El dato
En setiembre la inflación se mantuvo en el 4,2%, acumulando 28 meses dentro del rango de tolerancia definido por el Banco Central del Uruguay (3%-6%). Sin embargo, al interior de la canasta, la dinámica de los precios de los distintos productos arroja resultados muy diferentes, moviéndose dentro de un rango amplio de variaciones.
Cabe recordar, en ese sentido, que el IPC refleja la evolución promedio de los precios en el país, ponderada según el peso que cada artículo tiene en el gasto de los hogares. Básicamente, a través de la Encuesta de Gastos e Ingresos, el INE captura los patrones de consumo representativos de un hogar promedio, agrupándolos en diversas divisiones.
Por ejemplo, la división con mayor peso en la construcción del IPC, y por tanto en la inflación, es Alimentos y bebidas no alcohólicas, con una participación en el entorno del 26% (los alimentos pesan 23% y las bebidas el 3% restante). Al interior son múltiples las categorías consideradas, que a su vez nuclean otras agrupaciones hasta llegar finalmente a la ponderación de cada producto en forma individual. A modo ilustrativo, el pan flauta tiene asignado un peso de 0,7%. La incidencia que tiene este producto en la dinámica de la inflación surge de considerar ese peso de forma conjunta con la variación que experimentó el precio en el mes anterior.
¿Qué precios subieron más?
Hecha esta pequeña digresión metodológica, los precios que más aumentaron en el último año, cuyo incremento está lejos del incremento promedio del conjunto de la canasta (4,2%), fueron las joyas y los relojes (44%), las peras (42,6%) y el pollo al espiedo (30,1%). Otro conjunto de artículos exhibió también aumentos por encima de la media, aunque más moderados. Este es el caso, por ejemplo, de los seguros de vivienda (10,9%), los medicamentos antigripales (10,6%), las consultas médicas particulares (10%), los servicios de internet (10%) y las entradas a cines y teatros (10%).
¿Qué precios bajaron más?
En el extremo opuesto, fueron varios los productos cuyos precios no sólo fueron inferiores a la inflación, sino que experimentaron retrocesos de orden importante. Entre este conjunto destacan varios artículos que se agrupan bajo el paraguas de hortalizas, tubérculos y legumbres, como los tomates (-37,5%) y los boniatos (-32,9%). Al igual que sucede con las frutas, se trata de precios muy variables, que muestran históricamente oscilaciones muy pronunciadas como resultado, entre otras cosas, de los vaivenes climáticos y su incidencia en las condiciones de oferta.
Más allá de estas categorías, otros precios que en el último año destacan por su caída son los del gas natural por cañería (-15,4%), los pasajes de avión (-12,4%), las camisas de mujer (11%), los tapados (-10,9%) y también las carteras (-10,9%) y mochilas (-9,3%).
Vale la pena destacar también, dentro del rubro que agrupa a los electrodomésticos, el caso de los calefones eléctricos (-7,2%), los lavarropas (-5,5%) y las heladeras (-4,6%). También se abarataron en una magnitud similar algunos vehículos, como las motocicletas (-4,9%) y los automóviles y camionetas (-4,2%), que están dentro de la división de transporte.
¿Qué tienen en común estos precios?
La mayor parte de los bienes cuyos precios bajaron son bienes transables, es decir, que son objeto del intercambio comercial y, por tanto, están sujetos a los vaivenes de la oferta y la demanda externa, quedando atados a los movimientos del dólar y de los precios internacionales. De esta manera, las variaciones descritas responden, en parte, a la evolución del tipo de cambio, que muestra un retroceso de 2,8% en los 12 meses cerrados en setiembre.
Es importante destacar, con relación a esto, que el componente transable de la canasta (que recoge la totalidad de este tipo de bienes) ha contribuido a moderar la inflación general en estos últimos dos años y medio, dado que el componente no transable (que refleja la dinámica nacional de los precios) todavía sigue evolucionando más próximo al techo del rango de tolerancia que a la meta puntual del 4,5%.
¿La moderación de la inflación implica que Uruguay se está volviendo menos caro?
No necesariamente. Una inflación estable y baja significa que, en promedio, los precios crecen a un ritmo constante y bajo, pero no que el nivel general de precios esté bajando. En otras palabras, los precios siguen aumentando, pero lo hacen más lentamente y a un ritmo más previsible. La inflación es un tema de variación (cuánto suben y bajan los precios), y lo caro es un tema de nivel. Hay países caros con inflaciones bajas y países baratos de alta inflación.
En ese sentido, lo “caro” que resulta Uruguay en comparación con otros países depende de muchos otros factores, que no son únicamente el tipo de cambio. Es cierto que un aumento fuerte del tipo de cambio abarata al país en dólares y favorece la recuperación de la competitividad, pero también es cierto que tiene como resultado una caída del poder adquisitivo; la depreciación de la moneda no es la forma de ganar competitividad genuinamente.
Por eso es relevante analizar también qué pasa con el grado de “concentración de mercado” en los rubros importados, es decir, qué tan reducida o amplia es la base de importadores o distribuidores de cada producto. En otras palabras, importa el nivel de competencia de cada segmento, dado que cuando este es bajo, genera condiciones favorables a la fijación de precios más elevados. También importan los costos internos, como los salarios, la estructura de los impuestos y tarifas, así como los niveles de productividad, que son relativamente bajos.
Por eso, el abordaje del fenómeno de encarecimiento de Uruguay debe ser abordado conjuntamente con acciones en el frente macroeconómico y, principalmente, en el ámbito microeconómico.
Joaquín Pascal, Centro de Estudios Etcétera.