El pasado 8 de febrero, el Banco Central del Uruguay (BCU) y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) firmaron un convenio para que se incorporen progresivamente contenidos de educación financiera en escuelas y liceos de todo el país. Este acuerdo se centra en la formación de docentes de educación primaria y secundaria en conceptos y herramientas prácticas de economía y finanzas. Esta temática se integraría a la actualización profesional que se está llevando a cabo en el marco de la transformación curricular.
Si bien todavía no ha habido mayores avances o desarrollos de parte de las autoridades, distintos profesionales, referentes y expertos de la economía y las finanzas personales han compartido sus primeras impresiones, preocupaciones y expectativas sobre la iniciativa. Desde el entusiasmo por la posibilidad de mejorar la experiencia que la población tiene con el dinero hasta la preocupación de que el anuncio termine sólo como una declaración de intenciones, cinco especialistas consultados por la diaria compartieron su mirada sobre el convenio.
La importancia de la educación financiera
Los especialistas consultados coinciden en lo positivo del anuncio y en la necesidad latente que existía de introducir acciones en ese sentido. Valeria Rodríguez, supervisora de CPA Ferrere, considera que “la educación financiera es clave”, porque “las personas toman decisiones financieras todo el tiempo”. En ese sentido, que “entiendan el potencial y los riesgos de los distintos instrumentos financieros hará que tomen decisiones con más conocimiento y fundamento. Esto va a favorecer el desarrollo del país y mejorar su calidad de vida”.
En esa línea también se pronunció Isabelle Chaquiriand, decana de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay: “La educación financiera es fundamental para construir ciudadanía. Poder entender el compromiso que uno asume cuando se endeuda, o comprender el diálogo entre los mercados financieros y la economía real, permite estar en igualdad de condiciones y oportunidades frente al mundo financiero”.
“Como país hace tiempo que tenemos un déficit en materia de educación financiera”, opina Martín Vallcorba, excoordinador del programa de inclusión financiera del Ministerio de Economía y Finanzas. “Aunque BCU Educa ha hecho planes y actividades de educación financiera, eran ocasiones puntuales y con impacto limitado, por lo que se hacía necesario algo más extensivo. Eso hace de este anuncio algo positivo”.
Por otro lado, Rodrigo Álvarez, creador del podcast y autor del libro Neurona financiera, hace foco en cómo el alumno puede, con el tiempo, acostumbrarse a las finanzas: “Así como el que aprende inglés de chiquito después tiene mucha facilidad para hablar inglés de grande, cuanto antes aprenda uno sobre finanzas personales mejor dominio del dinero tendrá de grande. Esto no significa que después sea rico, pero es algo que todo adulto funcional en el siglo que vivimos debería poder hacer bien”.
Complementando lo anterior, Rodrigo Saráchaga, jefe de gestión de recursos financieros en Fonplata (fondo de desarrollo basado en Bolivia), pone el énfasis en los perjuicios que supone la falta de formación en estos temas. “La carencia de conocimiento en finanzas le genera a la gente muchos problemas y sufrimiento. Pueden tener buen ingreso, pero es la gestión del dinero lo que causa dolores de cabeza. Se asumen deudas que no se pueden afrontar, se paga el mínimo de la tarjeta de crédito sin pensar en los recargos que vienen después, y es por eso que aprender a manejar el dinero permite vivir más tranquilo”.
Los conceptos a abordar
Todavía no hay información acerca de las temáticas que se abordarán en cada uno de los niveles de enseñanza acerca de la educación financiera. Sin embargo, los expertos consultados adelantaron cuáles son las nociones básicas que consideran no pueden faltar en un programa de este tipo.
En ese sentido, para Saráchaga hay un concepto fundamental que debe definirse: “¿Qué es el dinero? Es algo que se pierde de vista y se debe entender que no es bueno ni malo, es un medio”. Sobre esto también hace hincapié Álvarez: “Muchas personas tienden a ponerle una carga moral e ideológica al dinero, y lo que termina pasando es que lo demonifican, y eso nos limita. El dinero es una herramienta, se puede usar para hacer cosas malas y se puede usar para hacer cosas buenas”.
Profundizando más sobre conceptos específicos de finanzas, Vallcorba señala que “hay nociones básicas de cuáles son los principales instrumentos y servicios financieros que no pueden faltar. Tanto por el lado del ahorro como por el lado del crédito es importante tener en cuenta ciertos aspectos y comprender los riesgos al evaluar las herramientas que uso”.
Justamente, Saráchaga tomó el concepto del ahorro como algo que podría enseñarse tan temprano como en la escuela: “Teniendo más cerca el concepto de la alcancía o la mesada se puede tratar, por ejemplo, cómo gestionar eso. Algo que le pasa mucho a la gente es que no sabe cómo se le va la plata. Entonces, para los niños que ya empiezan a manejar dinero por primera vez, introducir el tema del registro de gastos puede ser positivo para ir internalizando buenas prácticas”.
En esa línea, un concepto que cobra gran relevancia es el concepto del crédito. Sobre este punto, Rodríguez intenta desmitificar la connotación negativa que muchas veces suele tener asociada este concepto. “Es necesario comprender qué es un crédito, cuál es el valor de un crédito, cuándo puedo asumir un crédito, cómo compararlos y entender lo que son las tasas de interés y comisiones asociadas. Creo que todo esto va a limitar las malas experiencias y va a permitirles a familias, emprendimientos y pequeñas empresas aprovechar los instrumentos crediticios de mejor manera, porque el crédito es una gran herramienta y hay que saber usarla”.
Atado al crédito y al endeudamiento, aparece el concepto de la tasa de interés y el interés compuesto. Esto “no implica desarrollar fórmulas, pero sí entender qué es el costo del financiamiento. Cuando no pago el saldo de la tarjeta de crédito un mes, o cuando incumplo un compromiso de deuda, ahí se me cobra un interés. Esto, si se hace repetidamente, termina en una bola gigante que se vuelve inmanejable. Por algo tan cotidiano como esto hay que entender lo que es la tasa de interés”, agrega Vallcorba.
Por último, también se mencionaron conceptos de economía que tienen impacto en las finanzas personales, como pueden ser la inflación, viejo conocido de los países latinoamericanos, o el tipo de cambio, entendido como la paridad entre el dólar y la moneda nacional. También se propuso hablar, entre otros temas, del rol que cumple el Banco Central, de la tasa de interés de referencia que fija y de otros instrumentos, como pueden ser los bonos nacionales.
Llevar los anuncios a las aulas: los desafíos de la implementación
Si bien el convenio despertó el entusiasmo y la imaginación de los especialistas en torno a lo que puede significar este anuncio, hasta ahora sigue siendo eso, un anuncio. En efecto, surgen varias interrogantes sobre cómo se va a llevar a cabo la incorporación de la educación financiera a la currícula y sobre cómo se van a formar a profesores y maestros para llevar ese conocimiento a los salones de clase.
Vallcorba sostiene que, a efectos de que el convenio se vuelva realidad, es fundamental que la ANEP se vuelque hacia la capacitación docente. “Si los docentes no aprenden a manejar estos conceptos, es imposible que puedan transmitirlos adecuadamente. En principio no es un problema que no exista una asignatura específica sobre finanzas personales, siempre y cuando la enseñanza del tema adquiera una jerarquía razonable en las materias a las que se integre”, indicó el economista.
Para Rodríguez, hay dos aspectos en los que será clave trabajar. Por un lado, el rol que el BCU podría asumir en la formación docente: “Es clave que expertos que sepan de instrumentos, hábitos y mercados financieros puedan capacitar a los docentes y ayudarlos a ver cómo pueden transmitirle ese conocimiento a sus alumnos. Por eso la cooperación entre el BCU y el equipo docente va a ser importante”.
Por otro lado, está la coordinación docente en Secundaria: “Algo que se puede aprovechar es que distintos docentes de diferentes materias trabajen en coordinación, para tratar el tema desde un abordaje multidisciplinario y que el alumno pueda entender mejor el conjunto”.
Sobre esta línea, Saráchaga también apunta que “la aplicabilidad de los conceptos a las distintas materias va a ser relevante, hay ámbitos donde va a ser más fácil establecer un vínculo y otros en los que no. En Matemática la relación es clara, pero también se puede aplicar a Historia, atando hechos y momentos históricos con conceptos sobre economía, o en Educación Cívica. Va a haber que evaluar dónde va a ser mejor aterrizar este conocimiento”.
Hay una unidad de contexto que no hay que perder de vista, y es que este convenio se anuncia cuando ya está en marcha una transformación curricular que ha despertado cuestionamientos desde el equipo docente que la va a implementar. En una circunstancia de cambio tan pronunciada, parecería que agregar otro elemento nuevo a la ecuación podría provocar que estos esfuerzos queden por el camino. Sin embargo, Chaquiriand sugiere que el hecho de que se incorpore la educación financiera durante la reforma educativa puede ser positivo: “Puede ser un desafío o una oportunidad, porque cuando uno ya está ‘haciendo la mudanza’ y hace un cambio, el cambio calza mejor en la nueva estructura. Pero también está el desafío de que se le dé a esto la relevancia que tiene y que no quede opacado por los otros cambios que se vienen”.
Por eso es que Álvarez remarca que el partido se juega en hacer entender el valor de la educación financiera a los docentes: “Lo primordial es convencer a los encargados de transmitir esto a los gurises que el dinero es una herramienta y que es importante aprender a usarla, independientemente de las consideraciones ideológicas que se tengan. Si ese clic no se logra es imposible que esto salga”.
Efectos a corto, mediano y largo plazo
Dado que este anuncio de alguna manera refiere a una política pública, se espera que brinde un beneficio colectivo y que aporte al bienestar social. Desde esta perspectiva, es relevante adelantar los efectos que podría generar en la sociedad uruguaya una vez que se ponga en marcha.
Sobre esto, Álvarez considera que “si se hace bien, esto puede tener un impacto similar al que tuvo el Plan Ceibal en su momento. Hoy, años después de que arrancó el Plan Ceibal, vemos un país que está superdigitalizado y donde el porcentaje que tiene la exportación de software en el PIB aumenta cada año. De esta manera, el convenio puede potenciar mucho a nuestro país, porque las personas van a poder mejorar su calidad de vida y eso va a repercutir en el crecimiento de la economía”.
Esto es algo que también sostiene Rodríguez: “Personas que entiendan mejor los instrumentos financieros van a querer usarlos más, y eso va a repercutir en una mayor profundidad financiera, que está vinculada a un mejor desempeño de la economía. Hay evidencia de que una mayor proporción del crédito con relación al PIB tiene un impacto positivo en el desarrollo. Entonces, este anuncio puede significar mayor crecimiento económico hacia adelante”.
“Los efectos sólo pueden ser beneficiosos, y a todo nivel”. Así de categórico fue el pronunciamiento de Vallcorba sobre lo que puede venir de una educación financiera generalizada. “Desde aquellos emprendedores que inician una actividad de cualquier tipo a cualquier otra persona en su manejo personal del dinero, poder decidir mejor en cada circunstancia va a ser beneficioso”. Vallcorba también introduce el contexto de endeudamiento entre las personas físicas que existe en Uruguay, en el que casi un millón de personas se encuentran en el clearing de informes que elabora Equifax. “El nivel de endeudamiento que tienen las familias hoy, en algunos segmentos, es realmente preocupante, y el sobreendeudamiento descontrolado es perjudicial para la sociedad. Por lo tanto, si el plan ayuda a salir de esta situación, todo lo que puede venir es bueno”, concluye.
En la conferencia que anunciaba el convenio, Robert Silva enfatizó en el derrame de conocimiento en finanzas personales que puede darse desde los estudiantes a sus familias. “Plantar esta semilla en los alumnos puede a la larga dar frutos en la casa, y que ellos adviertan a sus padres y hermanos acerca de malas decisiones que puedan estar por tomarse. Esto puede empezar un círculo virtuoso en el que el impacto de esto sea tan inmediato como se comience”, aportó Saráchaga en esa dirección.
¿Cuándo arrancamos?
A pesar de todo lo positivo que puede llegar a derivarse de esta iniciativa, el anuncio ha dejado expectantes a muchos, porque no ha habido novedades en cuanto a cómo se está desarrollando (o se planea desarrollar) su implementación. Por eso es que Vallcorba sigue esperando señales y detalles para que esto se materialice más allá de la intención: “¿Qué acciones concretas se han implementado? No está muy claro cuánto se está avanzando a partir de este anuncio, entonces hay que ver cómo se concreta y se lleva adelante”.
Este es también el principal temor para Álvarez, dado que existen antecedentes similares: “Hace unos años en Paraguay se aprobó un proyecto de ley para meter educación financiera en instituciones educativas públicas, eso fue hace cinco o seis años. A mí me despertó interés y contacté a uno de los diputados impulsores para ofrecer mi ayuda. ¿Sabés qué pasó con eso? Nada. Salió la ley, hubo mucha repercusión en prensa y después no pasó nada. Por eso soy un poco precavido y contengo mi entusiasmo”.
La educación financiera y su rol en una economía cada vez más digital
El avance de las soluciones tecnológicas en finanzas ha traído muchas facilidades para los individuos en este siglo, pero también ha traído problemas. Isabelle Chaquiriand trae este tema a la mesa para remarcar la importancia de este anuncio en la era digital.
“En el mundo en el que estamos, en donde las decisiones financieras son cada vez más efímeras y el estímulo al consumo es cada vez más grande, esto cobra mayor pertinencia. Antes tú cobrabas tu sueldo y lo tenías en tu casa, y cuando lo gastabas era tangible, ibas viendo cómo la pila de billetes iba bajando. Ahora todas las transacciones son virtuales: pagas virtualmente, te endeudas virtualmente, hasta las tarjetas de débito y crédito ahora son por contacto, entonces la gestión del dinero se hace más invisible y difícil de controlar. Eso hace a una mayor probabilidad de tomar malas decisiones, el click and go está más presente que nunca, por eso se hace necesario tomar conciencia y ser inteligentes a la hora de gastar, tomar crédito e invertir”.