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Gita Gopinath, durante una rueda de prensa en Pekín (archivo, mayo de 2024).

Foto: Wang Zhao, AFP

“¿Una crisis sin precedentes?”: el paralelismo entre la situación actual y el desplome bursátil de comienzos de siglo

5 minutos de lectura
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Según advierte la execonomista jefa del Fondo Monetario Gita Gopinath, el mundo se ha vuelto “peligrosamente dependiente de las acciones estadounidenses” y eso podría generar un colapso mayor del observado durante la crisis de las “puntocom”

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Alejada de los compromisos que supone encabezar un organismo como el Fondo Monetario Internacional (FMI), en particular en términos del uso cuidadoso del lenguaje, la economista indio-estadounidense Gita Gopinath advirtió que un eventual desplome bursátil “podría quemar 35 billones de dólares de riqueza”.1

El riesgo está asociado al auge impulsado por el entusiasmo en torno a la inteligencia artificial, que ha llevado el valor de las acciones a sus máximos históricos, más allá de las fluctuaciones recientes producto de la incertidumbre generada por la guerra comercial y las tensiones geopolíticas en ascenso.

Similitudes con el pasado: la “exuberancia irracional” del mercado

En ese sentido, existe un paralelismo evidente con el fenómeno que terminó derivando en la crisis de las “puntocom” a comienzos de este siglo, que en aquel entonces había sido generado por el entusiasmo en torno al surgimiento de internet. Este episodio fue abordado por el economista Robert J Shiller (premio Nobel 2013) en su libro Exuberancia irracional, donde describe la dinámica inherente al surgimiento de burbujas financieras producto de la sobrevaloración de los mercados bursátiles. De hecho, el libro se publicó el mismo mes en que el índice Nasdaq alcanzó su pico antes de desplomarse y desatar el colapso.

Volviendo a la situación actual, lo que señala ahora Gopinath es que, si bien el vertiginoso proceso de innovación y cambio tecnológico tiene una derivada positiva y transformadora asentada en la mejora de la productividad, “los inversores tienen buenas razones para preocuparse de que el repunte actual pueda estar preparando el terreno para otra dolorosa corrección del mercado”.

El problema es que, de materializarse lo anterior, las consecuencias del desplome serían mucho “más graves” y tendrían un alcance mucho mayor respecto de lo sucedido hace 25 años.

Diferencia con el pasado: mayor interconexión

En su visión, el corazón del problema está en la “enorme magnitud de la exposición, tanto nacional como internacional, a la renta variable estadounidense” (acciones). A este respecto, señala que los hogares estadounidenses han incrementado de forma significativa sus inversiones en la bolsa de valores durante más de una década, alentados por una “sólida rentabilidad” y por el despegue de las empresas tecnológicas. Dado que algo similar ha sucedido en Europa y en otras partes del mundo, y dada la fuerte integración financiera inherente al mundo actual, cualquier sacudón implicaría una crisis de naturaleza global.

Para poner el impacto potencial en perspectiva, dice Gopinath, “calculo que una corrección del mercado de la misma magnitud que la crisis de las puntocom podría eliminar más de 20 billones de dólares de riqueza para los hogares estadounidenses, lo que equivale aproximadamente al 70% del PIB estadounidense en 2024”. En otras palabras, el impacto potencial que tendría un evento de este tipo sería mucho mayor que en el pasado.

En particular, estima que las implicaciones para el consumo serían graves, dado que actualmente exhibe una mayor debilidad que en aquel entonces. “Una crisis de esta magnitud podría reducirlo en 3,5 puntos porcentuales, lo que se traduce en un impacto de dos puntos porcentuales en el crecimiento general del PIB, incluso sin tener en cuenta la disminución de la inversión”.

Operadores de la Bolsa de Valores de Nueva York, el 20 de octubre.

Foto: Spencer Platt, Getty Images, AFP

Fuera de Estados Unidos, los inversores extranjeros podrían enfrentarse a pérdidas de riqueza superiores a los 15 billones de dólares, aproximadamente el 20% del PIB del resto del mundo. “A modo de comparación, la crisis de las puntocom provocó pérdidas extranjeras de alrededor de dos billones de dólares, aproximadamente cuatro billones de dólares en moneda actual y menos del 10% del PIB mundial en ese momento”.

Diferencia con el pasado: menos refugios ante la volatilidad

Otro problema adicional es que, a diferencia del pasado, el dólar ya no ofrece las mismas bondades como refugio. Históricamente, argumenta Gopinath, “el resto del mundo ha encontrado cierta protección en la tendencia al alza del dólar durante las crisis”, dado que su condición de safe haven (activo seguro) atrae a los inversores cuando se activan las estrategias de flight to quality (vuelo hacia la calidad) ante el aumento de la incertidumbre y de la volatilidad (incluso cuando el problema tiene su origen en Estados Unidos, como en el caso de 2008).

Para la especialista, “existen razones para creer que esta dinámica podría no mantenerse en la próxima crisis”. En este sentido, el dólar se ha venido debilitando de forma generalizada en lo que va de este año, un fenómeno que podría revestir características más estructurales que cíclicas.

Debe tenerse presente, a este respecto, que las perspectivas económicas estadounidenses son más sombrías que en el pasado, que hay una degradación institucional (que, entre otras cosas, se refleja en los ataques a la independencia de la Reserva Federal y en la ilegalidad de los aranceles impuestos bajo la Ley de Emergencia Nacional) y que la fragilidad fiscal se ha traducido en una pérdida del estatus “triple A” que ha caracterizado históricamente a la deuda estadounidense.

Según la execonomista jefa del FMI, ahora docente de la Universidad de Harvard, “esto no marca el fin del dominio del dólar”, pero sí refleja la creciente inquietud de los inversores (principalmente extranjeros) en torno a las perspectivas de la moneda que desde la segunda posguerra opera como la moneda de reserva global: “Cada vez más (los inversores) se protegen contra el riesgo del dólar, señal de una confianza menguante”, argumenta.

No se trata de un nerviosismo “infundado”, dado que “los recientes desafíos legales y políticos han puesto en duda la capacidad de la Reserva Federal para operar sin presiones externas”, lo que está erosionando la confianza en los activos financieros estadounidenses en general.

Muestra de ello también es la disociación que existe actualmente entre la valorización del oro (otro de los refugios por excelencia) y la desvalorización del dólar.

Diferencia con el pasado: cúmulo de problemas

Otra diferencia que distingue los dos escenarios analizados tiene que ver con el resto de los problemas económicos y geopolíticos que confluyen actualmente y que suponen un quiebre del ordenamiento económico vigente desde fines de los años 40. En particular, destaca el escaso margen fiscal para reactivar la economía (vía estímulo del gasto), el resurgimiento del proteccionismo y el riesgo de una creciente geofragmentación económica producto de la eventual escalada del enfrentamiento comercial.

El crecimiento desequilibrado

Más allá de las dificultades asociadas al comercio desequilibrado, el problema reside en el crecimiento global desequilibrado. “En los últimos 15 años, el crecimiento de la productividad y los sólidos rendimientos se han concentrado en unas pocas regiones, principalmente Estados Unidos. Como resultado, las bases de los precios de los activos y los flujos de capital se han vuelto cada vez más estrechas y frágiles”.

Por eso, la clave es fortalecer el crecimiento mundial, algo que por obvio no deja de ser trivial. Como demuestran los recientes ganadores del Nobel de Economía, la innovación y la “destrucción creativa” que genera es fundamental para apuntalar las capacidades productivas de las economías, un proceso que debería ser acompañado con medidas para mitigar el costo que esto supone para quienes resultan “perdedores” y sufren la parte de la “destrucción” que encierra este concepto.

En síntesis

A la luz de lo anterior, Gopinath concluye que es “poco probable que un desplome del mercado hoy resulte en la breve y relativamente benigna recesión económica que siguió al estallido de las puntocom”. En efecto, actualmente hay mucha más riqueza en juego (lo que eleva la magnitud del eventual quiebre), mucha más interconexión y mucho menos margen de maniobra para que la política económica combata los efectos del estallido de una burbuja financiera. En sus propias palabras, “las vulnerabilidades estructurales y el contexto macroeconómico son más peligrosos. Debemos prepararnos para consecuencias globales más graves”.


  1. A meltdown like no other? Gita Gopinath on the crash that could torch $35trn of wealth, The Economist

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