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Ilustración: Luciana Peinado

Entrevista a Hernán Bonilla: si se quiere priorizar la primera infancia, necesitamos una “agenda potente” para crecer más

10 minutos de lectura
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Para impulsar el crecimiento es necesaria una agenda de reformas que permitan ir hacia una macroeconomía “más estable”, “perfeccionar” la regla fiscal, lograr tasas de inflación aún más bajas, “liberalizar algunos mercados” y “transformar” el Estado, afirmó el economista.

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El economista Hernán Bonilla, director del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), dijo a la diaria que el crecimiento de largo plazo de Uruguay es “insuficiente”, por lo que, si las próximas administraciones pretenden impulsar una agenda destinada a la primera infancia, serán necesarias reformas que promuevan el desempeño económico del país.

“Hay un tema que es de consenso, por lo menos yo diría entre los economistas y en buena medida entre los partidos, y es que tenemos que priorizar el gasto público en la primera infancia. Si queremos avanzar en una agenda potente, necesitamos una economía que crezca más. El crecimiento es clave para poder abordar los temas sociales”, afirmó.

En efecto, sostuvo que el “principal desafío” del país es el crecimiento y es “condición necesaria” para resolver los demás problemas. Para ello, es prioritaria una agenda de reformas que permitan ir hacia una macroeconomía “más estable”, “perfeccionar” la regla fiscal, lograr tasas de inflación aún más bajas y “liberalizar algunos mercados”. “Creo que hay una serie de medidas de transformación del Estado que Uruguay hoy necesita. Eso pasa por un Estado que sea más amigable con el ciudadano y que sea menor la carga burocrática. Tenemos que tener claro que ya tenemos una presión fiscal muy alta”, aseguró.

Varios economistas hablan de “magro” crecimiento económico. ¿Cómo evalúa el desempeño del país y qué factores influyen en este resultado?

Es cierto que Uruguay tiene una tasa de crecimiento de largo plazo que es insuficiente para responder a las demandas de bienestar de los uruguayos. Y en ese sentido, uno de los principales desafíos que tenemos es cómo aumentar esa tasa de crecimiento.

Si uno mira la historia de Uruguay en el largo plazo, es bastante claro que hay una tendencia que nos fue alejando de la posición privilegiada que tuvimos hacia el fin del siglo XIX, cuando alcanzamos a tener un ingreso por habitante similar al que tenían los países del primer mundo. A partir de ahí, todo el siglo XX y lo que vamos del XXI, lo que vemos es esa tendencia a alejarnos de esa posición. Con distintas etapas, algunas en que hicimos las cosas muy mal y nos alejamos más abruptamente, y otras en las que lo hicimos mejor y no nos fue tan mal.

Si yo tuviera que evaluar la etapa más reciente, desde la recuperación democrática en adelante, Uruguay ha hecho las cosas bastante mejor que en décadas anteriores. La economía es más estable, más abierta, tenemos mejores reglas de juego, y el desempeño en términos económicos y sociales ha sido mejor que en décadas previas. Con todo, sigue siendo una tasa de crecimiento de largo plazo insuficiente. Por eso creo que el principal desafío es crecer más, porque es una condición necesaria para resolver los demás problemas. Es ahí donde debe estar el foco de nuestra preocupación.

¿Cómo se podría alterar esa tendencia de crecimiento a largo plazo?

Necesitamos una serie de reformas que nos permitan aumentar la tasa de crecimiento. No creo que haya una bala de plata, pero hay una serie de reformas que contribuyen a mejorar nuestro indicador y que juntas son las que realmente permitirían potenciar la economía uruguaya.

El año pasado, en noviembre, desde el CED publicamos un documento que se llama “Un salto al desarrollo: agenda 2025-2030”, en el que planteamos cuáles son estas medidas que creemos que deben tomarse. Es un documento corto, de 22 páginas, con propuestas concretas, en el que decimos lo que hay que hacer tanto en el área económica como también algunas propuestas en lo social.

En el tema económico, creo que es muy importante ir hacia una macroeconomía aún más estable de la que tenemos hoy. Yo creo que en los últimos años se ha avanzado en ese terreno. La regla fiscal ha sido un instrumento muy positivo, que nos ha permitido mejorar nuestra calificación crediticia, bajar el riesgo país y pagar menos intereses con relación al producto. Eso creo que ha sido muy positivo.

La baja de la inflación que estamos viendo desde el año pasado también es muy positiva. Y creo que tenemos que ir a más. Hay que perfeccionar la regla fiscal y lograr tasas de inflación aún más bajas para acercarnos a los indicadores que hoy son normales en el mundo.

Creo también que hay una parte clave de esa agenda de crecimiento a largo plazo, que es lo que llamamos la agenda procompetencia. Y atado a eso, nosotros también presentamos hace poco un documento que se llama “Desvíos de la Ley de un Solo Precio”, en el que tratamos de medir y presentar algunas ideas de por qué Uruguay es caro.

Efectivamente, esta percepción que tenemos de que Uruguay es un país caro se verifica cuando uno lo compara con otros países. En este tema tenemos una agenda bien importante que pasa por liberalizar algunos mercados, cambiar la regulación que tenemos en otros, pero básicamente la idea central es que hay que generar mayor competencia, ya que es la que podría generar un descenso de precios que mejoraría sustancialmente el poder de compra de las personas que viven en nuestro país.

Por ejemplo, hay que liberalizar la importación, distribución y comercialización de combustibles. Planteamos que debe analizarse la liberalización de importación de una serie de bienes de la canasta básica, por ejemplo, alimentos. El ejemplo que hemos puesto muchas veces es el pollo, las frutas, las verduras, y hay también insumos para la construcción; hay toda una serie de mercados que por distintas vías tienen algún tipo de protección, cuando no directamente la prohibición de importación, que genera que los precios sean más altos que lo que deberían o podrían ser.

También está el ejemplo clásico de los productos de higiene personal, por los cuales también cambiando los mecanismos de importación podríamos tener bienes sensiblemente más baratos de los que tenemos hoy, y eso depende de determinados permisos que se necesitan en el Ministerio de Salud Pública, que de hecho limitan la importación de bienes de higiene personal.

Planteamos como parte de la agenda los cambios que se necesitan en la regulación del mercado laboral. Si bien también han existido algunos avances estos años, creo que el mercado se sigue regulando básicamente con la ley madre que viene de la Segunda Guerra Mundial. Y hoy las exigencias de los trabajadores y los empresarios son otras.

Para incorporar la productividad a las negociaciones salariales, es necesario tener negociaciones mucho más descentralizadas que las que tenemos hoy. Si negocian en un mismo grupo de actividad empresas grandes y chicas, de Montevideo o del interior, que les va bien y que les va mal, no es posible incorporar la productividad en esas negociaciones.

Si vamos a un esquema mucho más descentralizado, eso se podría hacer. Las descripciones de las categorías laborales, la posibilidad de hacer descuelgues, incluso en algunos casos en que los trabajadores obtienen mejores beneficios que lo que pauta el Consejo. Creo que también hay una serie de reformas en el mercado laboral que necesitamos para actualizar la legislación en beneficio de trabajadores y empresarios.

También se requiere un Estado más simple, que esté para ayudar a quien lo necesita, pero también que permita ser más ágil a quien quiere invertir y desarrollar un proyecto. Seguimos teniendo en varios temas una burocracia que es pesada y lenta. Hay una presión fiscal que es elevada.

Hernán Bonilla.

Foto: Alessandro Maradei

Claramente necesitamos un Estado con menos empleados públicos que el que tenemos hoy. Requerimos un Estado que, por ejemplo, habilite que se pueda avanzar con un proyecto que no puede estar a estudio de distintos organismos. En el gobierno nacional, en intendencias, muchas veces se puede demorar dos años, lo cual no tiene sentido. Podría existir una habilitación provisoria, sujeta a controles importantes luego. Pero creo que tenemos todavía que agilizar mucho más el funcionamiento del Estado.

Necesitamos un Estado más ágil, más dinámico. Incluso eso también nos va a permitir que se reenfoque en los temas sociales.

¿Todas estas reformas fueron un debe de este gobierno?

Creo que todos los gobiernos tienen su agenda y la desarrollan en la medida en que las condiciones políticas y económicas se lo permiten. En buena medida el actual gobierno cumplió con sus compromisos de campaña. El asunto está en que a lo largo del tiempo van surgiendo formas de ver las cosas que son distintas.

Nosotros desde el CED estamos planteando algunas acciones que no planteábamos hace cinco años. Entonces, para mí no es tanto un tema de debes, sino que la democracia funciona bien cuando los partidos políticos le proponen a la gente qué es lo que van a hacer y el que gana en la medida de lo posible cumple con esas propuestas que le hizo a la ciudadanía. Y creo que esa agenda se va renovando necesariamente.

“La agenda económica y la social son complementarias. Necesitamos una economía más productiva y competitiva, que crezca más para generar más recursos que sean destinados a fines sociales y para tener mejores políticas. Y también tener una sociedad con más educación, con mejor salud, que redunda en una economía más productiva”.

En octubre del año pasado el gobierno definió la primera etapa de la reforma del Estado en siete ministerios. ¿Este gobierno aún tiene la oportunidad de llevar adelante la tan mentada reforma del Estado, o quedará para el otro?

Yo creo que hay algunos cambios en marcha. Pero hay también una serie de cambios adicionales que son los que nosotros proponemos, que no tienen por qué ser con los que estén de acuerdo ni el gobierno ni los partidos políticos.

Creo que hay una serie de medidas de transformación del Estado que Uruguay hoy necesita. Eso pasa por un Estado que sea más amigable con el ciudadano, que sea menor la carga burocrática. Tenemos que tener claro que ya tenemos una presión fiscal muy alta. Entonces, de mínima, creo que es necesario asumir el compromiso de que no se van a aumentar los impuestos y ojalá, en la medida en que la situación fiscal lo permita, podamos discutir una reducción.

Yo creo que fue importante la reducción de impuestos que hizo el gobierno el año pasado, no tanto por la cuantía, sino por marcar un quiebre en la tendencia. Creo que Uruguay venía acostumbrado a que se aumentara el gasto, y al final del día se pagaba con más impuestos. Haber marcado un quiebre en la tendencia, bajando impuestos, yo creo que va en el camino correcto.

Mencionó que eran necesarias todas estas reformas para poder empezar a destinar algunas acciones hacia lo social.

La agenda económica y la social son complementarias. Necesitamos una economía más productiva y competitiva que crezca más para generar más recursos que sean destinados a fines sociales y para tener mejores políticas. Y también tener una sociedad con más educación, con mejor salud, que redunda en una economía más productiva. Entonces, hay un círculo virtuoso en que tanto la agenda económica como la social se complementan y no chocan. En la medida en que tengamos una economía que crezca más, vamos a poder asumir algunos desafíos en materia de política social que son importantes.

Hay un tema que es de consenso, por lo menos yo diría entre los economistas y en buena medida entre los partidos, y es que tenemos que priorizar el gasto público en la primera infancia. Si queremos avanzar en una agenda potente, necesitamos una economía que crezca más. Entonces, al final, creo que todos volvemos al mismo punto, y que el crecimiento es clave incluso para poder abordar los temas sociales.

El presidente del Banco Central, Diego Labat, dijo a la diaria que se está produciendo una “politización” del debate sobre el atraso cambiario con análisis “demasiado simplistas”, basados solamente en la competitividad y no en los efectos que eso tiene sobre la ciudadanía en general. ¿Cómo evalúa la política monetaria actual?

Es cierto que en Uruguay hay atraso cambiario, lo dicen las propias estadísticas del tipo de cambio real que elabora el Banco Central; lo ha admitido también su presidente. El asunto está en por qué tenemos ese atraso cambiario, y yo creo que en el fondo las razones son buenas. Uruguay se ha vuelto relativamente más caro porque es un país que está recibiendo inversiones en un número muy importante, porque las exportaciones de bienes y servicios tuvieron un salto de nivel, y entonces el atraso cambiario no es consecuencia de la política monetaria del Banco Central, sino producto de la entrada de dólares en la economía.

De hecho, la política monetaria ha sido adecuada y en buena medida tenemos que acostumbrarnos a que vamos a tener una economía más cara en términos cambiarios de la que tuvimos, y lo que debemos hacer es impulsar una agenda procompetencia.

Distintos dirigentes de Un Solo Uruguay dijeron a la diaria que desean una “mileinización” de la economía. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo pueden impactar en Uruguay las propuestas de Milei?

Yo creo que el impacto en Uruguay de la situación argentina es muy limitado porque ya no tenemos los vasos comunicantes con la economía argentina que teníamos antes ni los vínculos del sector financiero. Los vínculos comerciales hoy también son menores, aunque para algunas empresas uruguayas, sobre todo concentradas en el rubro industrial, son importantes. Seguimos teniendo una relación muy importante en el tema turismo, y ahí es probablemente donde nos afecta más.

La situación que teníamos hasta el año pasado por la diferencia cambiaria provocó un consumo de uruguayos en Argentina de más de 1.000 millones de dólares, una cifra récord, y eso afectaba mucho a los comercios del litoral, sobre todo.

Esa situación ya se revirtió con el salto inflacionario que tuvo Argentina en los primeros meses del año y con el encarecimiento que está sufriendo. Eso es malo para los turistas que viajan a Argentina, pero es bueno para el comercio de Uruguay y para la recaudación del Estado.

En términos generales, yo creo que el diagnóstico de los problemas que tiene Argentina es correcto. Argentina tiene un problema de exceso de gasto público y de regulación, y es una economía demasiado cerrada. Creo que en la práctica las medidas que el gobierno viene adoptando son más discutibles. Por ejemplo, ha subido impuestos, ha tenido dificultades en su relacionamiento con el Congreso y con los gobernadores. Todavía es temprano para evaluar la suerte que puede correr el gobierno con las medidas que ha instrumentado. Yo creo que hay que esperar algunos meses para ver si la inflación baja, si las cuentas fiscales comienzan a cerrar mejor, como parece que van a cerrar.

Plebiscito del PIT-CNT sobre seguridad social es “populista” y “muy peligroso”

Bonilla consideró que la propuesta de reforma del PIT-CNT sobre el sistema de seguridad social es “muy negativa”, que se encuentra “muy por fuera del mapa de lo que ha sido la discusión de las políticas públicas en Uruguay en las últimas décadas”.

“Es una reforma populista, muy peligrosa. Implicaría un aumento de gasto público en el sistema de pensiones que es insostenible para el país en términos de lo que podría implicar un aumento de la carga impositiva. Y además implicaría un daño reputacional para Uruguay muy importante”, advirtió.

El economista aseguró que “afortunadamente” en Uruguay el “populismo” no entra por los partidos políticos, “pero estamos viendo que sí está entrando ahora a través de esta propuesta de referéndum que afectaría muy gravemente al país en términos de un cambio de las reglas de juego importante, que implicaría que los ahorros que tienen en las AFAP más de un millón y medio de trabajadores en Uruguay, que son heredables por su familia, serían confiscados en caso de que resultara aprobada la reforma”.

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