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Dalma Maradona en el primer Congreso Maradoniano en la Universidad de Buenos Aires. Foto: Revista Meta.

10 apuntes sobre el primer Congreso Maradoniano

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El evento que se realizó en la Universidad de Buenos Aires reunió a muchísima gente y conmovió cabezas y corazones.

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1) Ahora, delante de un auditorio a pleno que viaja entre la media lágrima y la lágrima entera, frente a centenares que respiran ahí por el pasado y también por el futuro, con la voz firme pero estremecida para que la oigan personas llenas de afecto enorme a las que el afecto enorme no les quita la actitud reflexiva, Dalma Maradona, hija y no sólo hija, sino también interviniente del primer Congreso Maradoniano en la Universidad de Buenos Aires, juega de 10 y suena de 10: “Es un orgullo muy grande que él forme parte de la UBA, que haya gente que pueda hablar de él más allá de lo que es lo futbolístico. Es increíble que, siendo el jugador que fue, acá nadie habla de eso. Y eso es lo que más orgullo me da. Me emociona sobremanera. No lo puedo explicar. Me parece que él estaría muy contento de estar acá”.

2) Es así: Maradona está acá. Tres días en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en aulas y más aulas, en las paredes, suscitando debates entre gargantas que portan las tonadas de muchísimas ciudades argentinas y no argentinas. O en la proclama nunca resignada de Fernando Signorini, el docente que más de cerca trabajó con Maradona y que, durante la ceremonia de apertura de esta cumbre, asegura que Diego se plantaría frente a los rufianes de la época y añade que el poder de otra época, la del Maradona de pantalones cortos, se esmeró en sacar de la cancha a alguien que nunca se olvidó de su origen, de su clase, de lo que representaba. “Voy a contar a Diego desde una pequeña historia –enuncia–, una historia que lo pinta bien. Cuando llegó a Nápoles desde Barcelona, se bajó del avión y les dijo a los periodistas: ‘Yo quiero ser para los pibes pobres de Nápoles lo mismo que fueron para mí los grandes jugadores a los que yo admiraba cuando vivía en un barrio pobre de la Argentina’”. Lo escuchan maestras de algún rincón de la provincia de Buenos Aires o de Mendoza, hijos de desaparecidos por el genocidio, autoras y autores de decenas de libros sobre el Diego, investigadores de distintas ramas de la ciencia. Lo enfocan los ojos muy encendidos de Fabián Grillo, el papá del reportero gráfico Pablo Grillo, fusilado y sobreviviente en una de las movilizaciones de jubilados y jubiladas de este año en el centro porteño. Lo enfocan así porque en ese Congreso muchos le reiteran que Diego, seguro, estaría pidiendo justicia por Pablo y ya lo hubiera ido a acompañar.

3) Taty Almeida, madre de Madres, o sea Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, 95 cumpleaños, símbolo de dignidades, arriba como sorpresa. Le consultan por qué y responde que quiere aprender, que quiere conmoverse, que abriga el recuerdo de su abrazo con Maradona cuando dirigía a Gimnasia en 2019. Primero, tal cual, se conmueve cuando el periodista Alejandro Apo recita “Versos a Maradona”, del poetazo Héctor Negro. Luego, la que conmueve es ella. Toma el micrófono, se orienta de rostro al escenario principal de la facultad y, desde su silla de ruedas, no dirige su discurso al auditorio: le habla a Diego. Lo acaricia con las palabras y le agradece. Entonces, el universo desmiente todas las leyes de la física y de la astronomía. El universo se queda quieto.

Primer Congreso Maradoniano en la Universidad de Buenos Aires. Foto: Revista Meta.

4) El Congreso luce, entre mil estampas, un santuario dedicado al 10. Pero, con santuario y todo, no es una convocatoria acrítica. Hay una mesa sobre la religiosidad maradoniana en la que el sociólogo Pablo Alabarces argumenta que Diego “constituye una figura mucho más política que religiosa”. A su lado, Néstor Borri, del proyecto Factor Francisco, discurre desde la filosofía sobre la fe en ese crack y se atreve a diseccionar a la Argentina como “un pueblo de dos almas”, aludiendo a contrastes entre Maradona y Lionel Messi. Decenas de estudiantes veinteañeros, messistas no sólo de alma o de almas, apuntan, entre inquietudes, ese señalamiento que los interpela. Estudiosa de los santos populares y del gran capitán de la selección celeste y blanca como santo culminante, la escritora Gabriela Saidon desgrana cómo esa construcción santificada se inaugura en los relatos mágicos de Víctor Hugo y se afirma en una variada trama que se agolpa con los años. Una profe llegada desde Rosario susurra: “Yo soy atea y creo en Diego, pero estoy aquí porque necesito entender por qué creo en él”. No hay rotundidades en la mayoría de las conclusiones ni hay unanimidades en la comprensión. Lo que hay es un grupo grandote que piensa el fútbol y las devociones y que, sobre todo, piensa y se piensa, a partir –prejuiciosos abstenerse– de un jugador de fútbol.

5)Congreso viene de congregarse”, precisa Borri. Esa referencia narra, como pocas, el sentido de lo que sucede en una de las sedes de la UBA. Porque podría sostenerse que lo contracultural de esta cita consiste en que cientos de cerebros en estado de entusiasmo problematizan en torno del deporte, un campo largamente negado por el cosmos académico. Al cabo, no hay casualidades en que el congreso haya sido abierto resaltando, además de a Maradona, a intelectuales como el sociólogo Héctor Palomino y el antropólogo Eduardo Archetti, quienes, en la mitad de la década de 1980, se atrevieron a vulnerar silencios y trazaron caminos iniciales para que, en los decenios siguientes, la Argentina amplificara estudios sociales sobre lo deportivo y sobre el fútbol, y que hoy esos caminos no quedaran bloqueados por los tijeretazos presupuestarios del gobierno de Javier Milei. Pero chispea un fuego más contracultural: la Facultad de Ciencias Sociales se puebla y se recontrapuebla de gente que escucha a la gente, gente que no concurre para multiplicar rentabilidades o resonancias, gente que pone en suspenso los rigores de lo cotidiano para sumarse activamente a una ceremonia que descorre las cortinas de las zonas de confort y sale a los balcones de la actitud crítica, gente que detecta un motivo para romper la frontera domesticadora de los encierros entre ladrillos y entre pantallas, gente que no acumula ni puntajes en su currículum ni seguidores en su cuenta de Instagram por ubicar las orejas, el paladar y la inteligencia en un espacio público del sistema educativo argentino, gente que entrega su tiempo en una edad en la que el tiempo constituye una mercancía que circula más veloz que en cualquier tiempo, gente que quiere a Maradona y que desembarca en otras cuestiones a través de Maradona.

6) “Maradona es un símbolo en tensión, contradictorio, irresuelto. Reaparece allí donde la alegría parece imposible. En esta multiplicidad de imágenes se juega algo más que la figura de un ídolo: se juega la disputa por la representación del pueblo”, propone la doctora Cora Gamarnik, experta en fotografía, en el marco de las deliberaciones sobre Diego en el arte popular. Abundan las señales para que ese foco crezca. El reportero gráfico Jorge Boido despliega, por ejemplo, su impactante muestra sobre los murales callejeros destinados al 10. Es una exposición que entreteje bellezas y desconciertos. ¿Cómo es posible tanto? ¿Qué devela de una patria, de sus habitantes, de sus sueños hechos y de sus sueños rotos? ¿Qué y por qué Maradona? ¿Qué tenencias y qué pérdidas lo convierten en eso que Jorge Valdano (su compañero en el Mundial de 1986, disertante a la distancia en la mesa sobre Diego y literatura del congreso junto con el profesor Pablo Brescia, venido de Estados Unidos) abrevia como “el ausente más presente”? Con la lucidez de valorar más la necesidad de las preguntas que la tentación de las respuestas, los organizadores subtitulan al congreso: “Aproximaciones a un universo inabarcable”. Fabián D’Aloisio –propulsor de la cátedra Diegologías desde hace dos años y editor de la revista Meta, que compartió con la UBA la gestación del acontecimiento– conjetura: “En los últimos tiempos, sin que se pierda la dimensión gigante de su fútbol, Diego es más percibido por sus posiciones políticas y por su significado cultural. Advirtiendo ese panorama se armó todo esto”. Todo esto: 256 expositores.

El profesor Fernando Signorini y el periodista Daniel Arcucci, durante el primer Congreso Maradoniano en la Universidad de Buenos Aires. Foto: Revista Meta.

7) Mónica Santino, quien es entrenadora en un proyecto futbolero y social enclavado en una villa, militante, periodista y exfutbolista, no se asusta con ninguna discusión. Se atreve a ir y volver alrededor de Diego, de un Diego al que jamás interpreta inmaculado, de un Diego al que tampoco concibe a pura mancha, de un Diego que es abordado desde los feminismos sin saltear ni sus luces ni sus abismos. Incluso, admite las zonas complejas a las que invita acercarse a Maradona desde ese eje. “No se trata de calificarlo como culpable o inocente, no se trata de hacer simplificaciones. Fue alguien muy generoso, fue alguien que nos hizo sentir dignos a los argentinos, fue alguien que se enfrentó a poderes y fue alguien con contradicciones, seguramente con machismos”, evalúa. Cerca de ella hay acuerdos, desacuerdos, lecturas cruzadas, agudas, no herméticas, de esa dimensión del primer deportista que genera un encuentro de estas características en la UBA. “Nadie dice en este lugar que Diego acertó en todas sus conductas. Pero sí corresponde pensarlo atendiendo a su época, a su particularidad y a las ideas de ser varón que lo formaron y que formaron a muchísimos”, apostrofa una estudiante que transita los pasillos de charla a charla. Entre los dedos lleva un posavasos con tres imágenes de Maradona.

8) Fluye baile cuando las cuerdas tangueras de Cucuza Castiello entonan “Para verte gambetear”, del mítico Gordo Alorsa. Vuelan corazones en el instante en el que Peteco Carabajal desenvaina su guitarra y le canta al 10. Se frena el aire en el momento en el que Jorge Alvarado suelta su versión en guitarra de “La mano de Dios”, esa que Diego lloró invocando a su mamá. Fusionan rumbos el fútbol de Maradona y el rock de multitudes mientras Lucila Bracamonte, cordobesa y licenciada en Letras, ofrenda su tesis sobre ese tópico. Burbujean las tribunas al compás de las memorias de Goyo Carrizo, compañero del primer Dieguito, o de Miguel Brindisi, socio del Maradona del Boca de 1981, para repasar jugadas geniales. Se sacuden asombros tras cada anécdota impagable del periodista Guillermo Blanco, jefe de prensa del Maradona aterrizado en Europa. Flamean admiraciones cuando la medallista olímpica en hockey Mechi Margalot y el medallista olímpico en vóleibol Jon Uriarte transparentan qué es Diego para ella y para él. Mandan las perplejidades cuando el periodista Pablo Llonto expone los hilos que anudan el devenir político de Maradona y el del país y cuenta que, muy recubierto, ese Maradona supo ir, por lo menos, a una de las tantas marchas en las que mucha argentinidad exigió justicias. Triunfa la risa cuando Pedro Saborido, escritor y mucho más, monologa humores para corroborar que la Argentina es inatrapable si no se detienen la cabeza y la piel en Maradona. Tiritan los ventanales con la cadencia del sentir de Edgardo Esteban y Aldo Leiva, excombatientes de Malvinas. Serpentean miedos cuando el titular de la Academia Napolitana, Massimiliano Verde, hunde los dientes en la sociedad de consumo y se preocupa por que Maradona consumido transmute en “juguete de McDonald’s”. Proliferan los aplausos en la mención a Carlos Bonelli, el periodista de excelencias que acompañó a Diego, a su familia y a Signorini en la primera reunión con Fidel Castro. Renacen esos aplausos frente al anuncio de Daniel Arcucci, el cronista más próximo al Maradona de infinitos episodios, de que el año que viene habrá un nuevo Congreso Maradoniano.

9) A la biblioteca de la Facultad de Ciencias Sociales parece que se le triplica el ancho a causa de un video del relator y poeta Walter Saavedra, en el que le reclama al cielo o a lo que sea por la muerte de Maradona en noviembre de 2020. Late un doble homenaje: el gran Walter falleció este setiembre. Igual, la estrofa final retrata al congreso: “Te extraño, Diego Armando de nosotros, / nosotros, esos otros sin talento, / nosotros, los que estamos todos rotos / y andamos por la vida con lo puesto. / Te extraño y te encuentro en las paredes, / paredes que no olvidan lo que hiciste, / paredes que parecen preguntarse / a qué otro planeta te nos fuiste”.

10) “Un villero ha llegado a la UBA. Muchos deben estar bastante preocupados”, lanza Dalma como un guiño. Cierre. Ovaciones. Emociones. Otra vez juega Maradona. Otra vez juega de 10.

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