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Bolsa de valores de Nueva York (archivo).

Foto: Kena Betancur, AFP

¿Comer bien o dormir bien? “Un paseo aleatorio por Wall Street”

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Algunas de las claves para gestionar las inversiones y su analogía con las escalas del sueño.

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“JP Morgan una vez tuvo un amigo que estaba tan preocupado por sus acciones que no podía dormir por la noche. El amigo le preguntó: ‘¿Qué debo hacer con mis acciones?’, y Morgan respondió: ‘Vender hasta el punto de poder dormir’. No estaba bromeando. Cada inversor debe decidir el equilibrio que está dispuesto a hacer entre comer bien y dormir bien. La decisión es tuya. Entonces, ¿cuál es tu punto de sueño? Encontrar la respuesta a esta pregunta es uno de los pasos de inversión más importantes que debes tomar”.

Este párrafo pertenece al libro Un paseo aleatorio por Wall Street,1 de Burton Malkiel, economista de la Universidad de Princeton, y una referencia en materia de inversiones y finanzas desde el lado académico. El libro, que se publicó hace varias décadas y fue reeditado en varias ocasiones, plantea un concepto diferente y fácilmente entendible para cualquier individuo. En el escenario más extremo, una persona antes de realizar una inversión debe decidir si quiere dormir bien, lo que equivale a una inversión conservadora con bajo riesgo-retorno asociado, o comer bien, una inversión más arriesgada con mayor riesgo-retorno, sin poder realizar ambas cosas al mismo tiempo.

Los inversores a menudo deben equilibrar sus necesidades y objetivos de rentabilidad con sus tolerancias al riesgo, lo que se conoce como “comer bien, dormir bien”.2 En teoría, distribuir las tenencias entre diferentes clases de activos e industrias debería permitir a los inversores comer y dormir bien.

Claro está que lo que plantea inicialmente Malkiel es una simplificación de la realidad, tomando en cuenta que múltiples factores inciden a la hora de realizar una inversión, desde el perfil de la inversión, el grado de riesgo que está dispuesto a tomar la persona, el capital de que dispone y el horizonte de tiempo de esta, entre muchas otras. Pero el concepto que plantea es interesante y bien didáctico para presentar lo que se conoce como “la escala de sueño de las grandes inversiones”, en la que se destaca cuál es el punto de sueño de cada activo (sueño profundo, algún sueño, pesadilla, insomnio), de qué tipo de activo se trata, el tiempo que debe ser mantenido para lograr la tasa de rendimiento esperada y el nivel de riesgo al que está expuesto.

Las inversiones comienzan en un punto de sueño tranquilo, que está relacionado con las inversiones de corto plazo en fondos del mercado de dinero, cuentas bancarias y con la mayoría de las inversiones que, al estar invertidas en instrumentos del gobierno, son seguras y de bajo riesgo. Luego vienen los activos protegidos contra la inflación, conocidos como TIPS en Estados Unidos, o asociados a la unidad indexada en Uruguay. Estos bonos prometen una tasa garantizada baja que aumenta cada año según la tasa de aumento del índice de precios del consumo. Debido a que se trata de bonos a largo plazo, su precio puede fluctuar con cambios en las tasas de interés reales (tasas de interés establecidas, reducidas por la tasa de inflación). No obstante, si se mantienen hasta el vencimiento, se garantiza que conservarán el poder adquisitivo real.

Luego pueden empezar a aparecer uno o dos sueños durante la noche, y alguno puede no ser del todo agradable. Aparecen acá los bonos corporativos y el riesgo; si bien es mínimo si se mantienen hasta el vencimiento, empieza a ser relevante a medida que nos movemos en la “escala de sueño”. Si se vende antes de la fecha de vencimiento, su rendimiento dependerá del nivel de las tasas de interés al momento de la venta. Si las tasas aumentan, los bonos caerán a un precio que hará que su rendimiento sea competitivo con los nuevos bonos que ofrecen una tasa de interés más alta. En ese sentido, su pérdida de capital podría ser suficiente para consumir el interés de todo un año, o incluso más. Por otro lado, si las tasas bajan, el precio de los bonos subirá. Si vendés antes del vencimiento, su rendimiento anual real podría variar considerablemente, y es por eso que los bonos son más riesgosos que los instrumentos a corto plazo, que casi no conllevan riesgo en términos de la fluctuación del capital. En general, cuanto más largo sea el plazo de vencimiento de un bono, mayor será el riesgo y, por ende, mayor será el rendimiento resultante.

Después, la escala del sueño entra en el terreno de las vueltas y las sacudidas antes de despertarse, al llegar a la inversión en acciones, principalmente de países desarrollados, donde no hay un monto o un período específico de inversión y el riesgo pasa a ser de moderado a importante, pudiendo tener años buenos, pero también años malos, con rendimientos negativos.

Luego llegamos al terreno en que las pesadillas no son inusuales, pero a la larga el descanso es bueno. Es el terreno correspondiente a los portafolios diversificados de acciones relativamente riesgosas de empresas de menor trayectoria, donde el riesgo es importante y el rendimiento puede ser negativo e incluso se puede perder hasta la mitad de su valor. Estas son las acciones de empresas más jóvenes en tecnologías, por ejemplo, lo que las hace más volátiles más allá de que exista la promesa de un mayor crecimiento.

Finalmente, al final de la escala nos encontramos con algunos sueños importantes y pesadillas ocasionales, al elegir portafolios diversificados de acciones de mercados emergentes, donde podemos experimentar fluctuaciones al alza o a la baja de 50% o 75% en un año.

Sin dudas este estudio excluye varias alternativas de inversión relevantes, como aquellas en materias primas, diferentes fondos de inversión, capital de riesgo, etcétera. Sin embargo, sirve como una buena aproximación a lo que destaca Malkiel al final de su libro: “Tu punto de sueño estará muy influenciado por la forma en que una pérdida afectaría tu supervivencia financiera”. Esta fue una temática abordada en una columna anterior, en la que se analizó los trabajos pioneros de Daniel Kahneman y Amos Tversky sobre los sesgos de inversión y la aversión a la pérdida de los individuos, que son más sensibles a las pérdidas que a las ganancias. En efecto, está constatado que las pérdidas son valoradas psicológicamente entre 1,5 y 2,5 veces más intensamente que las ganancias.3

A este punto vale recordar ese refrán popular de Wall Street que dice que “las acciones nos permiten comer bien y los bonos nos permiten dormir bien”. Esto simplifica demasiado, dado que existen algunas inversiones de renta fija, como los “bonos basura” o high yield, que son más riesgosas que, por ejemplo, las inversiones en fondos indexados que siguen las acciones del S&P 500. No obstante, señala un punto importante sobre cómo los inversores podemos conseguir lo mejor de ambos mundos. También debe tenerse presente que incluso la literatura académica ha demostrado que en el largo plazo el retorno de las acciones es mayor al de los bonos.4 5

En teoría, los inversores pueden crear una cartera compuesta por valores para comer bien y dormir bien. Cuando se hace correctamente, la asignación de capital entre diferentes clases de activos e industrias ayuda a minimizar el riesgo y potencialmente aumentar las ganancias. Diversificar es la clave. La distribución de las tenencias debería aislar las carteras de los altibajos de un solo activo o clase de activos. ¿Y vos qué preferís? ¿Comer bien o dormir bien? ¿Cuál es tu punto de sueño?

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