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Crimen y castigo: los enemigos del pueblo y el misterio de la transmisión intergeneracional del capital humano

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Leído por Andrés Alba.
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"Siberia. A orillas de un ancho y desierto río se eleva una ciudad, uno de los centros administrativos de Rusia; en la ciudad hay una fortaleza, en la fortaleza una prisión. En la prisión está, desde hace nueve meses, Rodion Romanovich Raskolnikov, condenado a trabajos forzados (segunda categoría). Cerca de dieciocho meses han transcurrido desde el día que cometió el crimen". Fiódor Dostoyevski, Crimen y castigo

Y muchos otros meses transcurrirán. Pero no estará solo. Los años acumularán miles y miles de almas condenadas a llenar, sin suerte, los insondables rincones de toda Rusia. Algunos serán como él, asesinos convencidos de pertenecer a una minoría de superhombres que pueden vivir ajenos a las leyes morales de los hombres. Otros serán violadores, reos y delincuentes menores; la escoria del rebaño que en la cosmovisión de este memorable personaje de Dostoyevski completa el cuadro de la humanidad. Y otros serán los enemigos del pueblo, arrestados de acuerdo a las disposiciones del Artículo 58 del código penal soviético por sus actividades contra revolucionarias. Raskolnikov será inmortal, siendo que habita uno de los clásicos de la literatura universal. Los violadores, reos y delincuentes menores no, siendo que perecieron sin dejar rastro varias décadas atrás. ¿Pero qué pasa con los otros, con los enemigos del pueblo? Esa es la pregunta detrás de una reciente investigación académica que analiza los efectos sobre el desarrollo de largo plazo asociados al desplazamiento forzado de estos enemigos.1

Raskolnikov ya no estará solo en Siberia

En la concepción de los autores, los enemigos del pueblo fueron la élite educada que fue reubicada en campos de trabajos forzados (Gulag) por considerarse una amenaza para el régimen soviético. A partir de la década de 1920 Stalin adornó la geografía rusa con un archipiélago dinámico de Gulag, donde convivirían estos enemigos con miles de otros criminales, como Raskolnikov. Desde entonces, y hasta su muerte, más de 11 millones de prisioneros desfilaron por los más de 470 campos diseminados a lo largo y ancho del territorio ruso. El punto más álgido de este brutal proceso fue la gran purga de 1937, que supuso la condena para un millón y medio de estos enemigos del pueblo (2,5% de la población en edad de trabajar), la mitad de los cuales fue ejecutado.

Quien intente romper la unidad del Estado socialista... es un enemigo jurado del Estado, de los pueblos de la URSS. Y destruiremos a cualquier enemigo así... destruiremos a sus parientes, a su familia. Stalin, 1937

Luego de la muerte de Stalin, en marzo de 1953, llegó el deshielo de Khrushchev. En el marco de las políticas de desestalinización, la represión y la censura fueron relajándose poco a poco. Pese a que se ampliaron algunas libertades para la movilidad, muchos de los prisioneros no tenían lugar a donde volver. Para ellos, la vida en torno a los Gulag terminó siendo la única vida posible: “el exilio nos liberó de la necesidad de elegir un lugar de residencia para nosotros mismos. Ningún lugar habría sido el adecuado, excepto aquel al que nos habían enviado. Este era el único lugar en toda la Unión Soviética donde nadie podía reprocharnos ser intrusos... y si como yo, estabas solo en el mundo cuando dejaste el campamento, sin nadie, en ningún lugar, esperándote, el exilio era quizás el único lugar donde podrías esperar encontrar un espíritu afín”.2 La maldición siberiana3 cayó sobre los enemigos del pueblo, y también sobre Raskolnikov; ese sería su destino final: ellos se quedaron para siempre en torno a esos campos. En gran medida sus hijos también se quedaron, y en menor medida sus nietos también se quedaron. Tres generaciones asentadas en los remotos alrededores de aquellos Gulag del siglo pasado. Pero lo que para ellos fue una maldición, para los investigadores fue la ventana de oportunidad que les permitió mirar hacia el pasado y desentrañar el impacto intertemporal de este éxodo forzoso.

Raskolnikov, los prisioneros ilustrados y las tutorías entre pares

El personaje de Dostoyevski es un estudiante desequilibrado que se ve a sí mismo como una especie de Napoleón, alguien que al elevarse por encima de la mayoría puede actuar al margen de los arreglos normativos de los hombres sin reparar en los medios que lo conducen a su destino de grandeza. Pero además de desequilibrado es sumamente pobre, y “en la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos”, pero “en la indigencia, nadie puede conservar nada noble”.4 La combinación de esos dos factores deriva en el asesinato de una vieja usurera sin escrúpulos y su daño colateral, el asesinato de su hermana. La indigencia, el aislamiento y las perturbaciones de la mente truncaron el viaje educativo de Raskolnikov. Pero en este relato imaginario sus desgracias convergieron con las desgracias de los enemigos del pueblo, que representaban un tercio de la población de los Gulag y tenían niveles educativos muy por encima de la media. De acuerdo con el censo de 1939, sólo 0,6% de la población rusa tenía nivel terciario en ese momento. En los Gulag esa proporción era tres veces mayor (1,8%), dada la incidencia de nuestro grupo particular de interés: 14,7% de los enemigos tenía formación universitaria. En este sentido, mientras que el porcentaje de analfabetos en la población total de Rusia ascendía a 33,6%, en los Gulag era de 8,4% y entre los enemigos del pueblo era cero (ver cuadro). Como en los campos el tedio era mucho y la compañía era poca, los enemigos se entregaron a la noble tarea de enseñar y Raskolnikov, a la estimulante tarea de aprender. Sin saberlo, esa inversión en capital humano pagaría muchas décadas después y dejaría un legado invalorable para su descendencia. O al menos, esto es lo que argumentan estos investigadores contemporáneos en su investigación.

Raskolnikov y los experimentos naturales

La reubicación forzosa de este segmento tan particular de la población se considera, desde la óptica de las ciencias sociales, un experimento natural que permite identificar el efecto de la persistencia educativa en la prosperidad a largo plazo. Un experimento natural es un estudio que aprovecha un evento puntal para asignar, de forma aleatoria, sujetos a distintos grupos de tratamiento y control (por ejemplo, un cambio de ley o política o un evento natural). En otras palabras, es un experimento cuyas condiciones están por fuera del control del investigador. En este caso, ese evento es el desplazamiento forzoso y aleatorio de un grupo específico y singular de la población. Ahora bien, no cualquier evento reúne las condiciones para ser considerado en esta categoría. Por ejemplo, podría suceder que la reubicación de los enemigos fuera estratégica en función de sus habilidades y saberes. También podría suceder que los arrestos dentro de esta población no fueran aleatorios, o que existieran ciertas actividades y condiciones concretas que supusieran una asignación particular de los enemigos entre los campos. De verificarse alguna de estas condiciones, el evento perdería su condición de experimento natural. Esto es, no sería útil para analizar los efectos de largo plazo sobre el desarrollo local en las áreas cercanas a los Gulag. Si así fuera, este sería el final de una pésima nota; pero no es así (al menos lo del final): los desplazados no se autoseleccionaron para migrar (fueron forzados), no fueron elegidos por criterios específicos (las redadas dentro de la población educada fueron aleatorias) y tampoco fueron asignados estratégicamente por necesidades o condiciones puntuales (clima, productividad del suelo, cercanía con ciudades importantes por ejemplo), características específicas de los individuos (habilidades y conocimientos) o por la lógica de la industrialización soviética (fueron razones exclusivamente políticas, no económicas). En definitiva, los procesos de deportación sistemáticos no tuvieron sesgos ni organización; ningún criterio más allá del azar fue utilizado para seleccionar los compañeros de penurias que acompañarían a Raskolnikov. Por este motivo, es posible utilizar este complejo episodio de la historia para estudiar los efectos persistentes de la educación y su impacto en la prosperidad a largo plazo.

¿Pero cómo? Eligiendo una variable de interés y tomando distintas aproximaciones para analizar los efectos sobre el desarrollo local que persisten hasta el día de hoy. En relación con lo primero, la variable seleccionada fue la proporción de enemigos del pueblo que se encontraban en los campos en 1952, momento que representa el pico y el final de este capítulo de la historia (ver gráfico). En ese entonces, 19% de la población de los Gulag pertenecía a nuestro grupo de interés (la élite educada condenada por el artículo 58). Respecto de lo segundo, se consideraron los salarios y las ganancias de las empresas que hoy se ubican próximas a los lugares donde estuvieron estos campos (para calcular el valor agregado por empleado) y la intensidad de las luces nocturnas como proxy del PIB per cápita. Sí, las luces son buenas informando sobre la actividad económica: como el consumo nocturno requiere de ellas, su uso aumenta con los ingresos y puede ser una medida de prosperidad ante la ausencia de otras fuentes de información. También se utilizaron los niveles educativos de los nietos de los enemigos a efectos de determinar si la transmisión intergeneracional de la educación tiene impacto sobre esos salarios y ganancias de las empresas.

La descendencia de Raskolnikov y los beneficios del túnel educativo del tiempo

“El amor los regeneraba: el corazón del uno encerraba un inagotable manantial de vida para el corazón del otro. Resolvieron esperar, tener paciencia. Todavía les faltaban siete años para poder salir de Siberia. ¡Sufrimientos intolerables y dichas infinitas debían llenar aquel tiempo!”. En el epílogo de la novela, nuestro asesino comienza un viaje de “regeneración progresiva” hacia la redención. Es un viaje que guiará Sonia, una prostituta piadosa que le será devota durante su exilio siberiano. El final de la novela queda abierto, por lo que es posible aprovechar el margen de interpretación para suponer que luego de cumplir su condena construyeron una familia sin moverse de aquel lugar. Y esa familia construyó otra familia, que tampoco se movió de ese lugar. Como los nietos de Raskolnikov, los nietos de quienes fueron enemigos del pueblo, que también se quedaron, se beneficiaron de la transmisión intergeneracional del capital humano seis décadas más tarde. Concretamente, los resultados del estudio sugieren que los descendientes de los enemigos tienen mayor probabilidad de tener educación terciaria (la proporción de personas con educación terciaria entre los nietos de enemigos supera el 40%, mientras que en el resto del país se sitúa en torno a 30%) y que las áreas alrededor de los Gulag que tenían mayor cantidad de enemigos son actualmente más ricas: sus luces nocturnas son más intensas (el PIB per cápita es más alto) y las empresas registran mayores ganancias y pagan salarios más altos. A modo de ejemplo, un incremento de 28 puntos porcentuales en la proporción de enemigos en el total de prisioneros supone un aumento de 22% en los salarios, de 65% en las ganancias por empleado y de 58% en las luces nocturnas per cápita. Además, genera un salto de 63 puntos porcentuales en la probabilidad de ser un universitario con empleo.

Epílogo reeditado

El vehículo de la redención de Raskolnikov fue Sonia, a través del amor, del Nuevo Testamento y de la resurrección de Lázaro. El vehículo de la redención de los enemigos del pueblo fue el tiempo, a través de la persistencia del capital humano y su impacto en la prosperidad. Si bien los enemigos del pueblo no serán inmortales como nuestro atribulado personaje ficticio, dejaron una huella de prosperidad que perdura casi 70 años después en todas las localidades rusas que albergaron aquellos campos de trabajo forzado.


  1. Toews G y Vézina PL (2020). Enemies of the people

  2. Solzhenitsyn A (1973). The Gulag Archipelago, 1918-56: An Experiment in Literary Investigation

  3. Hill F y Gaddy C (2003). The Siberian Curse: How Communist Planners Left Russia Out in the Cold

  4. Crimen y castigo

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