Cuando hace una década se conmemoraron los primero 35 años del Cinve, Silvia Laens, ex directora de la institución, elaboró un texto que hasta el presente se había mantenido como “documento interno”. Es un relato de hechos y personas fundamentales en el devenir de la institución. Lo que sigue es un extracto del texto original de 35 años de Cinve: una historia subjetiva, en que, por razones de espacio, se han debido omitir acontecimientos y referencias a personas que tuvieron un papel clave en la historia de la institución.1
El inicio de una aventura
A comienzos de la década del 70, el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas reunía a un conjunto de investigadores que habían realizado diversos trabajos sobre la economía del país, con un enfoque basado en la teoría de la dependencia. Al producirse el quiebre institucional en 1973, este grupo de investigadores tuvo la clara percepción de que, más temprano que tarde, la Universidad de la República iba a perder su autonomía y que muchos de sus docentes serían destituidos y perseguidos. Así ocurrió en 1974 y, como consecuencia, el Instituto de Economía fue clausurado.
El destino de los integrantes del instituto fue variado: algunos fueron detenidos, otros se exiliaron y unos cuantos se plantearon la necesidad de preservar la tarea de investigación y continuarla en otro marco institucional, dado que difícilmente la intervención de la Universidad se revertiría rápidamente. Miraban el ejemplo de Brasil, donde el golpe de Estado de 1964 había tenido similares consecuencias. Ahí los investigadores habían fundado centros privados, entre otros el Cebrap, dirigido por Fernando Henrique Cardoso, uno de los ideólogos de la teoría de la dependencia que posteriormente fue presidente de Brasil entre enero de 1995 y enero de 2003.
Un pequeño grupo de los investigadores del instituto, integrado por Luis Macadar, Celia Barbato y Alberto Couriel, decidió explorar las posibilidades de crear un instituto privado para mantener viva la investigación en el país y continuar la formación de jóvenes. Tuvieron, desde el comienzo, el apoyo fundamental de Ana María Etchebarne y de un comprometido equipo. La idea de crear un centro implicaba un gran desafío, puesto que había que comenzar de cero, sin recursos económicos y con la incertidumbre sobre la permanencia, dado que la dictadura podía prohibir su existencia en cualquier momento. Incluso podía tener consecuencias sobre la propia seguridad de sus fundadores. En 1974 el grupo presentó a la Fundación Ford un programa de investigación para analizar las causas del estancamiento económico y buscar las posibilidades de su recuperación. Aunque el nacimiento de Cinve no tiene una fecha precisa, puede decirse que se constituyó en 1975, cuando la Fundación Ford aprobó ese programa de investigación.
El seminario abortado por la dictadura
A poco de su nacimiento, sobrevino el primer traspié. En noviembre de 1975 Cinve organizó su primer seminario, con el auspicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), sobre el “El nuevo orden económico internacional y la UNCTAD IV – Consecuencias para el Uruguay”. El evento estaba programado del 10 al 14 de noviembre en el auditorio del Banco Central del Uruguay. El sábado anterior al evento la sede de Cinve fue allanada, los documentos incautados y los investigadores detenidos hasta el día siguiente. Luego del allanamiento hubo dudas sobre la conveniencia o viabilidad de llevar adelante el seminario, pero se resolvió seguir adelante, porque el evento era absolutamente transparente y la mejor forma de demostrarlo era hacerlo. El seminario iba a ser inaugurado por el doctor Luis María Gómez, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), José Gil Díaz, presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), y el contador José E Santías, de Cinve. Sin embargo, horas antes de su comienzo, llegó la notificación de que había sido suspendido por el gobierno de facto. El seminario no tuvo lugar, y las personas que llegaron para participar fueron impedidas de ingresar al local por las Fuerzas Armadas. Fue necesario un gran esfuerzo de voluntad para superar esa frustración. La situación obligó a Alberto Couriel a exiliarse en el exterior y a partir de entonces al frente de Cinve quedaron Celia Barbato y Luis Macadar, alternándose en la dirección hasta 1988. En realidad, puede decirse que Cinve fue una creación de ellos, dado que el centro apenas había empezado a funcionar cuando quedaron al frente de la institución.
Nuevos apoyos y consolidación de Cinve
Conjuntamente con otros cuatro centros, el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (1977), el Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay, (Ciesu, 1975), el Claeh (1957) y el Centro de Investigación y Experimentación Pedagógica, Cinve se afilió al Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), que nucleaba a instituciones similares en otros países del continente. Además de permitir romper el aislamiento en el cual se encontraba el ambiente académico en el país, de alguna manera la pertenencia a Clacso operaba como un “escudo” frente a las arbitrariedades del régimen. En mayo de 1980 Cinve organizó, conjuntamente con Ciesu, el primer seminario interno sobre el tema “El problema tecnológico en el Uruguay actual”. Para ese entonces, el International Development Research Centre (IDRC) había comenzado a financiar proyectos de Cinve. Otros financiadores fueron el Banco Interamericano de Desarrollo, la Tinker Foundation, el PNUD, la Interamerican Foundation (IAF). Posteriormente la Swedish Agency for Research Cooperation (Sarec) contribuyó con fondos para financiar cinco trabajos de investigación que permitieron solventar salarios y otros gastos. En ese período todo el financiamiento provenía del exterior, dado que no había ninguna posibilidad de que el gobierno, a través de sus ministerios o de sus entes públicos, financiara ningún estudio de Cinve ni de ninguno de los otros centros privados de investigación en ciencias sociales. Con el tiempo, Sarec cambió la modalidad de cooperación, otorgando a Cinve y a otros centros del Cono Sur grants institucionales por períodos de tres años que no estaban ligados a ninguna investigación concreta, sino que permitían una administración más libre de los fondos (con la debida rendición de cuentas anual). Este tipo de apoyo viabilizó la mejora en las instalaciones, el mantenimiento de un equipo permanente de investigadores y un importante apoyo administrativo, de biblioteca y de publicaciones.
La “propuesta”
A comienzos de los 80 hubo una instancia que resultó una “prueba de fuego” para Cinve y que marcó un hito en su evolución, siendo la primera oportunidad de desarrollar un trabajo para el sector público. En ese entonces, el gobierno dictatorial había aprobado una reforma arancelaria tendiente a disminuir fuertemente la protección de la cual gozaba la industria manufacturera en el mercado interno uruguayo. Para facilitar su implementación, el Banco Mundial otorgaba un préstamo al gobierno que tenía como condición la realización de un estudio sobre la protección efectiva a la industria. En esas circunstancias, el BCU llamó a concurso de propuestas para realizar el estudio. La idea de presentarse fue muy discutida en Cinve. Algunos pensaban que hacer un trabajo para el sector público era colaborar con la dictadura (incluso renunció una integrante de secretaría que venía apoyando a Cinve desde tiempo atrás). Otros creíamos que había que aprovechar todos los pequeños espacios que se abrieran, siempre que permitieran desarrollar el trabajo libremente, sin condicionarlo a la obtención de un resultado favorable para el gobierno. Luego de muchas dudas, dada la falta de garantías existente en el país, Cinve decidió presentar una propuesta. A efectos de reforzar el equipo (y también como respaldo a nivel internacional), se contactó a Julio Berlinski, doctorado en Harvard e investigador del Instituto Di Tella, de Argentina, que era experto en los cálculos de la protección efectiva en el sector industrial. Berlinski aceptó participar como asesor en nuestra propuesta. El trabajo incluía una encuesta a un número importante de empresas industriales que proporcionaron la información necesaria para los cálculos de protección, así como su percepción y actitud en relación a la apertura de la economía. Al llamado se presentaron dos propuestas, la de Cinve y otra presentada por Ramón Díaz, Jorge Caumont y Alberto Bensión. En primera instancia, el BCU eligió esta última, pero al enviar todos los antecedentes al Banco Mundial, el equipo técnico de esa institución consideró que la propuesta presentada por Cinve era mejor técnicamente. Ante esta divergencia, el BCU optó por declarar desierto el concurso y hacer un nuevo llamado. Una nueva oportunidad se abrió para Cinve, que decidió aceptar el desafío y constituir un equipo internacional fuerte que respaldara y complementara la calidad de la propuesta. Así se incorporaron cinco asesores de primer nivel dispuestos a firmar y respaldar la propuesta de Cinve. Además de Julio Berlinski, se incorporaron Carlos F Díaz Alejandro, prestigioso académico de la Universidad de Yale (Eestados Unidos), Juan Sourrouille, quien al retorno de la democracia fue ministro de Economía en Argentina, Edmar Bacha, muy reconocido profesor de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, y Patricio Meller, prestigioso economista chileno, director de la Corporación de Estudios para Latinoamérica. El equipo competidor también reforzó su plantel y mejoró su propuesta, pero finalmente el trabajo fue asignado a Cinve en marzo de 1982 y se llevó a cabo entre mayo de ese año y julio de 1983. El trabajo exigió el esfuerzo de un gran número de personas: encuestadores, supervisores, estadísticos, informáticos, secretarias, dactilógrafas y, por supuesto, investigadores y ayudantes. La coordinación del equipo estuvo a cargo de Luis Macadar y fue integrado por Luis Casares, Hugo Davrieux y Silvia Laens (investigadores de Cinve), a los cuales se agregaron Ana María Teja, Miguel Galmés, Jorge Moretti, Celina Leis, Roberto Barriola, Ernesto González Posse y Esteban Davino. El plantel de ayudantes estaba integrado por Fernando Lorenzo, Rosa Osimani y Magdalena Terra, a los cuales se agregó Inés Terra. En esta época se sumaron al equipo de apoyo de Cinve Adela Morandi y Elena.
Los últimos años de la dictadura
Este fue tal vez el período más difícil para escribir informes, artículos y libros. Desde su creación, todos los trabajos de Cinve habían perseguido un difícil equilibrio entre la necesidad de comunicar los resultados de investigación (sin ocultar aquellos que pudieran resultar “molestos” para el régimen) y el deseo de preservar no sólo la libertad individual de cada uno de sus integrantes, sino también el pequeño espacio en el cual debían actuar los centros de investigación en ciencias sociales. Esto exigía utilizar un estilo muy sobrio al escribir y realizar varias lecturas para “filtrar” el uso de adjetivos o expresiones “comprometedoras”. La gravedad de la crisis y la creciente oposición al régimen ambientó un debilitamiento de la autocensura y, tal vez, la irrupción de un lenguaje menos académico y más ideológico en varios trabajos de la época. Con las elecciones de 1984 en puerta, y la expectativa firme de un retorno a la democracia, entre abril y octubre de ese año Cinve decidió abordar colectivamente una reflexión sobre el proceso económico más reciente y proyectar su discusión hacia el futuro. Se elaboraron documentos sobre la crisis de entonces, el proceso económico en el largo plazo, el sector agropecuario, la política económica y la inserción internacional, que se recogieron en el libro La crisis uruguaya y el problema nacional, publicado en 1984. Además de este esfuerzo de elaboración de todo Cinve, en octubre de 1984 se organizó conjuntamente con Cebrap un seminario internacional denominado “Alternativas del desarrollo socio-económico en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.” Además de los investigadores de Cinve, participaron personalidades del mundo académico que tendrían luego un papel destacado en sus respectivos países. Entre otros, Fernando Henrique Cardoso (presidente de Brasil entre 1995 y 2003), Alejandro Foxley (ministro de Hacienda de Chile entre 1990 y 1994 y ministro de Relaciones Exteriores entre 2006 y 2009), Juan Sourrouille (ministro de Economía de Argentina entre 1985 y 1989, José Serra (ex gobernador del estado de San Pablo y candidato a la presidencia de Brasil), Fernando Fajnzylber (representante de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial en México), Adolfo Canitrot (subsecretario de Planificación entre 1985 y 1989 en Argentina).
El retorno a la democracia
La actividad de los centros durante la dictadura fue muy apreciada al volver la democracia Paralelamente, a partir de 1985, la Udelar recuperó su autonomía y funcionamiento democráticos, restaurando aspectos positivos, pero también algunos negativos de su pasado. Cinve apoyó la tarea de reconstrucción universitaria de diversas formas. En primer lugar, casi todos los investigadores de Cinve pasaron a ejercer tareas docentes y ocupar cargos en comisiones y organismos de gobierno universitario. En segundo lugar, el centro estableció relaciones institucionales, participando en actividades conjuntas con dependencias de la Universidad. Pasados cinco años, la Universidad estaba aún lejos de alcanzar la recuperación de los equipos de investigación, dadas las restricciones presupuestales y los requerimientos de atención de una matrícula muy extendida. Esto marcaba la importancia de que los centros privados continuaran su tarea, para mantener vigente la investigación en ciencias sociales y preservar un pluralismo de visiones y enfoques acorde con la recuperación democrática.
La formación de los jóvenes
Desde sus inicios Cinve dio alta prioridad al perfeccionamiento de jóvenes en el exterior a través del sistema de becas que, de una y otra fuente, se fueron logrando. El retorno a la democracia coincidió con el regreso de algunos integrantes de la primera tanda de ayudantes que se fue al exterior (Nelson Noya, Martín Rama). Habían completado sus estudios de posgrado y volvían con el título debajo del brazo o con la perspectiva de hacer su tesis en Montevideo. La siguiente tanda de ayudantes (Rosa Osimani, Fernando Lorenzo) comenzó en esa época su periplo por universidades extranjeras (Brasil y Francia, respectivamente). Este permanente fluir de jóvenes desde y hacia el exterior ha sido una constante en Cinve, aún en sus épocas más difíciles, contribuyendo a refrescar y actualizar las contribuciones de Cinve al conocimiento de los temas económicos relevantes para el Uruguay. Un concurso abierto para seleccionar nuevos ayudantes permitió incorporar a Marcelo Bisogno y a Carlos Grau, aún estudiantes, y a Nora Berretta, quien ya tenía estudios de posgrado en Buenos Aires.
El auge editorial
A partir de 1981-1982 se comenzó a publicar libros (Colección Estudios Cinve), con todo el cuidado formal que eso requiere y con una distribución amplia en librerías. El primer número de esta serie fue un trabajo de Luis Macadar (Uruguay 1974-1980: ¿un nuevo ensayo de reajuste económico?) que salió a luz en 1982. De todos modos, la mayor novedad que se agregó, poco después de la restauración democrática, fue la revista SUMA. El primer número apareció en octubre de 1986 y la revista se mantuvo por casi una década con una periodicidad semestral. Fue una iniciativa de Martín Rama, calurosamente acompañada por los investigadores más jóvenes, que implicó un gran desafío para Cinve. La necesidad de alimentar la revista SUMA obligó a cambiar la forma de trabajar, para dar a luz subproductos o productos parciales autocontenidos que pudieran ser publicados como artículos de la revista. Esto fue un cambio importante y nada fácil de llevar adelante.
El cambio estructural
En 1988, Celia Barbato y Luis Macadar, quienes habían alternado en la dirección de Cinve hasta ese momento, decidieron dar un paso al costado y abrir la dirección del centro a otros integrantes. Con ese fin, propusieron la integración de un consejo directivo formado por siete personas (ellos mismos, Nicolás Reig, Benjamín Nahum, Silvia Laens, Nelson Noya y Martín Rama) y proponer a Silvia Laens como directora por dos años. La nueva situación significó un gran desafío para quienes habían estado totalmente ajenos a la dirección y administración de Cinve. No obstante, la colaboración de Celia y Luis, así como la de Ana María Etchebarne y el resto del personal administrativo, fue muy importante para procesar este cambio de forma relativamente “indolora”.
El compromiso con valores esenciales
En oportunidad del plebiscito por la derogación de la ley de caducidad, en 1989, se planteó una discusión en Cinve sobre la posibilidad de colaborar con quienes impulsaban el voto verde para derogar dicha ley. La dirección de Cinve siempre había sido muy cuidadosa para no involucrar a Cinve en posturas políticas de ningún signo, preservando el carácter de centro independiente de compromisos políticos o religiosos. Sin embargo, en estas circunstancias se propuso la posibilidad de ofrecer la colaboración de los integrantes del centro y/o de sus computadoras a la comisión encargada del control del acto plebiscitario. El tema se discutió y hubo consenso en que en este caso se trataba de defender un valor esencial como es el de la igualdad de los ciudadanos ante la Justicia y el respeto a los derechos humanos. En consecuencia, Cinve trabajó intensamente en este sentido y todos sus integrantes sufrieron una gran decepción cuando el voto verde fue rechazado.
El período 1990-1995
Luego de dos años como directora de Cinve, en 1990, Silvia Laens dejó el cargo en manos de Nelson Noya. En 1991 Celia Barbato y Luis Macadar consideraron que la transición ya estaba hecha y decidieron retirarse del consejo directivo, aunque permanecieron en Cinve con proyectos autónomos. Nicolás Reig y Benjamín Nahum se retiraron junto con ellos. En 1992, luego de haber terminado su doctorado, se incorporó al consejo directivo Carlos Paolino y asumió la dirección del centro. Cumplidos los dos años previstos, en 1994 Paolino dejó la dirección en manos de Nora Berretta.
Las dificultades de financiamiento y la imprescindible restructura
Ya consolidada la democracia, las agencias que durante la dictadura habían financiado la actividad de los centros comenzaron gradualmente a disminuir su apoyo o incluso a retirarse del país. En la medida en que Uruguay es un país de ingresos medios y que las instituciones estaban funcionando libremente, la mayor parte de las agencias consideraron que el país estaba en condiciones de financiar actividades de investigación. Sus prioridades se alejaron de los países del Cono Sur y se orientaron hacia los países de menor desarrollo y/o con instituciones débiles. En 1994 la situación empeoró y fue necesario realizar una profunda reestructura del funcionamiento de Cinve con el fin de preservar la institución y mantener el núcleo principal de investigadores. Lo más doloroso fue la necesidad de despedir a personas que habían trabajado en Cinve durante varios años y habían asumido con gran entusiasmo su pertenencia al centro. También en 1994 culminó el proceso de retiro de Celia Barbato y Luis Macadar, al cerrar las actividades del proyecto “Competitividad e integración”, en el cual estaban involucrados. Visto en perspectiva, la actitud de Celia y Luis, y la forma en que decidieron “pasar la posta” a las generaciones más jóvenes, fue ejemplar y poco frecuente en Uruguay. Con total generosidad, luego del período de transición que definieron, entregaron la institución a un grupo de investigadores que seguramente tenía una visión diferente del Uruguay y de su economía, pero que tenía en común con los fundadores de Cinve los valores que hicieron de esta institución un caso muy especial. Increíblemente, esta nueva etapa, al igual que la primera, nació con grandes dificultades y con fuertes dudas en cuanto a la viabilidad de la institución, aunque los motivos en uno y otro caso fueran muy diferentes. Tal vez las dos etapas tuvieron en común el empecinamiento en que Cinve existiera y las ganas de trabajar para lograrlo.
El resurgimiento
El año 1995 marcó el comienzo de un funcionamiento diferente y el inicio de su resurgimiento luego del drástico ajuste realizado. Los esfuerzos de búsqueda de financiamiento se volcaron hacia nuevas fuentes, en particular, hacia un mayor relacionamiento con el sector público y privado local. En 1996 Fernando Lorenzo sustituyó a Nora Berretta en la dirección del centro y le dio un renovado empuje a los esfuerzos para superar la crisis y salir adelante. Los años siguientes fueron difíciles, pero gradualmente se fueron ampliando las actividades e incorporando nuevos ayudantes e investigadores asociados. La disyuntiva era achicarse aún más, trasladándonos a un local más barato, o apostar fuerte al futuro, adquiriendo un local propio que nos permitiera crecer a la vez que disminuir gastos corrientes. Esta fue la decisión que se tomó en 1998 y requirió la ampliación de la sociedad de Cinve, que pasó a estar integrada por Nora Berretta, Adrián Fernández, Carlos Grau, Silvia Laens, Fernando Lorenzo, Nelson Noya, Rosa Osimani y Carlos Paolino. Algo más tarde se incorporó al equipo Gabriel Oddone. La decisión de redoblar la apuesta fue exitosa. Cinve no sólo sobrevivió a la etapa dramática en la cual estuvo cuestionada su viabilidad, sino que poco a poco fue afirmándose, ampliando sus áreas de trabajo, intensificando su presencia en el medio e incorporando más investigadores y ayudantes. La continua participación en los llamados a proyectos de la Red de Centros del Banco Interamericano de Desarrollo, el continuo apoyo de IDRC a través del financiamiento de distintos trabajos, la creación de la Red de Investigaciones Económicas del Mercosur (Red Mercosur), y la creciente demanda de trabajos de consultoría calificada por parte del sector público posibilitaron que cada uno de los integrantes del centro tuviera un financiamiento relativamente continuo. La asociación con otros colegas para llevar adelante trabajos conjuntos fue una experiencia muy frecuente en estos años.
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La versión completa de este material se encuentra disponible en el sitio web del Cinve. ↩