Economía Ingresá
Economía

Donald Trump, el 14 de noviembre, en la Casa Blanca, en Washington DC.

Foto: Saul Loeb

Estados Unidos: fin del “government shutdown” más largo de la historia

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Finalmente, luego de 43 días, concluyó el cierre del gobierno estadounidense. La laguna estadística que generó, no obstante, tendría importantes repercusiones desde la perspectiva económica e institucional.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

La reactivación llegó tras la aprobación, por parte de la Cámara de Representantes, de un paquete de financiamiento que fue finalmente firmado por el presidente Donald Trump. Este paquete le otorga financiamiento al gobierno hasta fines de enero y por un año a determinados programas y agencias federales, permitiendo que los trabajadores federales puedan retornar a sus empleos luego de haber transitado por el cierre más extenso de la historia.

En efecto, con este acuerdo entre demócratas y republicanos, las agencias federales vuelven a retomar sus operaciones tras la interrupción más larga documentada hasta el momento. De hecho, el segundo cierre del gobierno más prolongado se produjo durante el primer mandato de Trump (enero de 2018, con 34 días), seguido por el episodio que tuvo lugar en diciembre de 1995 durante la presidencia de Bill Clinton (21 días).

Como advierte el Financial Times, esta histórica interrupción “ha generado una falta de información sin precedentes sobre la salud de la mayor economía del mundo, ya que se prevé que informes de datos cruciales se retrasen o se descarten”.1 En efecto, las principales agencias, como la Oficina de Estadísticas Laborales y la Oficina de Análisis Económico, no fueron capaces de relevar la información y elaborar los indicadores por casi un mes y medio, generando “una laguna en las series estadísticas que dificultará la comprensión del panorama económico para inversores y responsables políticos”.

En particular, la Oficina de Estadísticas Laborales publicaría estos días un nuevo cronograma actualizando las fechas de difusión de algunos de los datos que quedaron por el camino, aunque los datos más relevantes, correspondientes a la evolución del empleo y de la inflación, podrían no terminar divulgándose nunca.

Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), este episodio tendría un impacto negativo sobre el crecimiento del cuarto trimestre (que resta estimar con exactitud), aunque una parte se revertiría durante el próximo año. El problema más persistente, no obstante, tiene que ver con la calidad de las estadísticas públicas, un activo clave desde el punto de vista de las fortalezas (debilidades) institucionales con las que cuentan los países.

Vale recordar que el año pasado Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía justamente por sus investigaciones acerca del impacto que tienen las instituciones en la suerte de las naciones. En efecto, sus contribuciones demuestran las consecuencias que tienen las instituciones económicas y políticas sobre la capacidad o incapacidad de los países para generar prosperidad.

Esto es particularmente relevante, porque lo anterior se suma a otros problemas que se han ido acumulando recientemente en la órbita de las agencias estadísticas de Estados Unidos, como los recortes presupuestales, la escasez de recursos humanos y la creciente politización de su trabajo, alentada nada más y nada menos que por el propio presidente. En este sentido, hace dos meses el mandatario destituyó a Erika McEntarfer, la comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales, luego de que se publicara un “desalentador” reporte de empleo que, según él, estaba “manipulado” para afectarlo personalmente.

Como advirtió el director ejecutivo del Consejo de Asociaciones Profesionales de Estadísticas Federales, Paul Schroeder, en este contexto tan particular, “el cierre no benefició en absoluto a la Oficina de Estadísticas Laborales ni a los datos federales en general... Creo que definitivamente estamos en un momento crucial, no sólo por esto, sino por todo lo demás que ha estado sucediendo y la atención que están recibiendo las estadísticas federales”.

Es, en este sentido, una señal adicional que apunta en el sentido de una degradación institucional, con todas las implicancias que eso conlleva desde el punto de vista del posicionamiento global de la economía estadounidense, en particular en el marco de una disputa por la hegemonía con China.


  1. US economic outlook obscured by shutdown-triggered data gap. Financial Times

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

¿Te interesa la economía?
Suscribite y recibí la newsletter de Economía en tu email.
Suscribite
¿Te interesa la economía?
Recibí la newsletter de Economía en tu email todos los lunes.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura