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Oficinas de Credit Suisse, el 18 de marzo en Zurich.

Foto: Fabrice Coffrin, AFP

Credit Suisse: ¿crónica de una muerte anunciada?

8 minutos de lectura
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Un episodio más de esta problemática saga y sus potenciales impactos sobre nuestro país y la región.

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A veces el escenario más probable puede ser bizarro. Si no fuera así, ¿cómo explicaríamos que el presidente del Credit Suisse, que otrora fuera uno de los bancos más respetados y grandes del mundo, y que ahora se encuentra al borde del colapso, se llame Alex Lehmann? Sí, prácticamente el mismo apellido que le dio nombre a la institución financiera indisolublemente ligada al concepto de crisis financiera: Lehman Brothers. La quiebra de esta institución representó el mojón cero del colapso que estalló en Estados Unidos en 2008. Sin embargo, al margen de esta nota de color, el origen y la historia del Credit Suisse difieren con la de Lehman.

Credit Suisse, con 166 años de sólida trayectoria, fue alguna vez uno de los bancos más confiables del mundo. Hoy en día, el desplome de la acción ha llegado a 97% y su principal accionista –el Banco Nacional de Arabia Saudita– se negó a proporcionarle asistencia financiera debido a cuestiones regulatorias. Ante este hecho, el Banco Nacional Suizo y el regulador de ese país tuvieron que desplegar un rescate total estimado en 54.000 millones de dólares para evitar un efecto dominó al estilo Lehman Brothers, dada su estrecha interconexión con otros bancos de inversión. Para algunos analistas, tuvieron que darle un “cheque en blanco”.

Como reporta el Financial Times, las autoridades consideraban que un acuerdo con UBS, que es otro banco suizo y el principal competidor del Credit Suisse, es la “única opción” para sortear el “colapso de la confianza”. En las últimas horas se confirmó la adquisición de Credit Suisse por parte de UBS, por un monto de dos mil millones de dólares, es decir, un cuarto del valor de mercado de la empresa al cierre de la bolsa el viernes pasado. Además, las autoridades suizas probablemente tengan que cambiar la ley de apuro para terminar la transacción durante el fin de semana y evitar la necesidad de que la compra se someta a voto por parte de los accionistas de UBS, el banco comprador y rival tradicional de Credit Suisse. Pero vamos por partes.

¿Cómo llegó Credit Suisse a esta situación? Un problema de credibilidad

Desde hace ya un tiempo esta entidad financiera ha venido enfrentando diversos problemas, entre los que destacan numerosos escándalos, pérdida de talento y malas inversiones. Todo esto ocurrió mucho antes del colapso del Silicon Valley Bank (SBV), que tuvo lugar hace dos viernes y que fue analizado en la edición pasada de este suplemento.

Para poner esto en contexto podemos recurrir al interesantísimo documental que el Financial Times publicó en YouTube bajo el nombre de Credit Suisse: ¿qué es lo que sigue para el banco en crisis?.1 Lo interesante es que no lo publicó la semana pasada, como podría esperarse, sino el 14 de julio de 2022.

Entre otras cosas, el documental aborda algunos de los escándalos más grandes al interior de la institución, como el que tuvo lugar en 2019 entre Tidjane Thiam, que en ese entonces era el CEO de la empresa, e Iqbal Khan, que era el jefe de la división de banca de inversión. El conflicto se intensificó cuando Khan abandonó Credit Suisse para unirse a UBS, que era su principal rival. Poco después se descubrió que Credit Suisse había contratado detectives para vigilar a Khan, lo que disparó un escándalo que terminó con la renuncia del jefe de operaciones de la entidad, Pierre-Olivier Bouée. Finalmente, y ante la presión, Thiam renunció a su cargo como CEO en febrero de 2020, y fue reemplazado por Thomas Gottstein.

Previo a este incidente, el banco suizo ya había procesado conflictos similares que terminaron con cambios relevantes de liderazgo. Por ejemplo, entre 2015 y 2016 tuvo lugar la salida de Gaël de Boissard, jefe de la división de renta fija, y también la renuncia de Robert Shafir, que era el codirector de la división de banca privada y gestión de patrimonio. Estos cambios fueron producto de disputas internas y desacuerdos sobre la dirección estratégica del banco, y también de la creciente presión ejercida por los accionistas y reguladores.

Y eso no es todo, porque las luchas por el poder dentro de la institución se remontan a más atrás. En 2007, Brady Dougan fue nombrado CEO del Credit Suisse, sucediendo a Oswald Grübel. Durante el mandato de Dougan, el banco enfrentó dificultades financieras y también una sucesión de escándalos. En 2011, Grübel, quien para entonces era CEO de UBS, criticó abiertamente a Dougan y al liderazgo de Credit Suisse, lo que generó tensión entre los dos exejecutivos.

Al margen de las especificidades de todos estos enfrentamientos, y de la sopa que supone introducir todos estos nombres y apellidos, lo que importa ahora es una sola cosa: hace más de una década que el Credit Suisse viene experimentando un proceso destrucción de credibilidad. Y eso es lo peor que le puede pasar a un banco, como ha quedado en evidencia por estas horas.

¿Cuál es la situación actual del banco?

Durante el cuarto trimestre del 2022, Credit Suisse informó una salida de clientes por un valor equivalente a 100.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, algunos de los empleados más destacados de la división de banca de inversión, que es la que reporta los mayores beneficios para el banco, comenzaron a abandonar la entidad. Y obviamente no se van con las manos vacías, sino que continúan alimentando ese drenaje de clientes.

Ante esta situación, y en un intento desesperado por recuperar la confianza, Credit Suisse comenzó a ofrecer una tasa anual de 6,5% para los nuevos depósitos a partir de un mínimo de 5 millones de dólares. Aunque esta decisión les cuesta una gran cantidad de dinero, y mengua su rentabilidad, esperan volver a atraer clientes. Sin embargo, no consideran la peligrosidad que puede tener esta medida producto de las señales que transmite. En otras palabras, ante una “oferta” como esta, cualquier inversor con experiencia se preguntaría: ¿por qué la tasa es tan alta? ¿qué riesgos estoy asumiendo que no me informan?

Pero quizás la noticia más impactante de toda esta saga es que el Banco Nacional de Arabia Saudita, el mayor accionista de Credit Suisse, ha anunciado recientemente que no aportará más capital para apoyar al banco. A pesar de que aclaró que esta decisión fue tomada por temas regulatorios, dado que tener más de 10% de un banco extranjero requiere una serie de declaraciones e intercambio de información que Arabia Saudita no está dispuesta a asumir –se mantiene contenta con el 9,9%–, la decisión fue la gota que desbordó el vaso de la ya horadada confianza en el banco y terminó por derrumbar el valor de sus acciones.

¿Cuán real es el riesgo de colapso?

Credit Suisse insiste en que su balance está en buen estado y en que cuenta con suficiente liquidez, lo que significa que está en una posición más sólida que el SVB en caso de que se desate una corrida bancaria. Sin embargo, el mercado no está convencido. Y cómo podría estarlo, si es el mismo canto de sirenas que hemos escuchado de parte de los gestores de bancos en problemas más de una vez. Y la última está fresca, porque fue justamente la semana pasada.

En efecto, la –razonable– desconfianza fue lo que hundió el valor de las acciones del banco más de 30% en un solo día. Por su parte, el mercado de credit default swaps2 llegó a estimar la probabilidad de impago en 47%, antes de que el Banco Nacional Suizo anunciara el rescate para calmar el mercado. Al margen de esto último, la situación futura y los detalles de la adquisición de UBS siguen siendo inciertos.

Aproximadamente 70% del balance de Credit Suisse se encuentra fuera del país, lo que convierte a este problema en una problemática global y no solo europea. Además, el banco cuenta con el doble de activos que tenía el SVB cuando fue liquidado. En ese sentido, este es un problema más global y más grande que el de la semana anterior.

¿Y qué pasa con Uruguay?

El impacto que puede llegar a tener en nuestro país la debacle bancaria que se gestó en más de una institución y en menos de dos semanas (SVB, Signature Bank, Credit Suisse, entre otras) es todavía incierto, porque seguimos lidiando con nuevas revelaciones días tras día. En lo que respecta al mundo de las finanzas, es decir, dejando de lado los temas vinculados al precio de los commodities y otras dimensiones relevantes para nuestra economía, claramente estamos enfrentando un entorno que no es favorable, con volatilidad, incertidumbre y mayor aversión al riesgo.

Desde esa perspectiva, hay que tener presente que nuestro país sigue ostentando un lugar de privilegio respecto a los vecinos, permitiéndose lujos que Argentina o Perú solo podrían soñar –como la exitosa emisión y colocación de 1.500 millones de dólares de bonos indexados a indicadores de cambio climático a fines de 2022 con tasas relativamente bajas–. En términos de riesgo país, la solidez comparada de Uruguay es indiscutible.

Sin embargo, ante el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos –que viene desplegando el ciclo más restrictivo y agresivo de las últimas décadas– se incrementa la “tasa libre de riesgo”, que es la denominación que le damos al rendimiento que pagan los bonos estadounidenses respaldados por la Reserva Federal. Eso hace relativamente menos atractivos a los instrumentos emitidos por los países emergentes, como el nuestro –aunque, parafraseando a Nassim Taleb, dudo de la certeza lingüística del término “países emergentes” y la claridad en que efectivamente vayan a emerger–.

En efecto, la cuenta que están haciendo los grandes gestores de fondos institucionales (los BlackRock y los Blackstone del mundo) es la siguiente: si puedo ganar casi 5% en dólares sin riesgo, ¿por qué me la voy a jugar con ese país chiquitito de Sudamérica por solo 2 o 3 puntos más de retorno?

Claro, si la tasa libre de riesgo es cercana a 0, como lo fue durante gran parte de la última década, tengo que necesariamente salir a buscar otros instrumentos para obtener un retorno. Y eso supone asumir más riesgos. Sin embargo, ahora, a menos que me recompensen muy bien por ese riesgo extra, prefiero no tomarlo. Esa es, en definitiva, la postura que están tomando los grandes compradores de estos títulos, y esta es la razón por la cual este escenario macroeconómico probablemente encarezca y restrinja el acceso al financiamiento externo de nuestro país y de la región.

Como decía el personaje que encarnaba el rol de chairman de Goldman Sachs en la icónica película Margin Call, que está basada en la crisis financiera de 2008: “Mi único trabajo es adivinar cómo va a sonar la música mañana, dentro de una semana, en un mes o un año. Y parado aquí, esta noche, debo decir que no escucho nada. Solo silencio”. Hoy la música se sigue escuchando, aunque suena cada vez más tenue y el sonidista está teniendo que trabajar horas extra para que la banda siga tirando.

La saga bancaria y otras de sus ramificaciones

Tasas de interés: ¿pausa o moderación?

En un escenario como el actual, signado por un fuerte incremento de la volatilidad, la incertidumbre y la aversión al riesgo, las expectativas de que la Reserva Federal (FED) mantenga incambiado el ritmo del aumento de las tasas ha bajado. La FED viene impulsando desde hace un año un agresivo incremento de la tasa para combatir la inflación. Sin embargo, los crecientes problemas que están quedando expuestos ante este cambio de escenario –se terminó la era de abundante liquidez y costo mínimo de financiamiento– podrían cambiar el rumbo del principal banco central del planeta.

Veremos qué sucede el próximo miércoles, cuando la institución vuelva a reunirse y comunique cómo está evaluando los riesgos asociados a la turbulencia bancaria que irrumpió a un lado y al otro del océano Atlántico. ¿Volveremos a la laxitud monetaria? ¿Cómo se relacionan los recursos inyectados para evitar el pánico con la estrategia antiinflacionaria del último año? ¿Qué va a hacer el Banco Central Europeo?

A río revuelto: ¿el regreso de las criptomonedas?

La cotización del Bitcoin escaló y alcanzó el nivel más alto de los últimos nueves meses. El precio de la criptomoneda más famosa aumentó más de 30% durante la última semana, impulsado por los acontecimientos bancarios recientes. Con este repunte, la paridad con el dólar superó los 27.500 dólares, el precio más alto en casi un año. ¿Es un cambio de tendencia tras un año complejo para el ecosistema cripto? ¿O es solo un repunte transitorio?

Petróleo a la baja

La caída del precio del petróleo ha sido otra de las consecuencias que ha dejado la creciente inestabilidad financiera de la última semana. Concretamente, el precio del barril cayó más de 12% si se mide la variación punta a punta, cerrando el viernes en el entorno de 72 dólares/barril (el nivel más bajo desde finales de 2021).


  1. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=PyuUc74Qdzs&t=1370s 

  2. Un credit default swap (CDS) es un instrumento financiero que básicamente actúa como seguro para proteger a los inversores contra el riesgo de impago de un instrumento determinado, y a partir de cuyo precio –el valor de ese seguro contra impago– se puede deducir la probabilidad que el mercado le asigna a que el impago efectivamente ocurra. Mientras más caro sea el seguro contra impago, más probable, de acuerdo con el mercado, es que ocurra esa situación. 

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