Básquetbol, breakdance, freestyle y skateboard son las actividades que protagonizan el programa que la Intendencia de Montevideo (IM) está implementando en diferentes partes de la ciudad desde abril. La propuesta, enmarcada en el plan ABC y llamada ABC + Deporte y Cultura, se desarrollará hasta diciembre, con el objetivo de tejer redes entre diferentes actores del territorio y abrirles la puerta de nuevas prácticas culturales y deportivas a niños, niñas y adolescentes. Entre torneos por barrios y actividades de formación, el proyecto busca utilizar la infraestructura construida durante las gestiones del Frente Amplio, a la vez que responde a las necesidades de la ciudadanía, que luego de la pandemia ha “resignificado el espacio público”.
Sobre la filosofía detrás de esta iniciativa, lo recorrido y lo que aún queda por venir, dialogó con la diaria Federico Graña, director del departamento de Asesoría de Desarrollo Municipal y Participación de la IM.
¿Cómo nace este programa?
Surge de varios lados a la vez. En las primeras recorridas con Carolina [Cosse, intendenta de Montevideo] en la primera fase de implementación del ABC, teníamos algunas demandas concretas, sobre todo de madres, planteando la posibilidad de que se pudiera dar una oferta deportiva para que los gurises tuvieran algo que hacer en entornos en los que se carecía de infraestructura deportiva, o incluso, en algunos casos en donde la estructura deportiva está cercana, pero por distintas razones esa comunidad no la sentía suya. Cuando digo “por distintas razones”, es porque todavía no hemos logrado saber cuáles son los motivos por los que alguien que tiene una infraestructura deportiva a seis cuadras, que es pública, que es una inversión de hace muy poco tiempo, no se acerca. ¿Por qué seis cuadras son una distancia tan grande que uno la identifica como otro barrio? Las razones pueden ser distintas, y en realidad, nosotros estamos buscando generar nexos para que esas infraestructuras tengan una cobertura mayor que la que hoy tienen, ya que tienen esa capacidad. Por otro lado, también había otra discusión en la vuelta, sobre la utilización de los espacios públicos. En los últimos años Montevideo invirtió mucho en espacios públicos que tienen infraestructura deportiva como para poder realizar deporte en ellos, y quizás una de las cosas que faltaban era tratar de activar esos espacios. Algunos se activaron solos, otros quizás no.
¿Cuál fue la propuesta para activarlos?
Generamos un programa que tiene distintas acciones y niveles. Uno es ampliar la cobertura de la presencia de algo similar a las escuelas de iniciación deportiva, un acercamiento al deporte y a la recreación en estos lugares en donde teníamos esa demanda. Fuimos hacia un convenio con el ISEF [Instituto Superior de Educación Física], que también ha sido parte de estos intercambios, y vamos a sumar a unos 32 pasantes y a desarrollar unos 256 espacios de iniciación a la práctica deportiva o a la recreación en todo Montevideo: 128 tres veces por semana y 128 dos veces por semana. Ahí también hicimos una redistribución en conjunto con la Junta de Alcaldes de Montevideo, y trabajamos, además de con el departamento de Juventud, con el de Desarrollo Social, para generar una relación de acompañamiento.
¿En qué consiste el convenio con el ISEF?
El convenio tiene por lo menos tres componentes. Primero, las pasantías son pasantías. Cuando digo que “las pasantías son pasantías”, lo que quiero decir es que deben de dejar al estudiante parte de una experiencia que vincule el trabajo con su formación académica, y creo que eso lo hablamos muy bien con el ISEF. Además, también le sirve a la IM tener producción académica de las políticas públicas que ella misma despliega en el territorio. Sobre todo, esta oportunidad de mirar a la ciudad como un espacio de práctica deportiva. Con esto me refiero a que hay muchos deportes que uno podría decir que tienen una característica de urbanidad, que son deportes urbanos: el skate, el básquetbol 3x3, el fútbol callejero. Hay una cantidad de prácticas deportivas que surgen en el entorno de la ciudad. Siempre las condiciones materiales que uno tiene hacen que surjan prácticas deportivas que son distintas; la ciudad como espacio físico ha generado prácticas deportivas que son globales. Desde ese lado, también hay un desarrollo en pensar cómo comunicar que eso pasa en la ciudad, y eso tiene que ver también con el uso de los espacios públicos. Hay varios factores que nosotros tratamos de entrelazar.
Dijiste que en los barrios recibiste ciertas demandas. ¿Se repitieron entre sí en las diferentes zonas de la ciudad? ¿Hubo algún punto en común?
Son distintas. Uno tiene que darse cuenta de que las realidades en cada una de las zonas de Montevideo son distintas, que las demandas son distintas. Tienen puntos en común, pero hay algunas prácticas deportivas que están presentes en las distintas clases o capas sociales, se ve. En esto del básquetbol 3x3, ayuda mucho la infraestructura que la propia intendencia puso. En distintos lugares esa práctica se está viendo como cotidiana. Ni siquiera como una práctica deportiva: la pienso a nivel comunitario. El Uruguay es el Uruguay, entonces, una de las demandas más grandes que hay tiene que ver con el fútbol. Recorrés el barrio y le preguntás a la gurisada que quieren hacer y te dicen “fútbol”. Uno debe tener flexibilidad. Para que conozcan otras prácticas deportivas, lo primero es asegurarles la práctica deportiva que ellos quieren tener, y después decirles “mirá, hay miles de cosas más, no está sólo el fútbol”.
“El primer gobierno del Frente Amplio fue muy inteligente al generar esta Secretaría del Deporte, con un espacio de construcción política desde la participación”.
El objetivo de dar a conocer otros deportes más allá del fútbol, ¿es por algo en particular?
Creo que tiene que ver con el crecimiento humano. Hay gente que ve al fútbol, y es lógico que eso suceda, como una salida laboral a futuro o un cinco de oro de la vida. De las miles de personas que practican fútbol en Uruguay, un puñadito son los que completan ese relato instalado en la sociedad en general, no sólo en los sectores más populares. Está instalado esto de que el deporte puede transformarse en algo que permita un salto económico muy considerable si uno llega a ser un deportista de élite. También podemos ligar esto a la experiencia previa que tuvimos con la Junior NBA. Tengo una anécdota que es muy linda. El día del primer partido habíamos definido que los cupos eran iguales para niñas y niños. Ahí descubrimos que nos sobraron cupos para niñas, había menos jugadoras que las que teníamos disponible para armar equipos. Lo contrario pasaba con los niños, nos faltaban cupos.
El primer día que se lanza esto en Capurro, en enero, se me acerca un gurisito de siete u ocho años, y me plantea que él había estado con covid, no se pudo anotar y quedó afuera. Estaba desolado. Quería saber si se podía entrar, y le planteamos que íbamos a tener otras cosas, como básquetbol 3x3. Medio que aceptó, se va solo, y cuando está llegando a donde está la mamá, vuelve y pregunta si va a ser mixto, porque él no quiere jugar con cualquiera, sino con dos que son sus amigas. Le dije: “¿Sabés qué? va a ser mixto”. Más allá de esa respuesta rápida, tiene que ver con la política pública que estoy haciendo. Si estoy trabajando desde una perspectiva de género para que las mujeres de las nuevas generaciones practiquen deporte, y ofrezco esa oportunidad y tengo una demanda menor de la que abrí, debe tener una política pública que genere que hayan más gurisas para el año que viene. ¿Qué mejor que el 3x3, que como lo hicimos ahora es o mixto o sólo femenino? Lo que vamos a potenciar es que las gurisas empiecen a jugar.
En agosto comienzan con una nueva actividad...
Comenzamos con las experiencias en territorio de iniciación deportiva o recreación. Nuestra idea es que ese evento sea un gran llamador para el acercamiento a la práctica deportiva o cultural, por eso hay talleres, pero también está la expresión de esa práctica, en un formato entre comillas de competencia, porque también ahí se da una forma de exhibición: que alguien se pueda acercar a un deporte porque lo vio por primera vez, porque le llamó la atención lo que hizo. Normalmente, quizás lo que te enamora de un deporte o de una expresión cultural tiene que ver con lo bien que lo ejecuta la persona que viste. En eso cierra un proceso que además tiene que ver con la construcción de comunidad en territorio. También un espacio público es un espacio donde conviven generaciones, formas de ver las cosas, el género. Hay mucha cosa para trabajar.
Por último, ¿cómo definirías el deporte que quiere fomentar la IM?
Las plazas de deportes surgen en un momento histórico determinado, en el batllismo, en esa especie de templo de la laicidad en donde la práctica deportiva era una forma de hacer democrático un derecho. Para mi generación, la de los cuarentones, las plazas ‒salvo algunas que lograron tensar muy fuerte la comunidad y la comunidad las cuidó‒ cayeron en decadencia. El primer gobierno del Frente Amplio fue muy inteligente al generar esta Secretaría del Deporte, con un espacio de construcción política desde la participación. Sin desmerecer la tecnificación de cualquier área, la primera administración del Frente Amplio tuvo una característica muy clara: incluso las políticas sociales se diseñaban de forma participativa. Obviamente hay un saber técnico, pero el desarrollo y la implementación se diseñaban de forma participativa, algo que hace unos diez años empezaron a decir los documentos de los organismos internacionales. En deporte hizo eso, un deporte con una visión comunitaria.
Que cada centro comunal zonal, en aquella primera experiencia de descentralización, tuviera un profe o una profe, fue una visión del despliegue del deporte comunitario. No era una búsqueda hacia un deporte competitivo, o de élite. Si me preguntás cuál es, es una práctica de deporte comunitario, que tiene que ver con el entrelazado, con otras experiencias que van más allá de las deportivas. Quizás las dos o tres profundizaciones de esta administración, porque sería erróneo decir que es nuevo, son el compromiso más fuerte con la Universidad de la República y con la generación de conocimiento de nuestras propias políticas públicas, y el trabajo con algunos deportes de este perfil más urbano, a partir de la infraestructura que se construyó durante los últimos diez años.