos uruguayos amantes del blues, alrededor de un tocadiscos y unas cervezas de sábado por la noche. Sin demasiadas pistas en el mapa, el insistente escudriño y una caminata por las encrucijadas de un cementerio abandonado desembocaron en una noticia vecinal, a todas luces trascendente, en su afán de intérprete, cantante y trotamundos detrás de las raíces del blues.
“Me interesaba conocer los lugares en los que surgió todo esto”, explica la artista uruguaya Virginia Martínez, en diálogo con la diaria, sobre una etapa fundamental de su constante peregrinaje, extendido por más de 30 años de trayectoria musical, en destinos de Europa y las Américas. “Yo quería llegar al fondo, saber más e interiorizarme sobre de dónde salió el blues. Hay gente que nunca salió del país y que escucha blues o jazz, ni qué hablar, pero si te interesa de verdad y querés llegar al blues, hay que rascar un poco más para llegar a la música que te gusta”, lanza.
En su viaje por los Estados Unidos, que incluyó estadías en Texas, Georgia, Mississippi, Luisiana y Chicago, Martínez conoció a la familia de Janis Joplin, Buddy Guy le dedicó una canción y fue expulsada a tiros de una plantación de algodón, mientras se sumaba a las grillas de los festivales bluseros de cada ciudad.
En Uruguay, como reconocida figura de la escena local, cantó con Shirley King (hija de B.B. King), Lurrie Bell, King George, la banda Sonny Mack, entre muchos otros, en citas del género en Montevideo y Punta del Este. Actualmente transita con frecuencia el circuito nocturno de pubs y bares capitalinos y se prepara para una nueva gira por Buenos Aires en setiembre.
“Mi influencia blusera es bastante misteriosa. Todavía no tengo la respuesta porque nadie en mi casa escuchaba ni blues ni jazz”, dice. “Todo lo contrario, era una música que no era del gusto, vamos a llamarle así, de mi familia. Y lo que me pasó es que, ni bien empecé a escuchar blues, algo me empezó a enamorar de esa música, aunque lo primero que hice fue bossa nova”.
El repertorio y la versatilidad de Martínez, como se aprecia en los registros de sus actuaciones en vivo, bien podría definirse como rocolístico: puede arrancar con una inspirada versión de “(Sittin’ On) The Dock of the Bay”, de Otis Redding, seguir con “Little Wing”, de Jimi Hendrix, el clásico jazzero “Summertime” y sorprender con una interpretación soulera de “Smells Like Teen Spirit”, de Nirvana. Si hablamos de blues, puede probar con la cadenciosa “The Sky Is Crying” (Elmore James, Morris Levy, Clarence Lewis), la swingera “Everyday I Have the Blues” (Aaron Pinetop Sparks) o la demoledora “The Thrill Is Gone” (Roy Hawkins y Rick Darnell), entre las que podría sonar alguna composición de su autoría, como la rutera “Corazón”, de simpático videoclip.
“También hacemos cosas de Amy Winehouse y de artistas que me han acompañado toda la vida, como Louis Armstrong y Ray Charles”, adelanta Martínez sobre los shows que brindará esta semana, en formato dúo junto al guitarrista Rodrigo Soul, el martes en El Hormiguero y el domingo en Bar Girasoles. Además, resalta a Billie Holiday: “Ella cantaba jazz, pero me gustó desde el primer momento en que la escuché. Es impresionante el sentimiento que transmite. Me marcó muchísimo. Fue un viaje de ida”.
“El blues para mí es un sentimiento y una música que transmite muchísimo”, admite. “Siempre digo que canto blues porque sé lo que digo. Viví muchos años dando clases de inglés”, reflexiona, al tiempo que explica su nomadismo por su inquietud natural —“si me quedo mucho tiempo en el mismo lugar, me aburro, me quiero ir”— y su interés en la historia y la investigación. “También puede tener que ver con que soy latinoamericana”, dice sobre su condición de trotamundista.
“Conocí muchos bluseros que no se mueven de su porche, se quedan todo el día en sus casas tomando cerveza”, cuenta, “mirando cómo pasa el tren o, a lo sumo, se van a tomar una a lo que ellos le dicen los juke joints, bares perdidos, instalados en un ranchito perdido del pueblo”, relata Martínez. “En esos lugares fue que conocí a los últimos baluartes del blues en su estado más puro”, asegura.
Virginia Martínez junto a Rodrigo Soul. Martes 21.00 en El Hormiguero Bar (San Salvador y Minas), con reservas al 091 488 057. Domingo 17 a las 20.30 en Bar Girasoles (Yí esquina Colonia), con reservas al 2901 0186 y 093 994 770.