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Foto: Ignacio Dotti

El ingreso de los hogares uruguayos en 2023

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A partir de la Encuesta Continua de Hogares, la consultora Exante analizó múltiples dimensiones de la situación económica y social. En particular, los datos muestran que sólo los hogares del quintil más alto mostraron ingresos reales mayores que en 2019.

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Leído por Mathías Buela.
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Sobre los ingresos: consideraciones generales

Se trata de un relevamiento que recoge diversas características de 1.260.000 hogares, la mayoría de los cuales se concentran en la franja costera y en el literal del país, con un tamaño medio de 2,8 personas por cada uno. En Montevideo, en particular, se concentra el 41%, es decir, 512.431 hogares. Le siguen Canelones con 214.593 hogares (17%) y Maldonado, con 73.405 (6%).

A nivel país, el ingreso promedio por hogar ascendió en 2023 a $ 91.000, con importantes disparidades entre los departamentos. A modo ilustrativo, el ingreso promedio mensual de los hogares capitalinos se ubicó en torno a $ 111.243 durante el año pasado, siendo con distancia el valor más alto de la descomposición departamental. En segundo lugar se posicionó Canelones, con un ingreso promedio por hogar equivalente a $ 86.260, y luego Florida, donde los ingresos se estimaron en el entorno de los $ 85.156. En el otro extremo de la distribución se encuentran Artigas ($ 49.990), Cerro Largo ($ 54.950) y Rivera ($ 60.142)

Volviendo al análisis agregado de la información, el procesamiento realizado por la consultora reveló que el 68% del ingreso de los hogares proviene del trabajo, mientras que el 15% y el 5% se derivan de las jubilaciones y pensiones, respectivamente. Las transferencias, por su parte, explican otro 5%, en tanto que el restante 6% surge de fuentes diversas (ingresos por intereses, dividendos, arrendamientos, alquileres y otros).

Ingresos: distribución por quintil

Al profundizar la información, distinguiendo cómo se distribuyen esos ingresos según cada quintil, emergen profundas diferencias. En ese sentido, el ingreso promedio del primer quintil (es decir, del 20% de los hogares más pobres) se situó en torno a $ 27.681 en 2023, muy lejos de los $ 206.045 que corresponden al quinto quintil de la distribución (o sea, al 20% de los hogares más pudientes). Para el segundo quintil el ingreso promedio se estimó en $ 49.755, en tanto que para el tercero y el cuarto esa cifra fue de $ 71.149 y $ 100.510, respectivamente. En efecto, el ingreso promedio que percibieron los hogares uruguayos el año pasado, que se estimó en el entorno de $ 91.019, esconde realidades sumamente distintas al abrir los datos por quintil.

Más allá de la foto del año anterior, los datos compartidos por la consultora permiten analizar la película, comparando la evolución de esas cifras con respecto a las de los años anteriores. En primer lugar, si se considera el contraste con los datos correspondientes a 2022, lo que emerge es una mejora generalizada para todos los quintiles, que en promedio arroja un incremento de 3% anual. En el caso del primer quintil la mejora del ingreso ascendió a 2,5%, en el segundo fue de 3,3% y en el tercero de 3,2%. Para el cuarto y el quinto, por su parte, las variaciones anuales se situaron en torno a 1,8% y 3,6%, respectivamente. En otras palabras, el ingreso de los hogares en 2023 superó al del año anterior, pero el mayor avance lo registraron los hogares del 20% más alto, acentuando las desigualdades.

No obstante, los contrastes más importantes quedan en evidencia al comparar con la situación vigente en 2019: el ingreso promedio de los hogares aumentó 0,8% entre ese año y 2023, pero esa mejora se explica enteramente por el incremento que percibieron los hogares más pudientes de nuestro país, dado que para el resto de los quintiles se registró un retroceso en materia de ingresos (gráfico 1). Para tener como referencia, la comparación de los dos extremos de la distribución muestra una caída de 2,4% para los hogares más pobres (quintil 1) y un salto de 3,6% para los más ricos (quintil 5).

De esta manera, si bien el poder adquisitivo de los hogares tomados en conjunto superó en 2023 los niveles de 2019, “el patrón de caída y recuperación fue heterogéneo y sólo los hogares del quintil más alto mostraron en el promedio del año pasado ingresos reales mayores que en 2019”.

No es cierto eso que dicen de que cuando sube la marea suben todos los botes, ni eso de que los malla oro empujan al resto del pelotón. La economía creció entre 2019 y 2023, pero los frutos de ese crecimiento no derramaron.

Sobre la autopercepción de la pobreza

Como alertan desde Exante, “la autopercepción de pobreza en los hogares arroja cifras significativamente superiores a las que obtenemos mediante el método tradicional de cálculo de la pobreza monetaria”. En ese sentido, el 32% de los hogares del país se percibió como pobre en 2023, guarismo muy superior al que emerge de las estimaciones oficiales del INE (7% para los hogares y 10,1% para las personas). Este es un contraste entre lo que podríamos considerar las mediciones subjetivas de pobreza (lo que pensamos) y las mediciones objetivas (lo que se mide oficialmente).

Detrás de ese 32% también se esconden situaciones muy dispares entre los distintos departamentos, con diferencias significativas entre los casos más extremos, que son el de Cerro Largo y el de Flores. En el primer caso, el 75% de los hogares se percibe pobre, en tanto que en el segundo esa cifra se ubica en 7%. Montevideo es el tercer departamento con menor percepción de la pobreza (26%) y San José el segundo (8%).

Una digresión sobre mediciones subjetivas y objetivas

Sobre la autopercepción de la pobreza vale la pena incorporar también el análisis que realizó hace algunas semanas el economista Fernando Esponda, poniendo foco en la distribución etaria de la problemática y la divergencia que surge al contrastar la autopercepción de las personas (medición subjetiva) con las cifras que surgen de los análisis técnicos oficiales (medición objetiva)1.

“¿Por qué no logramos combatir la infantilización de la pobreza si todos estamos de acuerdo en que es un problema de primer orden?”, se preguntaba Esponda apoyándose en el amplio consenso que emerge entre la comunidad académica, los técnicos gubernamentales y ahora los programas políticos. “Porque no es cierto que estamos todos de acuerdo”, se contestaba antes de afirmar que “el principal problema de la infantilización de la pobreza es que no creemos que sea un problema”.

Como muestra el gráfico 2, “si miramos pobreza objetiva, los niños tienen 21% y los viejos 5%; si miramos pobreza subjetiva, los niños tienen 24% y los viejos 38%”. En otras palabras, la relación se invierte. “Si en la pobreza objetiva la preocupación es la infantilización de la pobreza, en la pobreza subjetiva la preocupación es la abuelización de la pobreza”. Esta diferencia entre lo que piensa el uruguayo medio y lo que piensa el experto tiene, naturalmente, consecuencias muy relevantes desde el punto de vista de las políticas públicas y de la sensibilidad del sistema político a la hora de reaccionar ante uno u otro problema, lo que limita el despliegue de acciones mucho más decididas y agresivas -como las que son necesarias- para combatir uno de los grandes flagelos de nuestro país: el hecho de que uno de cada cinco niños nace en un hogar pobre y con la vida totalmente condicionada.

Sobre el empleo

La información compartida por Exante también permite afinar la distribución sectorial de la creación de empleo en los últimos años. En términos globales, la cantidad de ocupados se incrementó en 69.000 personas entre 2019 y 2023. El sector de servicios, que el año pasado nucleaba al 33% del total, incorporó aproximadamente 37.200 ocupados durante ese período. Le siguieron la construcción (12.000 ocupados más), el sector público (10.300) y las actividades primarias (5.300) y, en menor medida, el comercio (4.000) y la industria (1.700). En contraposición, el sector de transporte y comunicaciones se contrajo, con un retroceso de los ocupados del entorno de 1.100.

En lo que refiere a la informalidad, los datos procesados sugieren una caída de 3,6 puntos porcentuales entre 2019 y 2023 (pasó de 24,9% a 21,3%), aunque siguen existiendo fuertes diferencias entre sectores. Por ejemplo, si bien la informalidad cayó en la construcción (7,9%), la proporción de personas sin registro a la seguridad social era de 45,6% en 2023 (53,5% en 2019). De los sectores analizados, el que muestra mejores registros en esta dimensión es el correspondiente a transporte y comunicaciones (10,2%). Como se aclara en el hilo compartido a través de la red social X, si bien la informalidad es menor respecto de 2019, en los últimos meses se viene registrando una tendencia alcista en la mayoría de los sectores.


  1. La abuelización de la pobreza. Fernando Esponda en Razones y Personas

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