En la imaginación colectiva, los Himalayas −la cima del mundo− son un arquetipo: de un blanco refulgente, distantes... hasta de ensueño. Escalarlos demuestra el arrojo, coraje y empeño humanos, el espíritu captado recientemente en Los 14 ochomiles: No hay nada imposible, un documental de Netflix que describe el intento de un montañista por hacer cumbre en los picos más altos del mundo en siete meses. Sin embargo, a pesar de erguirse hasta los 6.993 metros (casi 23.000 pies) sobre el nivel del mar, la cumbre del monte Machapuchare −en el centro de Nepal− parecía este invierno una pirámide de roca negra carente de hielo y nieve, y los glaciares cercanos al monte Everest se han convertido en grandes lagos.
Los Himalayas son más que una atracción turística o el lugar donde buscar aventuras en altura, su papel es fundamental para regular el clima del planeta. Constituyen, además, la fuente de agua potable para miles de millones de personas y los abundantes (aunque cada vez más degradados) ecosistemas de la región. Por ello, el aumento de las temperaturas y el derretimiento de los glaciares tienen consecuencias de vasto alcance que ya plantean graves riesgos para la humanidad.
La meseta tibetana se encuentra en el centro del Asia de alta montaña, una zona conocida como el tercer polo porque constituye la tercera mayor reserva de agua congelada después de la Antártida y el Ártico. La región tiene aproximadamente 15.000 glaciares que cubren casi 100.000 km² del Asia de alta montaña, que contienen entre 3.000 y 4.700 km³ de hielo. Los glaciares alimentan las cuencas de los ríos Amu Daria, Brahmaputra, Ganges, Indo, Irawadi, Mekong, Saluén, Tarim, Yangtsé y Amarillo.
El macizo montañoso Hindú Kush se extiende a lo largo de 3.500 km y atraviesa India, Nepal, China, Bután, Pakistán, Afganistán, Bangladés y Birmania (todos esos países han intentado mantener el control soberano de las montañas, incluidos su agua, aire y ecosistemas). A medida que los monzones se tornan más erráticos por la crisis climática, se secan los manantiales, se reducen las capas freáticas y el abastecimiento de alimentos se ve amenazado; la falta de cooperación y coordinación entre esos Estados augura problemas y representa un fracaso en las políticas mundiales, que expone descarnadamente la ausencia de un liderazgo internacional creíble.
En 2020 un grupo de profesores, investigadores, alumnos y exalumnos de la Universidad de Nueva York Abu Dabi (Nyuad) y otras universidades lanzaron el Proyecto de Recursos Hídricos de los Himalayas(Himalayan Water Project) para destacar la urgencia de la crisis y la penuria de enfoques interdisciplinarios que los países necesitan para prepararse para lo peor, pero no ha sido fácil fomentar la cooperación en una región donde reinan intensas rivalidades, disputas territoriales y sospechas, y el creciente poderío económico y político chino ha agudizado las hostilidades.
Los llamados a la resurrección de un orden mundial bipolar en el que las democracias y las autocracias estén desconectadas socava aún más la cooperación que requiere la interdependencia. En la medida en que se imponga esta mentalidad será imposible que los responsables de las políticas comprendan los multifacéticos peligros relacionados con el clima que surgen de la crisis en los Himalayas y se ocupen de ellos.
El Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas (International Center for Integrated Mountain Development) de Katmandú, que incluye a ocho países de los Himalayas, es actualmente la única organización regional que procura lidiar con la complejidad de la crisis, pero la iniciativa se centra fuertemente en el intercambio de datos, como si sólo el conocimiento científico fuera lo suficientemente “neutral” como para fluir entre sus Estados miembros. De todas formas, incluso este tipo de intercambio puede verse frustrado por las disputas territoriales. Además, limitar las políticas a la esfera científica implica falta de imaginación, especialmente en una era en que tantos gobiernos y organizaciones internacionales proclaman su compromiso con la inclusión, la equidad y las diversas formas de producción del conocimiento.
Con la excepción del Tratado Hídrico Indo entre la India y Pakistán, no existen esfuerzos regionales genuinos para cooperar en la gestión de los recursos ribereños. De hecho, los Estados siguen invirtiendo en infraestructura para vías navegables que obstruye y redirige el flujo natural de los ríos que dan vida a los ecosistemas y a la gente. Los ingenieros inciden sobre las políticas creyendo que los humanos pueden dominar y controlar al ambiente, una perspectiva que puede dar la sensación de beneficios cuantificables en el corto plazo, pero resulta destructiva a mediano y largo plazo.
En enero de este año, los dos grupos de estudiantes de grado de la Nyuad viajaron a Katmandú para aprender más sobre las implicaciones geopolíticas y ecológicas de estas montañas y el derretimiento que experimentan. Los alumnos participaron en una conferencia en la que expertos de diversos campos abordaron una amplia gama de problemas, desde la actividad sísmica y los acuerdos hídricos hasta las políticas públicas y la disposición de artefactos culturales. La principal moraleja es que la naturaleza multifacética del desafío en la región no debiera impedir la acción, sino alentar el desarrollo de un enfoque holístico.
Cada vez que se disipaba el esmog y podíamos ver los picos, sentíamos una renovada sensación de reverencia. Los Himalayas son tanto majestuosos como frágiles, crecen y se erosionan a medida que la placa tectónica sobre la que descansa el subcontinente indio ejerce presión bajo el continente asiático, más blando. Las montañas interactúan con el cielo sobre ellas y los ríos en sus bases, y cualquier cambio en este delicado equilibrio podría afectar las vidas y el sustento de miles de millones de personas.
Sin embargo, es evidente que los glaciares se derriten rápidamente. Los miembros de nuestro equipo de investigación que subieron hasta 5.800 metros bajo el monte Everest a mediados de enero vieron roca desnuda en vez de nieve y charcos de agua derretida donde solía haber torres de hielo móviles.1
El cambio climático se acelera y necesitamos políticas que ayuden a los países de la cuenca de los Himalayas a adaptarse. La actual reorganización del orden mundial ignora una de las amenazas más críticas para la estabilidad. Las llamadas grandes potencias deben entender qué hay en juego y actuar con decisión o dejar de pretender que son líderes en cuestiones climáticas mundiales.
Sophia Kalantzakos, profesora de estudios medioambientales y políticas públicas de la Universidad de Nueva York Abu Dabi, es presidenta fundadora del proyecto Geopolítica y Ecología de los Recursos Hídricos de los Himalayas (Geopolitics and Ecology of Himalayan Water) y autora de China y la geopolítica de las tierras raras (Oxford University Press, 2017) y La UE, EE. UU. y China abordan el cambio climático: políticas y alianzas para el Antropoceno (Routledge, 2017). Kunda Dixit, miembro académico visitante de la Universidad de Nueva York Abu Dabi, es editor del Nepali Times en Katmandú y autor de Hoy, Tierra: periodismo como si el planeta importara (Inter Press Service, 1997). Copyright: Project Syndicate, 2023. Traducción al español por Ant-Translation.
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Everest ice forest melting due to global warming, says Greenpeace. The Guardian. ↩